Capítulo Cuatro

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El cuartel de la Orden de las Sombras era grande, mas no llamaba la atención. Imaginabas que era el hogar de miles de personas como Kayn: ágiles, firmes, carentes de piedad. Pero el recibimiento de dijo todo lo contrario, al menos en su mayoría. 

--Vaya vaya. Kayn, ¿quién es este bombón que te acompaña? --preguntó un joven de cabellos dorados con ropas completamente negras y perfectas para el combate, mirandote de pies a cabeza.  Kayn no respondió de la forma que el otro quería. No sabías si Rhaast observaba algo, ya que estaba debajo de la capucha de Kayn, acostado en su hombro. 

--Dile a Zed que tengo algo que le podría interesar. Algo que nos beneficiará. --El chico asintió mientras abría las grandes puertas y les dejaba pasar. 

--Por cierto... --Se dirigió a ti--. Mi nombre es Ren. Llámame cuando quieras. --Te guiñó un ojo. Asentiste con una sonrisa incomoda. El típico mujeriego, se notaba a kilómetros. Kayn te arrastró por los pasillos, donde las personas que estaban se centraron en ti y te dieron miradas curiosas, principalmente por ser el acompañante de alguien como el portador de una guadaña del fin de los tiempos. 

Las personas en su mayoría eran jóvenes, de tu edad y la de Kayn. La mayoría vestía ropas negras, unos pocos con capuchas y máscaras. La noche aparentemente era la hora donde más agitadas estaban las cosas, ya que muchos iban de allí a allá. Según escuchaste de conversaciones ajenas mientras caminaban, algunos a misiones, otros a entrenamientos. 

Los pasillos eran largos y angostos, y a medida que avanzaban las personas iban disminuyendo, hasta que no hubo nadie más que ustedes dos llegaran frente a las puertas de una habitación. El símbolo en ellas tenía un significado que no identificaste. Las puertas se abrieron por sí solas y Kayn te obligó a avanzar. 

--Maestro... --Se arrodilló. Hiciste lo mismo. Quien era digno del respeto de Kayn, no era más que un hombre enmascarado. un yelmo únicamente para el rostro y una armadura ligera. Perfecta para un combate lleno de sigilo--. Le he traído algo que le podría interesar. 

--Kayn. Mi mejor alumno. ¿Quién es la joven que te acompaña? --Te pusiste nerviosa--. ¿Acaso es...?

--Como usted lo imagina, maestro. --Se levantó y tú hiciste lo mismo--. Es _____. El homonculo creado por la actual LeBlanc. --Al descubrir tu origen, abriste los ojos sorprendida. Negaste una y otra vez en silencio, sutilmente. Nadie sabría qué pasaba en tu cabeza. Sabías quién era la matrona de la aparente extinta Rosa Negra, mas desconocías los detalles, como si realmente era inmortal o solo uno de sus miles de trucos. ¿Ella era prácticamente tu madre? 

--Qué grata sorpresa. Enviarte a una simple e insignificante misión a Noxus, con escasas recompensas, para que me traigas a la legendaria vidente. --Te señaló--. Sin embargo... Las sombras inundaron la habitación, y viste como Kayn se alejaba de ti--... Debemos comprobarlo. --Cerraste los ojos cuando unas cuchillas se dirigieron hacia ti. Al abrirlos, solo el color esmeralda era protagonista de tu vista. Al aclarar tu visión, notaste que era una especie de campo de fuerza. Desapareció a los pocos segundos. 

-- ¿Lo ve, maestro? Su apariencia y habilidades concuerdan con la descripción de la creación que desapareció en Noxus. 

--Zed, no debería desaprovechar esta situación. La pequeña tiene más habilidades de las que aparenta. --Habló Rhaast, siendo callado rápidamente por Kayn. 

--Lamento eso, maestro. Usted sabe que aún no tengo un control total sobre el darkin, pero le aseguro que es solo cuestión de tiempo... --Fue interrumpido por la ignorancia de Zed, que se acercó a ti y tomó tu barbilla con brusquedad. Examinó tu rostro. Sabías que él no solía actuar así, pero las ansias de poder cegaban todo su sentido común. Hasta Kayn parecía extrañado por su repentina obsesión y falta de seriedad. Algo en ti lo atraía. 

--Este... --dijiste nerviosa. Cabe destacar que podías sentir los celos de Kayn, no por alguna de tus habilidades, simplemente se notaba por la mirada que te dirigia. ¿Era así de infantil? 

--Kayn... --Este de inmediato centró su atención en Zed. 

-- ¿Sí, maestro? 

--Quiero que la entrenes y le muestres el poder que tienen las sombras. --Te volvió a mirar--. Jurarás fidelidad al clan, y serás quien nos ayudará a borrar la paz y el equilibrio en Jonia. --Y sin más, te soltó y volvió a su pequeño trono--. Espero que sepas explotar sus habilidades, Kayn. 

--No cabe duda, maestro. --Ambos se retiraron, y tú no entendías nada. Al menos no la parte de tu origen. 

--Muy bien, ¿eso fue todo? --cuestionó Rhaast cansado. Querías preguntarle a Kayn los detalles, pero sabías que no habría respuesta por más que insistieras. 

--No puedo creer que Zed me haya asignado a una mocosa --se quejó--. Se supondría que mi primer discípulo debía ser alguien fuerte, no un sucio homonculo con poderes regalados. 

--No creo que tú debas hablar sobre eso, Kayn. --dijo Rhaast. 

--Sígueme. Dormirás conmigo. --dijo en voz baja. Podías sentir nuevamente lo rojo en él. "Vergüenza" finalmente reconociste. Pese a todo, Kayn seguía siendo un adolescente inexperto en cualquier cosa relacionada con mujeres. Lo seguiste, lamentándote por todo en silencio. Llegaron a lo que parecían ser las habitaciones de los acólitos. Aunque la de Kayn estaba en el piso más alto y algo apartada del resto. 

--Como mi discípula, me acompañaras hasta que tu entrenamiento básico termine. --Asentiste. La habitación no era lo que uno esperaría de alguien joven, pero sí de un asesino como él. Claramente no había posters ni nada que lo decorase. Solo era la cama, un armario y una puerta que dedujiste que era el baño. La cama no estaba tendida, y un poco de ropa sin doblar (ni lavar) salía del armario. 

-- Perdona el desorden. Kayn no es muy aseado. --habló la herramienta, recibiendo un golpe de su portador--. ¡Ja! Como si esas cosas me dolieran...  

--Dormirás en el suelo. --dijo simplemente--. ¿LeBlanc tuvo que poner la parte femenina a la hora de tu creación? No le costaba mucho haber creado a un chico. --Te sonrojaste, entiendo el porqué de su queja. Rhaast se dio cuenta de ello. 

--... O puede ser que nuestro Kayn no esté interesado en las chicas... --Ese comentario te puso de buen humor, y le hallaste sentido.

--Eso explica mucho --correspondiste a su burla, irritando a Kayn. 

--Solo vete a dormir. 

--Es muy incomodo --te quejaste--. ¿No hay otra forma? 

--No. --Puso a Rhaast en un cofre grande que apenas notaste--. Ahora vete a dormir. Mañana te espera un gran entrenamiento. --Miraste el suelo. Kayn había sacado unas mantas y te las había ofrecido. Era un cretino. 

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Yare yare daze. Otro capítulo pa' pueblo <3. Recuerden comentar y decirme qué quieren y qué debería mejorar, porque esta es una historia de fans para fans, y si ustedes no la disfrutan, no tiene chiste. 


Bye bye <3 



Little Shadow [Kayn x Lectora]Where stories live. Discover now