Recuerdos alterados

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-Hola. Belluz.- Me saludo una figura largirucha. Su cuerpo era de un brillante azul, solo se le podía distinguir la máscara que traía puesta.

- ¿Eres quien creo que eres?- Era obvió que la pregunta era estúpida, pues tenía la máscara del ilegible puesta. Aun así todo esto me daba mala espina.

- Soy el Ilegible; creador de sueños.- Dijo con esa voz que me daba toda la grima del mundo.

-¿Entonces tu eres el responsable de todo esto?

-Tienes que dejarlo ir.

-¿Dejar ir que?

-Tu dolor.- Alzó la mano y ante mis ojos apareció el cuerpo de Eny cubierto de sangre; no pude evitar gritar su nombre y lanzarme hacia ella, pero la imagen se desvaneció antes de poder atraparla.

-¿Por qué lo haces?- Le dije arrodillado y con la mirada clavada en el suelo.

- Se aproximan días oscuros Belluz y no podrás con ellos si continuas haciendo promesas que no podrás cumplir.

-¿También tu?-Me puse de pie lleno de furia por esas palabras que tanto odiaba.- ¿Dices que no podre cumplir mis promesas? La muerte de Eny es algo que no podre olvidar jamás. Es mi pecado no haber podido ayudarla y cada que pienso en ello me da fuerza para poder proteger a la gente que quiero...

- ¿Como ella?- levanto de nuevo su brazo y volvió aparecer Eny... No... Esta vez era Eva.- ¿Por qué te prometiste protegerla a ella? Será por que...

-No tiene nada que ver... -Me estaba empezando a sacar de quicio.

-Claro que lo tiene... - Dijo desvaneciendo lentamente, segundos después apareció Karin herida pidiendo que fuera a rescatar a Eny... En verdad tenía que verla morir de bueno. No lo soporto.

Tome mis cosas y fui a meterme al edificio de la misma manera. Me había funcionado y hasta escapamos... Solo que su suerte había sido la misma.
Baje de la ventilación y me acerqué a Eny en silencio.

-Eny. Vine a rescatarte.-Dije en voz baja mientras cortaba las cuerdas de sus muñecas y pies.- Vamos.

-¿Quién es Eny?- Dijo con voz cansada.

-¿Qué? No es momento para bromas. Tenemos que salir de aquí.- La tome del brazo y la levante despacio. Eran tan menuda que parecia una muñeca.

-No estoy bromeando.- Comenzó a voltear por todas partes como si buscara algo.-¿Dónde estás estamos y dónde está Arly?

-Espera ¿Qué?

-Belluz. ¿Qué dónde esta Arly?- No puede ser... - ¿No me digas que todo esto es culpa de una de tus máscaras? ¡Y que es esta ropa! ¡Un camisón!

-Cállate y sígueme.- La jale del brazo hacia la puerta que daba a la azotea.

-¡No!- Se soltó de un jalón. ¡¿Explícame que pasa?!

-Te Lo explicó cuando salgamos de aquí.

-¡No!

-Estamos en peligro ahora mismo. Tenemos que salir de aquí antes de que llegue Ghiño.- Empezaba a darme ganas de dejarla aquí.

-¿Amigo tuyo?

-No. Más que eso.

-¿Tu padre?

-¡No! Que asco.

-¡Belluz! Que sorpresa.- Reconocía esa voz tan repugnante. Ghiño había llegado.- Vaya... No pensé que llegaras tan rápido.

-¡Cállate! Maldito cerdo.- Tenía un odio tan grande hacia el, uno que no me importaría nada con tal de hacerlo sufrir.

- ¿Son amigos o algo?- Soltó Eva de pronto. Un silencio invadió la habitación, y una sonrisa apareció en el rostro de Ghiño; en verdad la odiaba... Era repulsiva.

BelluzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora