Y un nuevo problema

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El juego de cartas terminó tan pronto que no sólo sorprendió a los príncipes, sino que también a todas las personas que estaban dentro de la taberna. Los gritos no se hicieron esperar, hombres que no soltaban sus cervezas se fueron a un lado del pelirrojo para felicitarlo, ya que era realmente increíble que un chico como él venciera otra vez a un hombre mil veces más grande y alto, llevando nuevamente el título de "niño salvaje" del cuál seguía sin entender el significado de ello.

A pesar de todo el escándalo, Heine se veía neutral ante la situación. No hacía nada en la absoluto además de estar mirando fijamente al señor de enorme abrigo color negro, necesitaba asegurarse de que el hombre hiciera de su palabra y ahora se largara. Pero el noble seguía con los ojos muy abiertos, al parecer aún no lograba procesar como había perdido en tan sólo dos turnos.

El de ojos rubí se levantó de su silla, dió una mirada al barman y una a los príncipes antes de volverse hacía el hombre del abrigo negro.

— Este juego ya ha terminado. – Rompió el silencio. — ¿Sigue en pie lo acordado después de que yo ganara? – preguntó, puesto que no quería hacer un escándalo si es que el noble reaccionaba mal.

Apenas Heine dejó de hablar el hombre del enorme abrigo parece haber salido de su trance, reaccionando al mirar al pelirrojo para luego suspirar conforme. Se levantó de su asiento y estiró su mano hacía el tutor.

— Fue una derrota completamente dichosa. Jamás creí que el día en el que perdiera un juego sería de tal manera tan aplastante. Me has dejado sin habla, Heine Wittgenstein.

Heine miró por un segundo la mano que se extendió al frente de él, después de lo dicho por el hombre se dió cuenta que si estaba cumpliendo con el trato. Por lo que acercando su extremidad, tomó la mano del noble y la estrecharon ambos con un poco de fuerza.

— Gracias a usted puedo volver a ver a mi nieta.

— ¿A su nieta? – interrogó el pelirrojo mientras soltaba la mano del noble y veía como esté volvía a sentarse, entrecruzando sus dedos y apoyar su agudo mentón con las manos.

— Si... Fue al rededor de un mes cuando ocurrió. – Comenzó a contar mientras Heine volvía a tomar asiento y los príncipes con el barman se acercaban a la mesa para escuchar. — Mi nombre es Gilbert Singer y soy dueño de la juguetería Singer que se encuentra en el norte de Grantzreich.

— ¡Oh! ¡La marca de los juguetes de Adele son de esa juguetería! – comentó Leonhard recordando como un día se tropezó por culpa de un oso de felpa cuando estaba dentro de la habitación de su hermana menor buscándola porque estaban jugaban a las escondidas, sin haberse fijado de los juguetes que se encontraban en el suelo y cayendo cómicamente sobre el pequeño castillo de juguete, viendo por casualidad la etiqueta del oso de felpa que terminó en su cara gracias a la patada que le dió antes de caer. — Son muy resistentes...

— Hago lo mejor para que los juguetes no se rompan fácilmente. – Respondió el hombre mientras hacía una sonrisa en sus labios, provocando que sus arrugas se notaran aún más.

— Pero siendo dueño de una famosa juguetería... ¿Qué hace en esta taberna por tanto tiempo, señor? – Preguntó Bruno al no entender el punto del hombre de abrigo.

— Estoy aquí por el rechazo de mi única nieta. – Dijo el señor Singer borrando automáticamente su sonrisa.

— ¿Es a la que mencionó antes? – interrogó Heine de nueva cuenta.

— Si... Ella misma. – Habló con desánimo. — Tengo dos hijos, el mayor tiene una extraña enfermedad que no le permitía ser padre, pero milagrosamente tuvo la suerte de ese uno por ciento de probabilidades de tener un hijo. Dándonos a mí y a mi mujer la felicidad de tener una nieta... Claro, que nuestro otro hijo no tiene problema alguno, sólo que no ha encontrado el amor. – Comentó lo último con una ceja alzada y un carraspeo en su voz. — De vez en cuando dejan a la niña a nuestro cuidado debido a los respectivos trabajos de mi hijo y su esposa. Por lo que ella siempre juega con todos los juguetes de la tienda. Incluso atiende a los clientes y les aconseja para que compren el más divertido que encuentra ella.

Lesson II: Advertising Helpers. [The Royal Tutor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora