¿Quién era?

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— Su majestad, el tutor real desea hablar con usted.

— Dile que pase.

Heine fue a la oficina del rey Viktor antes de irse a su cuarto. Estaba cansado, pero dejar para mañana lo que tenía que conversar con él podría que se le escapara de las manos puesto que no sabía el horario de su amigo y estaba la posibilidad de que no se encontrara cuando lo busque.

El mayordomo del rey Viktor von Glanzreich le accedió el paso luego de oír las órdenes que venían del otro lado de la puerta.

— Mi profesor favorito. – Recibió Viktor desde su escritorio con una sonrisa juguetona en cuanto vió a Heine. — Que bueno que hayas venido ahora, mañana tengo que ir temprano al reino vecino.

— Por poco no estaría aquí ahora. – Dijo el pelirrojo acercándose al escritorio donde se encontraba su amigo, teniendo en cuenta que apenas podía ver sus ojos porque había montones de papeles arriba de esa mesa.

— Te ves cansado.

— Cuidar niños por el reino no es nada fácil.

— Pensé que ya estabas acostumbrado. Después de todo, siempre has cuidado niños. – Bromeó Viktor ante la mirada desaprobada que le dirigía Heine. — ¿Cómo les fue en su primer trabajo? Claro, sin contar a Licht.

— A decir verdad, bastante bien. Cada uno tiene una manera distinta de hacer sus labores como trabajando y estudiando. Aunque el que tuvo más problemas fue el príncipe Kai, este trabajo no le venía para nada, las personas se siguen asustando cuando le miran.

— Estoy seguro que logrará salir adelante.

— También creo eso. Por el momento, este esfuerzo le ayudará en un futuro.

Viktor sólo asintió mientras seguía escribiendo en los miles de documentos que tenía encima.

— Este sería el reporte de hoy. – Siguió hablando Heine. — Ahora... ¿Piensas decirme que planeas? – dijo con cierto tono furioso.

— Ya te lo dije, mañana debo ir al reino vecino. Me invitaron a la fiesta de cumpleaños de su reina.

— No me refería a eso.

— ¿Entonces?

— ¿Por qué apareciste repentinamente en el café a esas horas de la noche y hacer que los príncipes trabajarán al día siguiente? – dijo el pelirrojo apoyando las manos en el poco espacio del escritorio de Viktor. — Ya sabías que el café estaba pasando por ese estado de poca clientela, ¿cierto? – continuó interrogando mientras se ajustaba sus anteojos que eran iluminados por la luz de las velas dándole un aspecto que asustó al rubio en cierto sentido.

— ¿Cómo piensas que iba yo a saber de eso, Heine? Era imposible, si todo sucedió antes de ayer por la noche. – Excusó Viktor parando de escribir.

— Acabas de decirlo, Viktor. No engañas a nadie... o por lo menos a mí no. – Sentenció Heine cruzándose de brazos. — Sucedió antes de ayer por la noche y aún no llegabas cuando el dueño contaba la razón de porque había poca clientela. – El rubio tragó seco al notar su error. — Quiere decir que estuviste en el café esa noche.

— No se te escapa ningún detalle, Heine. Pensé que podría engañarte.

— Los años son lo suficiente para ganar experiencia.

— No tengo más que decir. Me has descubierto. – Rió Viktor saliendo de su asiento para estar de pie al lado de la ventana que regalaba un hermoso cielo estrellado.

— Tampoco diré más porque sé que no me contarás nada. – Heine también caminó hacia la ventana. — Pero debo comentar que sea lo que sea que estés planeando no resultará.

Lesson II: Advertising Helpers. [The Royal Tutor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora