Por más distraída que Carolina pueda parecer, siempre está concentrada. Pero por desgracia, eso es algo que aprendes cuando realmente está ida.
—¿Carolina? —la llamo por quinta vez desde hace rato. Ella mira hacia el suelo con mirada sombría, parece que algo la atormenta internamente a pesar de la posición cómoda en la que está.
Está así desde que llegamos a estudiar. Sinceramente, vi en su cara que no quería estudiar hoy, de hecho, tengo pocos detalles acerca del concurso, a pesar que es la próxima semana. No sé la dinámica, como debo ir vestido, ni que es lo que haré.
Volteo a los lados y suspiro cansado, no quiero gritarle, menos cuando se ve tan ida. Decido jalar su brazo para sacudirla pero ella reacciona jalando su brazo haciendo que terminé tomando su mano, ella me mira con pánico y la aparta rápido para darme la espalda.
—Yo, ah —balbucea sin voltear a verme y se aclara la garganta—. Te compré un obsequio. —Me mira de reojo y aprieta sus manos hacia sus rodillas.—Es un amuleto, quiero decir, creer en la suerte, magia y horóscopos solo son para aquellos que no entienden la ciencia porque al parecer es muy compleja para ellos, pero considero que un amuleto en casos así podrían darte una especie de tranquilidad.
—Gracias —le digo y ella sonríe para agarrar su mochila, o como Guillermo la describe, su portal portátil a Narnia.
Ella empieza a sacar un montón de cosas y papeles, aprieto los labios, disgustado por la acción. Ella empieza a desesperarse buscando sus cosas hasta que logra vaciarla. Ella hace una mueca disgustada y empieza a buscar entre las cosas que dejó en la mesa.
—Creo que lo he dejado en mi casa —me dice y se tapa la cara avergonzada—. Oh diablos, ni esto puedo hacer bien.
Ella empieza a balbucear un montón de cosas mientras me percato del desastre interno que trae, entre balbuceos logro entender "Sebastián", "concurso" y "Lizbeth".
—Carolina —la llamo y ella voltea a verme con libretas en sus manos—. Calma, ¿era muy importante que me lo dieras hoy?
—Sí —me dice con una mueca y suspiro cansado.
—Puedo acompañarte a tu casa para que me des el amuleto si...—No acabo la frase cuando ella ya está sonriendo ampliamente.
—¡¿Lo harías?! ¡Muchas gracias! —exclama y empieza a guardar sus cosas dentro de su mochila mientras me doy cuenta del error abismal que acabo de cometer.
Supongo que es muy tarde para cambiar de opinión.
•°•°•°
A la hora de la salida, estoy de pie justo en la entrada donde quedé verme con Carolina. Muevo mi pierna impaciente mientras considero la idea de dejarla plantada, parte de mí no podría, aunque no lo quiera admitir, ella es bastante linda para que sea malo.
En eso, llega Liz con una sonrisa tímida, se acerca a mí casi conmovida, tardo dos segundos en darme cuenta que cree que la espero.
Oh mierda.
—¡Iván! —exclama—. Hola.
—Hola Liz —digo riendo nervioso y ella sonríe algo avergonzada.
—Lo siento por mi comportamiento del otro día —se disculpa—. Carolina Martínez tiende a alterar mi paz y tú tuviste la mala suerte de estar cerca de mí cuando pasó.
—No hay problema, Liz —le digo sonriendo y ella se para sobre las puntas de sus pies impaciente.
—¿Me estabas esperando? —me pregunta y por un segundo considero mentirle. Decirle que la estaba esperando, irnos y charlar, tal vez le confieso mis sentimientos y ambos iniciamos una linda relación.
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IVARO
Novela JuvenilUna propiedad de la materia es que dos objetos no pueden ocupar el mismo lugar, por lo tanto es lógico que todo tenga su lugar en el mundo, ¿no? Bueno, entonces empiezan a entenderme un poco. Soy Iván, un chico ordenado, unos dirían que estoy obsesi...