Prólogo

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Las nubes estaban grises, aunque todo tu entorno estaba blanco y negro. Los bosques eran salvajes contra los débiles, eso ya lo sabías. De hecho, era lo único que estaba en tu cabeza. "Debo salir de aquí, encontrar un lugar seguro o algo por el estilo..." pensabas. No tenías zapatos, solo un vestido ligero que cubría tu insignificante cuerpo. Pequeño, e insignificante. Caminar poco a poco se estaba haciendo más tedioso, y hubo un momento en el que te desplomaste, pero al recuperarte seguiste caminando. Sentías pisadas, y temías que no fueran ángeles. 

Repentinamente, una rama que tú no pisaste se rompió. Te detuviste, sintiendo el miedo invadiendo tu cuerpo. Nada para defenderte. Nada para luchar. Una muerte segura estaba a pasos de ti, y solo cerraste los ojos y te abrazaste a ti misma, como un cachorro asustado. Aguantaste las ganas de llorar. ¡Oh, un buen logro! Sentías que una figura se acercaba a ti, lentamente... El filo de un arma se podía oler a kilómetros. Grande, pesada, y con los desechos de sus victimas anteriores acabado de limpiar. En resumidas cuentas, podrías sentir a un asesino en todo el sentido de la palabra frente a ti. 

-Pero, ¿qué tenemos aquí? --Una voz joven, identificaste. Decidiste abrir los ojos, preguntándote si tu hipótesis anterior estaba completamente equivocada. Aún así, su tono no significaba digno de un Padre. Al abrirlos, como sospechabas, te encontrarse con un adulto joven, tal vez un adolescente que aparentaba más. Los expuestos y un par de pantalones cubriéndolo, un muy largo cabello atado en una trenza. Sería un joven muy atractivo, de no ser que parte de su rostro y cuerpo estaban cubiertos de una rara piel gris. No supiste identificar cuál. Él sostenía una guadaña muy grande, y aparentemente pesada... Lo que más te sorprendió es que la herramienta tenía un ojo rojo que te miraba con ira. 

-- ¿Una doncella? --Escuchaste una voz, no supiste de donde provenía, pero estaba distorsionada y muy cercana al joven.-- ¡Quiero su sangre! --El chico sonrió complacido y supiste que intentaba cumplir con las ordenes de aquella misteriosa voz. Sin apartar la vista, admiraste como él subía su guadaña, sonriente. Era evidente que ese sería tu final, mas no sentías absolutamente nada. Ni temor, ni miedo. Nada. Ni siquiera alzaste la voz para pedir ayuda o piedad, cosa que le extrañó al chico de la guadaña. 

-- ¡Ahí! ¡Ahí está ____! --Te sorprendiste enormemente al escuchar tu nombre. Volteaste, al igual que el hombre, y solo viste figuras armadas con espadas, hachas y armas blancas en general. Vestidos de negro y rojo. Algunos con múltiples cicatrices. 

--Noxianos... --murmuró con desprecio. Tomó su guadaña con firmeza nuevamente, pero no para ti. 

-- ¿Así que quieres luchar por ella, niño? --preguntó uno. Tenía una cicatriz atravesándole el ojo, y por la edad que llegaste al calcularle, supiste que no era más que una experiencia de batalla. 

--No lucharé por ella... 

-- ¡Lucharemos por la sangre! --contestó la guadaña. No te pudiste mover, el miedo y la confusión te lo impidieron. Maldeciste a tu cuerpo, ya que contemplaste una masacre. El joven no dudó en usar su herramienta para descuartizar al grupo, que no tardó en darse cuenta de su verdadero poder. Algunas gotas de sangre cayeron debajo de tus pies tirados en el suelo. Alzaba y bajaba el arma, y ninguno lograba escapar de esa cruel matanza. Algunos intentaron hacerle frente, pero fallaron enormemente. Pasaron algunos minutos, y tú y él fueron, aparentemente las únicas vidas el lugar. Tenías un montón de preguntas, pero sabías que habría respuestas. 

-- ¿Sigues aquí? --preguntó el arma-- ¡Es nuestra oportunidad! La sangre de sucios noxianos, no se compara a la de un inocente. ¡Mátala! --Retrocediste levemente, pero su pie pisó el tuyo, haciendo imposible tu movimiento. Te dolía demasiado y soltaste un grito. 

--Sé paciente, no creo que pueda hacer mucho... Aunque... --Te miró, receloso-- ¿Por qué te querían esos noxianos? ¡Responde! --No obtuvo lo que quería.

--N-no lo sé... --Por un momento, te sorprendiste al escuchar tu propia voz. Esperabas que fuera frágil y atemorizada, pero no a tal nivel. Finalmente te percataste de algo de suma relevancia: no sabías nada--. A-apenas sé m-mi nombre... --Tenías __ años, tu nombre era ____. Mas eso era todo... Tus padres, tu hogar, el mundo que te rodeaba. Todo en su lugar era una laguna en blanco en tu mente. Prácticamente el tipo se encogió de hombros y se dispuso a atacarte con la guadaña. Pero lo miraste a los ojos. Algo que definitivamente cambiaría toda tu existencia. Él se paró, atonico. Decidiste aprovechar eso para escapar de debajo de su pie y echarte a correr. Pero a los pocos momentos, él salió de su estado de shock y te persiguió. Se fundió con la obscuridad y creíste estar a salvado, hasta que, atravesando de un árbol, él te esperó interponiéndose en tu camino. 

-- ¿No te quieres explicar, eh? 

-- ¡Mátala! 

--Ah, Rhaast. Parece que has perdido la paciencia. --dijo--. Pero no creo que pueda... Ya entiendo por qué los noxianos te querían, todo cuadra. --No entendías nada. Literalmente, no podías explicar los hechos fantásticos que presenciaste. De repente te agarró del brazo y te arrastró hasta quién sabe dónde. 

--H-hey, ¡¿a-a dónde me llevas?! --Tenías los pies sumamente adoloridos, caminar era un reto cruel. 

-- ¿A dónde crees? A Jonia. Con la Orden de las Sombras. --contestó--. Eres la maga de la que todos han estado hablando, ¿eh? _____

-- ¡No sé de lo que usted me habla, suélteme! --Luchaste por zafarte de él, mas no funcionó. 

--Para ser una maga, tiene muy pocos trucos. --dijo Rhaast

Y así, al pasar del tiempo, te rendiste y te dejaste guiar por ese hombre, cuestionándote quién eras. 

-- ¿Sabes algo de mí? --No hubo respuesta. 

Tu nueva vida acababa de empezar. 



Little Shadow [Kayn x Lectora]Where stories live. Discover now