Epílogo.
Los grandes pasillos del lugar le hacían sentir tan pequeño...
América llevaba entre sus manos carpetas "necesarias" según Inglaterra para la reunión, para él eran igual de necesarias que el traje que llevaba puesto. Mientras avanzaba a paso lento, abrazando aquellos papeles a su pecho, su ex-tutor pasó a su lado, se miraron.
Aún recordaba la mañana en que encontró a un figura frente a la tumba de Alexander Hamilton, rezando y con los ojos cerrados, claramente se sorprendió al descubrir que era Inglaterra murmurando un «gracias, por cuidarlo, por todo». América lo sabía, Alexander se lo había confesado en su última carta dirigida hacia él, como, al final, le pedía que le diera una oportunidad al inglés y solucionaran ese conflicto antes de lastimarse más. Sin interrumpir aquel acto, América decidió irse de ese lugar y regresar por la tarde. Debía planear una buena charla con el que le enseñó y educó.
El cariño que ambos se tenían (además de un empujón indirecto por parte de Alexander) fue la base para iniciar un camino de pequeños pasos hacia su reconciliación, Inglaterra resultó ser más comprensivo y dócil luego de que América le confesara sus razones para independizarse. No fue fácil, tampoco rápido, pero estaban seguros de que era mejor así.
—Buenos días, América. —el mayor asintió y continuó su camino con las manos en los bolsillos.
América sólo atinó a sonreír antes de correr a alcanzarle. Entraron juntos a la sala de juntas, donde miles de naciones charlaban entre ellas, era un salón lleno de energía, igual que él...
Sacudió la cabeza y tomó asiento en el lugar señalado con una pequeña bandera, su bandera. Nunca le diría a nadie, pero esa bandera era más que un símbolo de orgullo, era todo por lo que luchó y seguirá luchando.
Una vez que Inglaterra paró su pelea diaria con Francia, Alemania dio inicio a la sesión. América fue el primero en pasar a dar su discurso acerca del tema a tratar ese día, puso los papeles frente a la mesa y repasó unos segundos antes de comenzar a dibujar con la tiza dispuesta en el pizarrón detrás de él.
Terminó con su dibujo, enérgico, América explicó su plan.
—Si unimos fuerzas —fugazmente notó una sombra frente a él, detrás de todas la naciones y las personas presentes, Alexander lo miraba, sonriendo y con los ojos llenos de orgullo, asintió, como indicándole que siguiera—, incluso el problema más difícil encontrará solución.
Fueron segundos, pero América los sintió igual que horas: Alexander Hamilton alzaba la pluma en su mano hacia el cielo.
Hamilton no era un mito griego, no era un santo y mucho menos la representación de una nación. Era un humano, uno que había dejado una huella gigante.
Más importante aún, era su amigo.
*
La junta terminó, un desastre entero pero así era más interesante. O eso le gustaba pensar.
Regresando por el mismo pasillo, América sonreía con melancolía. La mano de Francia en su hombro le hizo despertar de su ensoñación.
Parecía ayer cuando Francia fue de los primeros en enseñarle el mundo de los países independientes, cuando parecía que iba a caer en cualquier momento pero ahí estaba, de pie, igual de primoroso y romántico, igual de depravado y quejumbroso.
—Iremos a un pub cercano, ¿quieres venir?
—Uh, hola de nuevo —se detuvo frente a Francia quien no quitó la mano de su hombro, se rascó la barbilla nervioso—.
—Oh, mon cher, no es necesario que pongas una excusa así —América se sintió expuesto, pero Francia sonrió paternalmente, dio un apretón en su hombro antes de seguir—. Lo veo en tus ojos. Todos tenemos la misma mirada cuando nos damos cuenta del tiempo que ha pasado desde que vimos morir a seres queridos. Es parte de crecer. No te preocupes, diré que tienes cosas que hacer.
Guiñó un ojo con confidencialidad.
—G-Gracias.
—Está bien —entonces el Francia seductor volvió, puso dos dedos en su frente y se despidió—. Pero la próxima vez la primer ronda corre por tu cuenta. Au revoir!
*
Trinity Church seguía casi igual luego de un año. Eso se decía en cada visita y, al mirar al pasado, veía que en realidad había una gran brecha entre Trinity Church de hace más de cien años y el de ahora.
América bajó del taxi y pagó, compró un ramo de flores en la entrada a un hombre con una carreta llena de ellas y entró. Caminó sin estar consciente, sus pies ya sabían el camino hacia aquella tumba.
Frente al pequeño monumento donde el nombre de Alexander Hamilton estaba escrito, dejó caer suavemente el ramo y puso una rodilla en el suelo.
—Hey, amigo —murmuró y limpió con sus dedos en polvo en el nombre grabado en la piedra—, como puedes ver, no he desperdiciado mi oportunidad.
El viento soplando en sus cabellos le acarició, cálido y reconfortante. Se sentó a lo indio y se desató un poco la corbata que le molestaba desde el inicio del día.
—Lo sé, ha pasado tiempo... hay muchas cosas que contarte, ¡verás...!
*
¿Puedo escribir un mensaje, puedo?
Well... no es mi primera vez escribiendo un fanfic, creo que eso está claro.
¿Por qué Hetalia y Hamilton?
Porque inician con la misma letra.
Okno.
Hetalia muestra un lado algo más... bizarro y atractivo de la historia, de nuestro mundo. De como, a pesar de la guerras, las muertes, las malas decisiones, el odio, la sangre y la muerte, las amistades no se rompen, el amor fraternal sigue estando ahí, de pie para dar una ronda más.
Hamilton muestra que el amor a las personas es tan efímero como la vida misma, pero que puede traspasar las barreras del tiempo y parecer la misma rosa fresca del jardín de la abuela. Del perdón y el olvido, de luchar por una misma causa y seguir nuestro instinto.
Podría seguir describiendo cada cosa que me enseñaron estos dos bellísimos fandoms, pero entonces esto quedaría más largo que el capítulo mismo.
Anyway, infinitas gracias a las personas bellas que llegaron hasta acá, conmigo. A las que me dijeron que lo que escribía no era basura, a las que les gustó lo que escribí, a las que les llegó los feels... y a todas aquellas personas en general, por leer.
Hemos llegado al final de este pequeño pero importante proyecto para mí :,)
Gracias de nuevo. Los amo.
And remember, do not throwing away your shot.
I'll see you on the other side, y ¡hasta la pasta!
Ciao, ciao!
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ESTÁS LEYENDO
Alfred Jones, ese era su nombre
Fanfic"Querida Elizabeth Schuyler. ¿Has visto alguna vez a Inglaterra llorar?"