Nuevo desafío

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El atardecer mostró sus colores anaranjados por el cielo y tierra, avisando que ya eran alrededor de las cinco de la tarde.

Los príncipes y su pequeño profesor seguían en sus trabajos, entregando folletos a cada transeúnte que se cruzaba por el camino de ellos. Pero cada vez se fue haciendo más difícil por la ausencia de personas por respecto a la hora más el hecho de que casi todos tenían un folleto. Ya no les quedaba nada, pero lo esencial para el pelirrojo era volver sin nada al café.

— Hey, Heinecito... ¿Por qué no podíamos usar los uniformes del café? Hubiera sido más llamativo y esto acabaría más pronto. – Opinó Licht viendo sus ropas a un lado de Heine.

— De ninguna manera.

— ¿Eh? ¿Por qué? – Viéndose muy sorprendido, el príncipe Licht se exaltó por la respuesta tan fría y seca de su profesor.

Bueno, él pensaba que su idea era buena. No entendía el rechazo inmediato.

— Si me vieras usando un traje poco común mientras entrego folletos ¿Te atreverías a acercarte a tal molestia? – preguntó con sus brazos cruzados sobre su pecho mientras observaba como los otros tres príncipes seguían repartiendo los pocos folletos que quedaban sin mucho éxito.

— Hm... Bueno, si veo a una persona pequeña vestida de esa manera y entregando folletos creo que me daría curiosidad. – Respondió despreocupadamente, recibiendo un codazo por parte del pelirrojo a su lado, que se había molestado por la referencia de decirle que es de baja estatura.

— Usted es un caso especial. Sí se acercaría a un extraño de esa manera. – Siguió hablando ajustándose sus anteojos, sin mirar al rubio que se quejaba por el golpe recién recibido. El príncipe ya ni se molestaba en preguntarle por qué le a golpeado por saber la respuesta que le daría. — Sin embargo, la mayoría de las personas no son como usted. Por lo general huyen o evitan para no tener contacto. Puede verlo ahora mismo con sus hermanos, que no usan trajes extraños pero ya saben que regalan folletos.

— Y-Ya veo... Tienes razón. Aunque no se note demasiado, la gente de alrededor evita tener que pasar por al lado de ellos.

— Exactamente, esto se debe a la poca confianza de cada uno. Piensan que teniendo contacto con un extraño pueden meterse en problemas. – Decía el profesor con su típico tono de voz inexpresivo, comprobando la hora a través de su reloj de bolsillo. — Bueno, es algo más psicológico y no se puede hacer nada por ello. – Dejó por terminada esa charla puesto que al ver la hora se dió cuenta que ya era algo tarde y los príncipes ya no deberían trabajar más, habían hecho un estupendo trabajo y merecían que terminara.

Pero Heine sabía que esos últimos folletos serían complicados. El mismo hecho de que las personas comenzaban a evitar a los príncipes era el aviso para detenerse ahora mismo. Tendría que buscar una forma de deshacerse de aquellas hojas coloridas.

— Heine. – Llamó Leonhard. — Ya no puedo más, estás cosas no desaparecen. – Decía con voz cansada y agonizante.

— Parece que ya todas las personas de este sector tienen folletos y por eso no se acercan. – Dijo el príncipe Bruno tomando por los hombros a Leonhard para reanimarlo.

Acercándose al resto, Kai sólo asiente a lo dicho por Bruno. Aunque él no haya entregado ningún folleto, estuvo todo el tiempo al lado de sus hermanos ayudándolos a sostener sus pilas de hojas. El rubio era bastante fuerte, por lo que no había que preocuparse por dejar que llevara las hojas de todos que poco a poco fueron desapareciendo hasta dejar sólo un total de veinticinco folletos.

— Buen trabajo a todos, tendremos que dejarlo hasta aquí. Ya no se ven personas nuevas para darles los folletos que quedan.

— ¿Y qué hacemos con estos? – preguntó Licht tomando las hojas coloridas que quedaban.

Lesson II: Advertising Helpers. [The Royal Tutor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora