Muérdago

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A él no le gustaba el frío y mucho menos el invierno. Así que ese día se cubrió con todos los cobertores y sábanas que había a su alcance y se quedó en la cama.

Y tenía la idea de invernar o dormir por ese día, pero su queridísima subordinada tuvo una fantástica idea.

— ¿Podemos salir, Akutagawa-senpai?

Le daban ganas de decirle "No", pero últimamente estaba comenzando a ser un poco más amable con Ichiyo.

Y fue así, que se encontraba caminando al lado de ella, con doble chaqueta y una bufanda que cubría su boca.

Suspiró de manera imperceptible, se estaba volviendo como el Jinko

Débil.

— Tome.— Higuchi lo había sacado de sus pensares, tendiéndole un café caliente.

Lo tomó, asintiendo en agradecimiento mientras tomaba la bebida caliente entre sus manos; al menos ella era consciente del frío que tenía, a pesar de no decirlo.

— ...Gracias, Akutagawa.

— ¿Por?

— Por acompañarme, a pesar de no querer salir.— sonrió de manera sincera, haciendo que desvíe su rostro.

Lo había hecho sonrojar.

— Más tarde si quiere, podemos volver al—

— ¿Qué es eso de arriba?— le interrumpió, apuntando el objeto que captó su atención.

La rubia miró hacia dónde apuntaba, sonrojándose. Se aclaró la garganta antes de hablar.

— Es un muérdago... Y...— no podía continuar, a cada segundo su rostro enrojecía. Decidió tomar de su chocolate caliente.

— Dímelo.— a él no le gustaba andarse con rodeos, además no entendía porque Higuchi se estaba sonrojando.

— ¡SE SUPONE QUE DEBEMOS BESARNOS!

Sintió como su rostro se comenzó a poner caliente, se había sonrojado de nuevo. Se sentía un completo inexperto en esta clase de temas, jamás se había mostrado interesado en esa clase de cosas pero ahora...

— Higuchi... ¿Alguna vez has dado tu primer beso?

— ¿Eh?... Bueno, creo que sí... ¿Y tú, Akutagawa-senpai?

Él no contestó, haciendo que ella se diera cuenta. El silencio otorga, ¿no?

— ¿Quieres... hacerlo?— preguntó tímidamente, recibiendo un leve asentimiento de su parte. Tragó saliva, nerviosa.— Está bien... pero primero, c-cierra los ojos.

El pelinegro los cerró, sin rechistar. Higuchi comenzó acercarse, con el corazón latiéndole a mil; tímidamente apoyó sus manos en el pecho de su Senpai y se puso de puntas, haciendo que sus labios se juntaran.

Aquello sólo duró 5 segundos antes de que se apartara, casi tan roja como un tomate. Ryunosuke abrió los ojos, ignorando el sonrojo que adornaba sus mejillas.

— Cierra los ojos, Higuchi.— le ordenó a una muy nerviosa y sonrojada rubia.

— ¿E-Eh?

— Ciérralos.

Higuchi obedeció, a pesar de estar toda nerviosa y temblorosa. El oji-gris puso sus manos sobre los hombros de la fémina, la miró por un segundo y de manera inexperta la besó.

No habían hablado después de eso. 

La rubia sentía como si uno de sus más ocultos deseos se hubiese cumplido; lo dejó irse a su fuerte de sábanas y cobertores después de volver.

Estaba por irse a su habitación, cuando sintió como era cargada; mentiría si no dijese que se sorprendió y aún más al notar como él la depositó en la cama, acomodándose a su lado en silencio.

El mejor día de su vida.

-Traumada Taisho


Momentos  [Atsushi/Kyouka] [Akutagawa/Higuchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora