Capítulo 7

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Mi cuerpo era sacudido con fuerza. No eran las manos de Louis, sino unas más fuertes y exigentes, ordenando que abriera los ojos. Me sentía muy débil. Como si mi cabeza estuviera sumergida en las profundidades de las aguas oscuras, y ni siquiera pudiera encontrar el camino hacia la luz.

-Despierta, Zayn ¡Sigue mi voz!

El sonido llegó, desde alguna parte y me costó unos varios segundos localizarlo, pero lo hice y al final, pude abrir los ojos. Frente a mí, Doniya me sujetaba por los hombros y su rostro mostraba una expresion de absoluto terror, pero que pronto se mezcló con el alivio.

-Por Dios, Zayn, casi me matas del susto -replicó, observándome de una manera demasiado detallada-. Tus ojos...

-¿Qué?

Me puse de pie hasta llegar al espejo que había delante de las puertas del armario. Pude ver entonces un rastro de sangre casi seca que descendía desde la orilla de mi ojo izquierdo. Igual que en mi visión. Me limpié lo más rápido que pude con el dorso de la manga de mi camiseta, mientras tomaba mi chaqueta.

-Debo irme.

-¡Espera! -Doniya se apresuró a levantarse de la cama-. ¿Qué has visto? Cuéntame, ¿por qué has hecho esa maldición con la piedra?

Agité mi cabeza, dirigiéndome a la puerta a pesar de sus intentos por detenerme.

-Lo he visto todo. Pero hay muchas cosas que no comprendo aún. No me siento muy bien, ¿de acuerdo? Te llamaré en cuanto pueda.

Salí casi corriendo antes de que pudiera decir algo más, bajé las escaleras con rapidez, me despedí de mis padres con un veloz saludo y volví a mi apartamento. Una vez allí, por fin sólo, me tapé con las mantas y traté de dormir.

Fue imposible, sin embargo. Todas aquellas visiones, tan vívidas, daban vueltas y vueltas en mi cabeza, atormentandome. Los besos de Louis, su voz, el bosque, el fuego cálido de la chimenea, el collar con su sangre, el pueblo entero incendiándose y luego simplemente él acunando en su pecho mi cuerpo sin vida. Louis nunca había estado muerto. El zafiro sí tenía su sangre, pero no había sido más que un falso mensaje para atormentarme. Estaba tan cegado por el odio, que incendié el pueblo entero. Y entonces Louis me encontró, muerto.

Todo eso había sido demasiado para mí. Me sentía exhausto y débil. Era como si tuviera en mi memoria todas aquellas vidas, todos esos sentimientos y recuerdos, todo junto dentro de mí. Sin embargo, también estaban aquellos recuerdos bonitos, como los de Louis. Sus besos, sus caricias, su voz, su aliento, su cuerpo... Pero entonces la realidad me aplastaba porque Louis ya estaba muerto en ésta vida. Lo había visto morir entre mis brazos aquella fría tarde.

Había creído, estúpidamente, que aquello aclararía mis dudas, sin embargo, estaba mucho más confudido que antes. Había nuevas preguntas en mi cabeza, arremolinandose con los recuerdos y las emociones. En algún momento de la noche, me descubrí llorando. Aquella vida con Louis, había sido tan bonita, tan inocente y ecxitante de alguna manera. Daría lo que fuera por poder vivir una vida con él. Si hubiera algo que yo pudiera hacer...

Para cuando amaneció, no había dormido nada. La luz brillante entraba a través de la cortina de la ventana hacía rato y tras unos minutos, resignado a que no podría conciliar el sueño, me levanté de la cama. Me senté al borde de la ventana y encendí un cigarrillo. Afuera, el sol de la mañana brillaba, aunque oculto por una espesa capa de nubes. El aire corría fuerte, pero no tan frío.

Había pasado toda la noche en vela, tratando de ordenar los pensamientos en mi cabeza sin éxito, sin embargo, en cuanto terminé el cigarrillo, dándole una última calada antes de que se apagara, supe que sólo había una cosa que debía hacer.

Mensajero De La Muerte - ZouisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora