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Pasé las horas más lamentables de mi vida sentado en la oscuridad, completamente solo, con mi madre moribunda en un hospital al cual no iba a poder volver por el momento... Sin contar el hecho de que el hombre que había abusado de mí gozaba de absoluta libertad, y mi esposa llevaba en la cara una herida que le había hecho yo... Todo se había puesto del revés en tan poco tiempo que tuve que mantener rigurosa calma para no volverme loco...

Las horas que me retuvieron allí, -según me explicaron después-, eran las escatimadas en la ley de convivencia en castigo por haber golpeado a un ciudadano... Les escuché toda la charlatanería en silencio y asintiendo como si en verdad estuviera de acuerdo con toda la cantidad de basura que salía de sus bocas. El hecho era que me daba igual, solo quería irme a la mierda. Pero ellos no parecían tener prisa alguna, porque se tomaron todo el tiempo que quisieron para hablar entre ellos, hacer papelerío inútil, y una vez que terminaron con eso, volvieron a dirigirme la palabra.

- Escuche, señor... - Titubeó el oficial...

Mis ojos se revolotearon hacia arriba de la exasperación... Tenía mi nombre escrito en una estúpida planilla que llevaba en ese momento en su mano, y aún así, no sabía mi nombre... Vaya profesionalidad...

- Fourneau- Completé.

- Sí... Mire, yo entiendo que tuvo una emoción violenta, y que no ha tenido un buen día- Comenzó a decir, moviendo exageradamente sus manos. – Entiendo también que deseará volver al hospital, porque su madre está a punto de morir...-

- Sí...- En realidad no sabía si quería volver... Lo correcto era hacerlo, pero en el fondo, ya no sabía qué hacer...

- El asunto es que no puede volver si no está esposado. La jueza comunal lo ha provisto así. Lo siento-

Al escuchar aquello, tuve la imperiosa necesidad de echar un grito de irritación... Pero me contuve. En lugar de hacer eso, solamente suspiré con cansancio. ¡Yo era inocente! ¿Y era yo el que debía llevar esposas, como si fuese un criminal? No existía justicia alguna en toda mi historia...

¿Qué debía hacer? Me quedé unos minutos pensándolo. No se vería bien no regresar... De hecho, había tomado un vuelo improvisado y me había vuelto un correcaminos solo para estar al lado de mi madre en esta difícil situación... Pero después de todo lo que sucedió, me sentía confundido. No quería regresar y tener que volver a verle la cara a ese psicópata hipócrita de nuevo... Mucho menos llevar una esposas... Alguien podría verme, se volvería un escándalo. Los muchachos jamás me lo perdonarían.

Estaba debatiendo todo eso en mi cabeza, que se hundía con cada instante del horrendo día que iba pasando, cuando recordé que Hellaine de seguro me estaría esperando allí... La pobre estaba soportando todo esto por mí, no podía fallarle... otra vez. No me quedaron más opciones, tenía que volver.

Los polis al menos fueron tan amables de acercarme hasta el hospital... esposado. Cuando me bajé, con dos oficiales como escoltas, me sentí fatalmente humillado... Todos a mi alrededor me miraban como si fuese un caníbal en potencia que había sido amarrado por seguridad de los presentes. ¡Qué maldito bochorno!

Llegué hasta el dichoso pasillo donde casi me había convertido en un asesino maniático, y entonces, volví a encontrarme con Hellaine, quien se sorprendió tanto como cualquiera al verme sometido de aquella manera tan irracionalmente.

- ¡Él no es ningún criminal como para que lo traten así!-

No voy a mentir: Su voz sonó terriblemente sensual cuando dijo eso. No porque fuera lasciva, sino por el contenido de sus palabras. Me resultaba placentero y atractivo que se preocupara por mí, que sintiera esa necesidad de proteger a sobremanera lo que consideraba que era suyo. Podía pasar de un estado pasivo a uno agresivo en un instante; era muy afortunado al tenerla conmigo.

Todo aquello que pasó [#FFA2018]Where stories live. Discover now