Llegado el medio día en la capital de Grantzreich, los nobles mercaderes hacían un descanso dándose el tiempo de reponer energías. Abrían sus puertas ciertos restaurantes mientras otros locales las cerraban.
Ya no se veían tantas personas caminando por la plaza principal, dejando a los príncipes tomar un descanso luego de haber estado de un lado a otro entregando los folletos, tan sólo faltaba menos de la mitad de sus pilas de hojas. Claro que esto sólo contaba para los príncipes Licht, Leonhard y Bruno. Puesto que Heine había estado ayudando al príncipe Kai con su comunicación para acercarse a las personas. Se veía que el chico aprendía, pero en el momento de accionar no resultaba para nada, apenas lo veían y las personas tomaban otra ruta.
Dado por esto que el tutor real tampoco había podido entregar folletos, pero de igual manera su pila de hojas disminuía porque el príncipe de cabellos largos le robaba alguna que otra hoja intentando que él no se diera cuenta.
— Hermano Kai... – soltó Leonhard algo desconcertado en su voz viendo cómo su hermano mayor seguía de pie intentando acercarse a alguien.
Heine y los tres príncipes menores se encontraban sentados en la orilla de la gran fuente, observando el gran esfuerzo que daba el príncipe Kai para cumplir con el trabajo mientras tomaban jugos naturales que compró el pelirrojo.
No podía hacer más, los malentendidos eran más fuertes que las explicaciones que podía dar su alumno. Lo único que podía hacer por el momento era que éste descansara.
Suspiró y se levantó de su lugar dejando el jugo con sabor a fresas que había comprado para el príncipe Kai en el borde de la estructura de cemento.
— Intenten que Kain se detenga por un momento a descansar, yo iré a buscar la canasta al carruaje.
— ¿Eh? ¿Nos dejarás solos? – dijo el cuarto príncipe mirando de manera incrédula al tutor.
— Hay guardias del palacio cuidándolos ocultos por aquí, no hay de qué preocuparse.
— ¡¿P-pero si pasa algo... y ellos no llegan a tiempo?! – empezó a desesperarse abrazándose al brazo de su hermano de anteojos.
— También hay policías rondando las calles, Leonie. No seas cobarde. – Explicó esta vez Licht, acariciando su propio cabello al estar algo aburrido y no tener nada con que jugar.
— ¡No soy cobarde!
— Creo que sería mejor que Leonhard lo acompañe maestro, ya ve como son las cosas. – Sugirió Bruno con una sonrisa, colocando una mano sobre el hombro de Leonhard. — Nosotros estaremos bien aquí y mi hermano mayor... Ya no puedo seguir viéndolo así, le diré que venga a descansar. – Dijo esto con un tono triste para después posar su mirada en Licht, recibiendo un asentimiento por parte de éste.
— De acuerdo, cuento con ustedes. – Heine cerró sus ojos y bajo su mentón en modo de comprensión, luego se giró y comenzó a caminar. — Vamos Leon, no se vaya a quedar atrás. — Avisó comenzando a correr, viendo que su plan era satisfactorio cuando el príncipe Leonhard de un solo brinco se puso de pie y empezó a perseguirlo rápidamente.
— ¡Ah, no! ¡Espera, Heine! ¡No me quiero perder! – exclamó el rubio mientras lo seguía y luego ambos perderse entre la multitud.
— De lo que es capaz de hacer Heinecito para mover al terco de Leonie.
— Si... Por eso es mi maestro. – Licht miró con desagrado a Bruno, ya que siempre que decía algo lindo de su maestro le aparecían estrellas de los ojos. — Bueno, ahora es nuestro turno de mover a alguien terco. – Volviendo de su trance, Bruno se levanta de donde estaba sentado.
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Lesson II: Advertising Helpers. [The Royal Tutor]
Hayran KurguSegunda parte de "Lesson: To take care of a sick person". De las nuevas órdenes del rey Viktor von Grantzreich, encomienda a Heine para evaluar una nueva actividad para sus hijos. Por alguna extraña razón el Café donde trabaja Licht está en malas co...