12: Me gustas

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La mañana del jueves, Melody se levantó con los ánimos por los cielos

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La mañana del jueves, Melody se levantó con los ánimos por los cielos. La noche anterior habia colocado la alarma más temprano para que Emma desayunara bien en la casa. Estuvo alrededor de treinta minutos debajo de la ducha tarareando una canción mientras Emma se reía de ella.

Se vistió con un pantalón negro y escogió un brallette del mismo color junto con unos tacones rojos, que de hecho solo los habia utilizado una vez. Le encantaba el resultado y aunque quería impresionar, decidió llevarse una chaqueta por encima.

Vistió a Emma para el Head Start y comenzó a preparar unos omelette con tostadas.

— Glacias mami— habló Emma cuando su madre le sirvió el desayuno.

Se sentaron en silencio a saborear su comida.

Al rato se encontraba bajando de su auto para dejar a Emma en su salón.

— Portate bien, cariño— le dejó un beso en la frente— te amo

— Te amo mami— sonrió y se fue a sentar en su mesa asignada.

Melody partió hacia su trabajo, hoy estaba feliz. Realmente lo estaba. No era que hubiera pasado nada super especial, pero se sentía diferente, sentía una parte de ella diferente. El día anterior, el trabajo estuvo normal, y casi no vio a su amado jefe, pero justo cuando estaba por irse, él pasó a su oficina a disculparse por no verla en la mañana ya que tuvo una reunión y no se encontraba en la mañana, y de paso, se despidió de ella, con un beso. Ya se estaba volviendo costumbre, una costumbre que a Melody no le molestaba en lo absoluto, aunque sí la confundia.

Aparcó en el estacionamiento de la empresa, bajó del auto y entró a Bieber Enterprises Holdings. Subió al elevador y marcó el piso correspondiente para encontrarse, como todas las mañanas, a Cheryl en medio del pasillo.

— ¡Buenos Días, Cheryl!— saludó alegremente, cosa que extrañó a Cheryl.

— Eh, Buenos Días para ti también— la miró aguantando una carcajada. En lo personal, pensaba que Melody esa mañana parecía drogada. Aunque tenía la leve sospecha de que se encontraba así de feliz por el Señor Bieber, y eso le molestaba.

Melody entró a su oficina, dejó sus pertenencias en el pequeño sofá de la esquina y decidió sentarse a ver su agenda el día de hoy.

Estaba concentrada en un listado enviado desde una compañía en London, cuando Justin entró a la oficina.

— Buenos días, dulzura— se dirigió a ella con dos vasos de Starbucks Coffee.

MelodyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora