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Una semana después de la propuesta de trabajo que me había ofrecido, me hallaba frente al enorme edificio donde el tipo me dijo que trabajaba.

La vista que tenía frente a mí era espectacular: un majestuoso edificio lleno de cristales espejo que reflejaban los cielos con toda su enormidad. No pude evitar sentirme nervioso y ansioso al mismo tiempo; sin embargo, me encontraba de buen humor ese día. No entendía muy bien lo que debía hacer, porque en realidad mi madre no tenía cámara de fotos, y de todos modos jamás hubiese posado para una...

Entonces, sería mi primera vez en esa clase de asuntos y solo rogaba por hacer todo a la perfección para poder recibir el premio que se me había prometido.

Ingresé, y al intentar anunciarme a la recepcionista, ella con tan solo un simple vistazo me dijo que me esperaban en el último piso. Bien, así que ya le había hablado de mí... Me sentí importante.

Llegué a mi destino, y el sujeto ya estaba del otro lado de la puerta del ascensor; al verme esbozó una sonrisa que en aquel entonces no pude distinguir. Hoy en día, sé que era un gesto socarrón. Él se sentía un ente poderoso, y yo, simplemente un chico que le serviría de diversión momentánea.

—Genial que hayas llegado ya, Joseph— dijo, palmeándome la espada mientras caminábamos al departamento donde se tomarían las fotos —. Eres puntual. Eso dice mucho sobre ti.

—Gracias— me sentía extraño recibiendo halagos, nunca supe bien cómo tomarlos...

Ingresamos, y él cerró la puerta detrás de sí, poniéndole el seguro. Debió detectar que lo miraba con atención, porque luego explicó:

—Es mejor asegurarse de que no interrumpan nuestro trabajo aquí. El fotógrafo es muy quisquilloso con eso, dice que se pierde la esencia y la puesta en escena...— no le dije nada, simplemente le asentí —. Ya sabes, cosas de artistas.

Después de acabar de decir aquello, me pidió que fuera hacia el cuarto contiguo, —que hasta ahí no había notado—; allí estaría la ropa que debía ponerme.

No vi al fotógrafo por ningún lado, y no sabía si tendría que esperarlo o qué, pero no le pregunté, aún no sé por qué... Supongo que estaba demasiado entusiasmado, o despreocupado. Tras haber vivido todos esos meses tranquilamente, quizás me había olvidado por completo del sentido de alerta constante que sentí viviendo en casa, con mi padrastro. Simplemente, me confié.

Fui al cuarto contiguo, y efectivamente, había unos sofás bastante coloridos y algo de ropa encima de ellos. Miré hacia atrás: la habitación no poseía puerta ni cortina, pero como yo no podía ver al sujeto, supuse que él tampoco podría verme... Me coloqué igualmente detrás de la pared, con cuidado de no ser captado por ninguna mirada, y me cambié. Doblé la ropa que tenía puesta al terminar.

Lo que vestía ahora era una musculosa totalmente blanca, unos jeans azul océano de una marca que en esos tiempos era bastante cara, me coloqué un cinturón que también estaba sobre la pila de ropa, y unos zapatos negros con tachas en sus costados.

Al salir, el tipo me sonrió, mirándome de pies a cabeza. Sus ojos centellaron con sorpresa y encanto, como si nunca hubiese visto a alguien que se viera tan bien con eso puesto...

—Sabía que eras el indicado, muchacho— habló, dejando a un lado de su escritorio el puro que se estaba fumando y aplaudiendo un par de veces—. Deberías considerar trabajar como modelo de ahora en más.

Le devolví la sonrisa y dirigí mi vista hacia mis zapatos. Realmente, comenzaba a notar que no me gustaba demasiado recibir cumplidos con respecto a mi apariencia... Todo eso se sentía fuera de lugar para mí.

Todo aquello que pasó [#FFA2018]Where stories live. Discover now