Pequeños rayos de sol a penas visibles, un viento frío que recorría mi cuerpo el cual parecía estar inmóvil, audífonos colgando de mis oídos que dejaban escapar hermosas melodías, un plumero y una libreta. Fueron todo lo que necesité para mejorar mi día.
Pronto los problemas tomaron forma de notas musicales, y mis pensamientos no eran más que versos llenos de amor; de mi boca salían frases de ternura, mientras que mi mano disfrutaba acabar con prosas cada renglón. El cielo ya estaba oscuro, y el viento se comenzaba a intensificar, mientras que a cada estrella que pasaba le pedía por un maldito día más.