Capítulo 2

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Me tomó una semana entera de insomnio, pesadillas y cigarrillos juntar el valor necesario para llamar a Doniya y pedir su ayuda. Desde que aquel chico de ojos azules había muerto en mis brazos, era como si una parte de mí se hubiera muerto con él. No entendía que me sucedía, qué había sucedido o qué debía suceder. No entendía nada. Aquellos últimos siete días habían sido los peores de toda mi vida y no había hablado con nadie desde lo sucedido. Ni siquiera me había atrevido a volver a salir del apartamento. Y si seguía así, iba a volverme loco, por eso llamé a Doniya.

Su voz sonaba furiosa cuando contestó, luego del quinto tono.

-¡Maldición, Zayn, supe desde ésta mañana que llamarías, pero no pensaba que lo harías a mitad de la noche! -se quejó-. Soy vidente, pero también necesito dormir.

-Lo siento. Lamento haberte despertado, de verdad... Yo...

-¿Qué sucede? -me interrumpió, ésta vez sonando más preocupada.

-No sé, ¡no sé que demonios sucede! Necesito que me ayudes, Doniya, por Dios...

-Me asustas, Zayn. ¡Díme que pasa!

-No puedo, no puedo decirlo por teléfono. Necesito que vengas al apartamento.

A pesar de que eran pasadas las tres de la madrugada y el frío se extendía ferozmente por todo Londres, mi hermana tocaba la puerta apenas un cuarto de hora después. Tenía el cabello despeinado y los ojos algo hinchados, como si hubiera salido de la cama corriendo, además llevaba puesto su pijama también. Preparé dos tazas de café caliente y, mientras tomaba pequeños sorbos para mantener mi cuerpo con calor, le conté todo a Doniya. Comenzando por aquella horrible sensación que experimenté en la mañana y terminando por detallar la muerte de aquel chico y todo lo que me había dicho. Le aseguré además que lo conocía, a pesar de que nunca antes lo había visto en mi vida.

-Todo en ese chico me resultaba tan familiar -le dije-. Sus ojos azules, su cabello castaño, la piel bronceada, su voz...

-¿Cómo puede ser eso posible?

-No tengo ni la menor idea. Nunca antes lo había visto, pero lo conocía, Doniya.

-¿Estás seguro de eso? ¿Lo conocías de la escuela, quizás?

-No. Nunca antes lo había visto -le repetí. Estaba seguro de eso.

-Entonces, ¿no sabes su nombre o algo así?

-No.

-Necesito algo más consistente para tratar de tener una visión. No puedo simplemente imaginarlo y ya.

Recordé entonces el collar. Entre algún momento en medio de aquel alboroto, él había puesto el collar en mis manos. Me lo había entregado. Ni siquiera me había dado cuenta de ello en ese momento y aunque tratara de decifrarlo, no tenía ni la menor idea de el por qué. Lo había guardado en el cajón de la mesita al lado de mi cama y estaba olvidado allí desde entonces.

-Tengo algo -le dije, mientras corría a burcarlo.

Cuando volví al comedor y lo coloqué sobre la mesa, el rostro de mi hermana se tensó.

-¿Qué es eso? ¿De dónde lo has sacado?

-Es el collar que llevaba en el cuello aquel día.

Doniya hizo una mueca.

-¿Qué sucede? -le pregunté.

-Hay algo en ese collar... que no me gusta. Algo malo.

-¿De qué hablas? Es sólo una cadena con un zafiro. ¿Qué puede tener de malo?

Mensajero De La Muerte - ZouisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora