SILENCIO

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Y así fue, tu silencio finalmente mató mi esperanza, pero no pudo con mi corazón necio que no quería dejar de latirte. He dejado de creer, más no de quererte; he dejado de creer que algún día podríamos ser algo, alguna vez, siquiera por unos minutos, algo más allá de ser nada, algo más allá de ser más que una promesa incumplida.

Cartas al TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora