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Capítulo 5: El club

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Enigma.5

Liam se despertó. Se había acostado un rato porque aún tenía que trabajar y estaba cansado.

Esa mañana habían ido a trasladar sus cosas al club.

Echó un vistazo al cuarto.  Niall ya no estaba.  Los camareros empezaban a trabajar un poco antes.

El irlandés estaba inusualmente serio ese día, aunque Liam estaba acostumbrado a sus periodos de malestar e introspección.  A veces duraban varios días y Liam le dejaba ese espacio.

Su cuarto actual era pequeño pero Liam no había tenido uno tan cómodo desde su etapa de colaborador en el centro.

Estaba muy limpio.  Habían colocado una cama auxiliar para Niall, por lo que no quedaba mucho espacio.  Tenía un radiador de calefacción empotrado en la pared para el invierno. 

Dejar el apartamento esa mañana había resultado extraño.  El casero se había mostrado muy molesto.  A pesar de lo mucho que siempre molestaba y presionaba, que de repente algunos de los números que tanto despreciaban se fuesen por haber encontrado algo mejor le hacía reaccionar mal.

El bloque donde ellos habían vivido el último año y medio era uno de los regulados por el Estado.  Liam había conseguido el apartamento a través de algunos contactos y la única garantía de vivir en uno de esos bloques era que no te iban a robar en el apartamento.  Por lo demás eran sitios en condiciones ínfimas pero relativamente más económicos que los no regulados.

La diferencia en teoría era que al censarse allí el Estado sabía dónde vivías.  En realidad los caseros recibían dinero de las autoridades a cambio de informar sobre quienes vivían allí y cómo, de lo que compraban y que hacían... y nunca invertían ese dinero en las condiciones o salubridad del edificio.

Liam había abierto el apartamento por última vez y había tenido que darle una patada a una de las ratas gordas y lustrosas como gatos que circulaban a su antojo por los pasillos. 

El señor Smith, el casero, había entretenido a Niall, que entró tras él en el apartamento.  Desde su conserjería en el piso bajo el señor Smith les gritaba que no podrían volver aunque quisieran. 

A pesar de que ellos limpiaban su apartamento, muchas veces entraban insectos procedentes de las calles o pasillos.  Niall había pisado una cucaracha con asco.

-Por fin diremos adiós a esto.

Toda su vida entraba en tres maletas.  La ropa de cama no les pertenecía, dos veces a la semana la lavaban en la lavandería común.  Los muebles, rotos y en mal estado, tampoco.  Tenían un pequeño baño solo con un váter, sin ducha.  Esa también era común.

Era frío como el hielo en invierno y caliente como el infierno en verano. 

Pero todo eso había quedado atrás.

Liam fue a las duchas para prepararse.  Había otros bailarines.  Estaban limpias y brillantes y con productos de primera calidad para asearse.  Nada que ver con las duchas sucias y con hongos de su anterior casa...

Esa noche tenía que bailar.

Se puso la ropa que el señor Tomlinson le había mandado.  Había un vestuario para todos y tenían que ponerse la ropa que les asignaban aunque podían elegir entre ponerse o no ciertos productos de maquillaje, aceite o brillos...

Se puso el slip dorado y una bata dorada y no se puso nada más. 

Respiró hondo.  Nunca había visto el club... no había visto en realidad un buen club nunca. 

Se abrió la puerta de acceso y el señor Styles les dedicó una sonrisa.

-Vamos, hora de la diversión.

Liam subió las escaleras y...

El club estaba en su esplendor.  A medio llenar por ser lunes, había una música buenísima que hacía al cuerpo de Liam desear bailar, luces tenues y también flúor.

No sintió miedo.

Nunca había pensado que hubiera nacido para eso pero de repente descubrió que... le gustaba la idea de bailar y mostrar su cuerpo, del que estaba orgulloso.

Había llegado el momento.