Hoy me ha venido a visitar...
Lleva un velo negro y su vestido, también esa caja de pañuelos que nunca deja. La invito a pasar a tomar una tasa de café, fumar un par de cigarros guardados en gavetas viejas y acabadas. El humo denso envuelve el cuarto y ella parece estar muy feliz; me abraza y dice que me ama, que nunca se a olvidado de mi, que los días en que no estuvo a mi lado eran para dejarme vivir. Saqué mi libreta y me dedique a escribir, mis lagrimas caían y su risa se veía venir. Se burlaba de mi, la maldita soledad, mientras que con sus dagas frías me cortaba a la mitad.