Little Shadow [Kayn x Lectora]

Capítulo Veinticuatro

Rhaast había sido puesto en un lugar seguro donde no viera nada de lo que harían. Estaba más excitada que nerviosa, pues no era su primera vez con Kayn. Él tomó la delantera, cogiendo de la cintura y acercándose para darte un beso profundo pasando su lengua por toda tu boca. Una mano traviesa se deslizó hasta tu nalga y Shieda la apretó  con descaro. Soltaste un gemido y lo miraste algo apenada. Al notar su sonrisa arrogante la copiaste olvidando la verguenza, sorprendiendolo levemente. 

--Dos pueden jugar ese juego. --Fuiste hasta su pantalón y empezaste a desatarlo, recorriendo con tus manos su cuerpo hasta bajar lo suficiente la tela. Descubriste su erección y mirándolo inocentemente a los ojos la tomaste y empezaste a lamerla tímidamente, escuchando los gemidos de Kayn. No te atrevías a meterla en la boca al ser bastante inexperta en eso, pero sabías que con tan solo masturbarlo lograbas en él mucho. 

Kayn tomó tu cabeza y la empujó hacia su polla, pidiendo indirectamente que la metieras. Entendiste el mensaje tomaste un poco y lo metiste. No quisiste que te llenara la garganta pero aún así Kayn empujó fuertemente.

Una y otra vez te penetró por la garganta mientras estabas encantada. Finalmente se corrió y sin que te lo pidiera te trataste su semen. Miraste a Kayn sonrojada y te encantó ver el rojo de sus mejillas y sus ojos cansados pero lujuriosos.

--Mi turno. --dijo Shieda recobrando el aliento. Te volvió a tomar y fue quitando tu traje negro mientras besaba tu cuello con desespero.

--No lo hagas tan rápido. --murmuraste al sentir tus pezones al aire. Kayn sonrió y con voz ronca respondió.

--Así te gusta --se llevó un pezón a la boca y lo mordió suavemente. Gemiste--. No trates de ocultarlo.

Abrazaste su cabeza mientras recorría con su lengua tu torso y te bajó tu ropa interior. Dos dedos bruscos se metieron haciéndote sentir en el cielo.

--Adoro que estés tan mojada.

--Es todo tu culpa. --respondiste coqueta.

--Lo sé pero me encargaré. --Su pene estaba erecto nuevamente y se acomodó en tu entrada. Gemiste, aún seguías un poco débil pero lo disfrutaste.

Sus estocadas eran fuertes y fue mejor que tu primera vez. Kayn te susurraba palabras con lujuria y le respondías de la misma forma. Finalmente te corriste poco antes que Kayn.

Se miraron jadeantes y se volvieron a besar.

Estaban en la Orden, en la habitación de Kayn. Luku estaba a salvo también y finalmente la Rosa Negra había sido derrotada.

Abrazabas a Kayn con algo cálido en tu pecho, acompañada de la ya anhelada tranquilidad. Pensabas que la merecías la mayor parte del tiempo, otras veces pensabas que era demasiado para ti. Pero amabas a Kayn, amabas su vida y amabas la tuya.

Querías salvarlo de cualquier cruel destino y ya lo habías hecho. Como él de alguna forma te había salvado a ti. Irónico, pues cuando se conocieron él quería condenarte. 

Pero lo amabas. Amabas su terquedad, su orgullo, como puede pese a todo llegar a ser tan inocente y como esa mirada podría tener tantas fases que tal vez solo tú llegaste a conocer. 

Era tan distinto a ti, pero a la vez lo sentías tan cercano. 

Le amabas, por primera vez y para siempre. 

--Te amo. --dijiste pensando que no te escucharía. 

--Lo sé --respondió volteando y dándote un beso. 

-- ¿Solo responderás eso? --No te molestaba realmente, de hecho te gustaba esa parte de Kayn. Él sonrió, no era una sonrisa arrogante, era una cálida, parecía que buscaba enamorarte más si era posible. 

-- ¿Tengo que decirlo otra vez aunque ya lo sabes, idiota?

--Dímelo otra vez. --pediste en voz baja, poniendo una mano en su mejilla. Kayn se quedó callado por unos momentos, bajó la mirada pero la volvió a subir, mirándote seriamente. 

--Te amo. 

--Lo sé. --Kayn frunció el ceño. 

-- ¿En serio? --Reíste tontamente. 

--Sí, tonto. --Lo besaste en la mejilla. 

Finalmente ambos se vistieron y bajaron. Rhaast estaba en una habitación de armas y pudieron notar el asco que sentía. 

--Al menos podrían dejar de hacer tanto ruido. Creo que hasta Shurima los escucharon. 

--Cállate. --ordenó Kayn en tono demandante. 

--Creo que es el momento. --dijiste casi perdida. Kayn te miró algo sorprendido pero una sonrisa arrogante se formó en su rostro al volver su vista hacia Rhaast. 

-- ¿De qué están hablando? --cuestionó Rhaast empezando a preocuparse. 

Kayn tomó a Rhaast e invocó sombras oscuras que rodearon las formas de ambos por completo. Retrocediste pero no dejaste de mirar. Sabías que lo estaba pasando. 

--No... ¡No! --chilló Rhaast al sentir como su existencia se desvanecía, como aquella eternidad de la que tanto había presumido al igual que su poder eran consumidas por el joven que tanto había humillado. 

--Sí... --murmuró Kayn. 

Y ahí estaba, el Asesino Sombrío. Tu corazón se paró por un momento cuando Kayn volteo hacia ti, sin pupilas, con la peil extremadamente pálida y con tatuajes azules. Esta vez para siempre. 

--Kayn... --Estabas preocupada. ¿Realmente el supuesto tercer camino que habías creado funcionaría? ¿O solo traerías desdichas?

--___... --Y te mostró una sonrisa gentil, sabiendo que solo tú tendrías ese honor. 

Olvidaste todo lo que te había hecho en esa forma y corriste abrazarlo. 

--Finalmente venciste al Darkin... y al Asesino Sombrío. --Casi llorabas sobre su pecho. Estabas tan orgullosa de él. 

--Era cuestión de tiempo. Lo hice gracias a mis habilidades, y a ti. --comentó en voz baja lo último. 

Ambos se aproximaron hacia la habitación de Zed. Quedaste atrás cuando Kayn abrió la puerta para enfrentarse a su maestro. 

--Zed. --llamó la atención del mayor. 

--Veo que lo has conseguido. --Su tono era frío, pero sabías que incluso estaba impresionado, lo sentías--. No debería sorprenderme viniendo de ti. --Kayn tomó su guadaña y la apuntó hacia Zed. El hombre caminó lentamente hasta quedar frente a su alumno y se quitó la máscara. Tenía una sonrisa leve. 

--Maestro... --murmuró Kayn y pudiste sentir una alegría genuina en él. Por supuesto, estaba siendo reconocido por quien veía como su padre. 

--Felicidades. --Puso su mano sobre su hombre--. Te has convertido en lo que necesitaba.