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Estuve sintiéndome incómodo durante todo el día, incluso cuando pasé más de la mitad de él sin tener que ver la cara del idiota aquel. James, según me dijo Hellaine, no llegaría hasta la hora de la cena, pero desde que abrí mis ojos esa misma mañana ya me sentía como un completo estúpido.

Obviamente que dediqué algunos minutos a hablar con ella e intentar convencerla de que volviera a llamarlo y cancelara lo que le propuso... Fue totalmente en vano, jamás me escuchó. No sabía qué se suponía que era aquello tan importante que debían charlar ellos que le impedía a sobremanera cambiar de opinión, pero debía tratar de entenderlo...

Miré el reloj; ya eran casi las siete de la tarde. Por la luz escasa de la ventana supe enseguida que no quedaba mucho para que la bochornosa función comenzara, y aún no me sentía del todo bien. ¿Era correcto aceptar esto?, era lo que me repetía una y otra vez, insatisfecho por el nuevo curso de las cosas.

Había estado tirado sobre el sudoroso colchón casi toda la tarde, molesto. Como si eso fuera poco, ese día la primavera había decidido convertirse en verano...

Decidí entonces estirar las piernas, así que me dirigí hasta la cocina. Estaba casi llegando, cuando oí el ruido de las ollas moverse.

- ¿Qué haces?- La voz me sonó rasposa. Realmente, entre la situación y el calor, se me había acabado la paciencia casi del todo...

- Cocino. ¿Quieres ayudarme?- Me respondió ella, sin perder detalle en lo que hacía.

- ¿Vas a cocinar?- Inquirí, cruzándome de brazos. – Pidamos una pizza por teléfono y ya...-

En verdad que me sentía totalmente irritado. ¿Con qué derecho se sentaría en MI mesa ese sujeto, a saborear la comida de MI esposa? Y con lo que le había hecho... ¿Por qué ella lo recibiría de tal forma? No entendía ni la mitad de esta desastrosa ecuación.

Caminé hasta el teléfono, y en cuanto lo tomé, escuché la voz de Hellaine decirme:

- No, ya casi tengo todo listo- Me di la vuelta, enojado, solo para verla mostrarme un bollo de maza que había hecho antes, y un sartén sobre la hornalla de la cocina. – ¿Ves? Yo también pensé en pizza-

Expresó, esbozándome una energética sonrisa... Se la veía demasiado feliz, dado el hecho que se aproximaba... ¿No debería estar molesta? Después de todo, era el tipo que la humilló en el pasado, que la había usado como a un instrumento...

Hellaine continuó con su espectáculo culinario durante algunos minutos más, y luego me dejó a cargo de cuidar que no se quemara la masa que estaba cocinándose sobre las hornallas mientras ella iba a cambiarse. La observé detenidamente entonces: Prácticamente se arrancó el delantal todo empolvado de harina y corrió hasta nuestra habitación... Llámenme idiota si quieren, pero seguía sin comprender qué se supone que la ponía así de energética.

Pasado algún tiempo ahí, en la soledad del ruido molesto del fuego saliendo de las hornallas y un escenario medio vacío, llegué a una apresurada pero quizás acertada conclusión: No lo entendía, y nunca lo iba a lograr, porque yo no tenía ex alguna... La primera y única relación que tenía era la mía con Hellaine. Eso era todo; ahí estaba el punto de quiebre más importante de todo el asunto que me provocaba tanta molestia.

Quien fuera ese tipo, debía representar para ella algo inconcluso, que además no terminó porque ella quisiera, y aparentemente se había estado sintiendo durante mucho tiempo como aquella novia a la que abandonaron en el altar... Sí, debía ser eso.

Bueno, si ese era el caso, -pensé para mis adentros, mientras me ocupaba de desmoldar la olla con la masa cocida-, entonces trataría de no ser un estorbo en su búsqueda de respuestas. Era algo con lo que podía colaborar: No siendo un estorbo... Cómo lograría que mis más bajos instintos no me hicieran comportar como un imbécil, ni yo lo sabía, pero tenía que ser positivo al respecto... No me quedaba de otra.

Todo aquello que pasó [#FFA2018]Where stories live. Discover now