A Su Servicio My Lord

Red Velvet

DISCLAIMER: Yuri On Ice no me pertenece.

ADVERTENCIAS: OCC, Drama 100/100, Cambios de narración, Errores Ortográficos y Lagrimas (¿?)

Al capítulo.

Las venturosas cortinas chocaban con el vidrio de la ventana, otoño reluciendo ante mis ojos. Cada pequeña hoja caer y de pronto la respiración de alguien calar en lo más profundo de mis latidos. Con su cabeza apoyada en mi brazo y mi piel tocando la suya. La gloria de sentirlo, de verlo dormir al lado mío.

Me siento satisfecho, entre aquella bruma de la vergüenza opacando mis pensamientos cuerdos y el fuerte recuerdo de ayer. Me siento realmente abochornado, con ganas de salir y perderme en la calle, para no ver su rostro repleto de incomodidad, repleto de miedo.

Porque eso vi anoche.

En otoño el frio me cala los huesos, viendo a un lado diferente al suyo, manteniendo la distancia de sus deseosos labios rojos y sus pestañas rizadas que son una perdición para este viejo corazón.

Incluso así, no puedo evitar sentirme reconfortado. Saber que se quedó a esperarme, con tal vez una profunda tristeza calándome el corazón al no saber su respuesta pero la felicidad de verme derrotado resignado a lo que nunca paso y siempre imagine que pasaría.

Lentamente cerré los ojos y separe mi mano cuidadosamente, velando su sueño como mío y manteniendo mi mirada tan lejos de su presencia. Casi creando un hilo tan delgado que podría ser cortado con tan solo mi imprudencia.

Cuando mi mano ha sido liberada me enderezo con la preocupación de despertarlo, no obstante en un desliz mi vista borrosa y latiente por las lágrimas de anoche me muestran su sereno rostro níveo y su cabello negro alborotado y sus rizadas pestañas y la grácil vista de su perfil y todo de él. Haciéndome desfallecer en las más grandes locuras de nuevo. Recordando aquella noche que llegue y lo arrope suavemente en esa cama. Viendo el rostro de un niño jugando a ser soldado. Buscando alguna salida para aquel bucle que me mantenía amargamente pegado a la soledad. Con el corazón agitado y el brillo de la luna, aquella noche su presencia curo mis dolores y sus acciones mis pecados anteriores. Consiguiendo en mí aquel sentimiento vago que pensé nunca tendría.

No después de tanto.

Aun sentía en mi piel el contacto de la suya cuando bailamos, su sonrisa cuando hablamos y sus ojos anhelados al ver algo. Es como si recitara poesía cuando lo veo, es como si el necesitara que lo hicieran siempre.

Pero, yendo al punto. Aparte la mirada recordando varios sucesos, recodando viejos tiempos. Con mi perfilado cuerpo levantándose de la cama, las sabanas escurriendo como el agua de mi piel, la madera trinando bajo mis pies, así pues experimente el desolado frio de no tener su contacto.

No obstante cuando me acerque al portón y toque la perilla, no hubo ninguna duda de mi parte y en silencio, abandone la habitación.

La estancia estaba fría cuando desperté, mi cuerpo entumecido y la baba que caía de mi boca me mostraba uno de los perfectos cuadros repletos de desconcierto

¿En dónde estaba?

Algo confundido mire a mi alrededor y en eso, el péndulo me asusto. El tic –tac contante que marcaban las 12 vibro por encima de mis sentidos y me aturdió por completo. Sin embargo aun cavilando y atontado me frote los ojos bostezando y me quede estático por unos momentos tratando o intentado recordar algo de ayer.

Casi nada.

Estaba decepcionada de pensar que se me había olvidado, sentía que era algo importante para el señor Nikiforov y yo siendo su mayordomo que no me acordara, en sí, era inaudito. Pero no me sentía con el valor suficiente como hacerle saber de mis errores, empero por si las dudas levante la mirada convencido de que encontraría su cabellera plateada igual que un rayo de luz de la luna o por lo menos sus tupidas pestañas que siempre revoloteaban tras sus ojos.