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La gente del pasillo lo miraba con burla y asco.
Jimin lo sabía.
Los podía sentir bajo sus máscaras,  llenas de falsas sonrisas.
Sabía lo que sus acciones habían provocado.
Maldijo el día en que no hizo caso.

- Miren a quien tenemos aqui, ¡La zorra Park ha llegado señores! - dos chicas se acercaron hasta el, tirandolo al suelo, no sintió dolor, no sentía nada.

Ya había gastado todas sus lágrimas en él, no derramaria mas.

- Vamos zorrita, ponte de pie y cuentale al mundo tus hazañas - las chicas lo miraban como si de basura se tratase, y eso era, era basura, alguien desechable.

Jimin solo se puso en pie, sonrió débilmente y caminó fuera del grupo de personas.

¿Por qué intentaban hacerlo sentir peor? ¿Por qué intentaban pisar mas los trozos de su alma rota? No entendía porque se comportaban así, llenandolo de insultos, como si su vida ya de por si no fuese una miseria.
A lo lejos vio al grupo de amigos de Jungkook, no le importó, solo caminó mas rápido, tratando de ignorar el hecho de que su ex pareja casi se estaba follando a una chica de los cursos menores.

¿Qué hice mal para que te fueras? Si alguien pasaba por la zona del almacén oiria sus sollozos había tenido que prácticamente huir del salón de clase por culpa de las náuseas, se sentia harto, sus padres lo miraban con lástima, oía a su madre llorar por las noches, preguntándose en donde se equivocó.

Jimin era un pequeño muñeco de porcelana, frágil y bello, que gracias a Jeon Jungkook había perdido piezas, su rostro estaba cuarteado, se forzaba a mantener la sonrisa por mas llanto y dolor que escondía dentro.

Rogaba para que los insultos cesarán y solo comenzarán a ignorarlo, poder terminar su último año y huir de la ciudad, pero nadie escuchaba sus ruegos, y luego todo parecía empeorar.

Llegaron los golpes, al principio solo eran choques "accidentales" que provocaban leves moratones, ahora eran peores.
- Paren, por favor - había rogado en una de las golpizas, tratando de cubrir como podía su leve hinchado vientre.
No se detuvieron, no hasta que vieron como este caía inconsiente al suelo, con los pantalones casi bañados en sangre.

Despertó en la enfermería, un chico pálido lo miraba fríamente.

- Despertaste - fue lo único que dijo, podía notar raspones y moretones en todo su rostro.

- ¿Quién eres? - balbuceo Jimin.

- No te importa, solo vine a dejarte - una mirada de asco fue lo único que recibió antes de que el extraño saliera.
Ahora todos lo sabrán fue lo único que pudo pensar, la enfermera le dijo que ambos estaban bien.
Lo alivio enormemente.
Tuvo razón.
Al día siguiente todos lo sabían.
Nadie se moderó con sus insultos.
Hasta los profesores lo miraron mal.
Siento una gran decepción de usted, joven Park era lo único que decían.

Como si Jimin no lo supiera.
Su vientre se hinchaba cada vez más.
La doctora le notificó de unos saludables gemelos.
Ese fue uno de los pocos días felices que llegaban.

Su madre lo tenía escondido, solo lo dejaba salir a la escuela y a las consultas.

Cuando sintió las primeras pataditas no pudo ser mas feliz, llegó a su casa con los ánimos en el cielo, no le importaba nada mas ahora.
No hasta que vio a sus padres en la sala junto a otra pareja.

- ¡Por fin llegaste Minnie! - exclamó contenta su madre, su sonrisa le causo un escalofrío.
- Iré a mi habitación mamá - murmuró con la cabeza gacha mientras abrazaba su vientre instintivamente.
- Oh no niño, quiero presentarte a MinAh y su esposo SeungIn, ambos aceptaron gustosamente adoptar a tus bebés - su madre se oía emocionada.
La pareja lo observaba algo nerviosa.
Jimin solo comenzó a sollozar mientras negaba innumerables veces.

Stop this... [Y.M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora