El cielo azul y la suave brisa de esa mañana en el reino de Grantzreich daba indicios del buen día que habría, llenando los corazones de sus habitantes con energía y gozo en su búsqueda de disfrutar y aprovechar lo mejor posible.
Siendo de esta manera, todo el mundo sonríe ante tal buena vibra... A excepción de ciertos rubios que se habían madrugado para ahora estar frente a un reto colosal.
Ahora justo ante sus narices, los príncipes de Grantzreich miraban desconfiados hacía la construcción a la que debían entrar.
Leonhard con una especie de tick en el ojo, Bruno ajustaba sus anteojos y Kai sólo se mantenía tranquilo acariciando a un ave mientras Heine ya estaba por abrir la puerta.
— Heine... ¿Puedes explicarme una vez más por qué estamos aquí?
El mencionado se detuvo y devolvió sus anteriores pasos.
— Ya es la sexta vez desde ayer, príncipe Leonhard.
— ¡No comprendo! ¡¿Por qué debemos trabajar?! – haciendo un berrinche, a Leonhard le ardían las mejillas por la rabia.
— Comprendo lo que debemos hacer, pero maestro, tampoco entiendo de qué va todo esto. – Dijo Bruno mientras recogía el sombrero de copa de Leonhard, puesto que todos llevan ropas de gente noble para pasar desapercibidos como príncipes.
— Que remedio... De acuerdo, lo volveré a decir. – Contestó el pelirrojo a la vez que caminaba hacía un letrero. — La lección de hoy se basa en sus habilidades comunicativas, las cuales las desarrollaran mientras trabajan para el "Café Mitter Meyer".
— Pero trabajar tan repentinamente... Jamás he trabajo. – Murmuraba Leonhard a la vez que jugaba con sus dedos de una manera infantil.
— Puedes estar tranquilo, el trabajo que se les asignó no es tan tedioso como el de los meseros. – Explicaba Heine en una especie de convencer al rubio para que entre de una vez al café.
— Y... ¿Tiene que ser especialmente este café, maestro?
— Se vió la oportunidad. – Respondió esquivo, porque obviamente los príncipes no se podían enterar de la razón por la que estaban ahí hoy. — ¿Ya podemos entrar? – preguntó ya algo impaciente.
— ¡Espera, Heine! ¡Aceptaré trabajar sólo si después recibo una recompensa! Trabajaremos como ayudantía, o sea que no nos pagarán. Pero no sería justo que después de tanto esfuerzo no reciba nada. – Decía el cuarto príncipe manteniendo una sonrisa arrogante y sus brazos cruzados.
«Oh... Ya veo a que quiere llegar.»
— Exactamente, es como dices. Por eso ya tengo un encargo de pasteles para llevar cuando volvamos.
— ¿Pasteles? ¿Qué clase de pasteles?
— Hm... Son bastantes a decir verdad, pero si van incluidos los sachertorte.
— ¡Sachertorte! – a Leonhard se le iluminaron sus ojos azules con sólo escuchar que comería su postre favorito.
«Que rápido picó el anzuelo.»
— Sin embargo, se los daré si hacen bien su trabajo y cumplen con la lección. Ahora, ¿Podemos entrar de una vez?
— ¡Espera, Heine!
— ¿Y ahora qué? – dijo de un modo molesto, pensando que le estaba tomando el pelo.
— ¿Qué le sucede a Licht?
Leonhard señaló detrás de ellos como a Licht pareciera que se le estaba siendo extraída el alma de su propio cuerpo.
— Es cierto, a estado así desde antes que llegáramos... He intentado llamar su atención de distintas maneras pero no reacciona. – Con tono frustrante y curioso, el príncipe Bruno movía una de sus manos enfrente de su hermano menor. Pero Licht no se movía ni miraba en absoluto.
ESTÁS LEYENDO
Lesson II: Advertising Helpers. [The Royal Tutor]
FanfictionSegunda parte de "Lesson: To take care of a sick person". De las nuevas órdenes del rey Viktor von Grantzreich, encomienda a Heine para evaluar una nueva actividad para sus hijos. Por alguna extraña razón el Café donde trabaja Licht está en malas co...