🍼4° mes

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—Es normal, es normal. –repitió Manuel.

Su espalda dolía y cada vez que se cepillaba los dientes sus ansías sangraban. Para beneficio, su matrona descarto todo problema con su embarazo y eso no pudo poner más contenta a la pareja.
Manuel cocinaba una sopa para calmar los nervios, descansaba cada cierto tiempo, ya que, las punzadas en su larga y delicada espalda eran horribles. Se escuchó un gran estornudo por parte de su habitación, eso alarmó al cocinero y miró hacia la escalera, su ceño se frunció al observar como Martín bajaba por este.

La situación esta algo grave, el argentino se contagió de gripe y eso era inevitable en esta estación. Los pasos de Martín eran lentos y débiles comparados a los que se acostumbraba a ver, era una gran diferencia.

—Tincho, a la cama al toque. –Advirtió Manuel.

—¡Pero, Manu! –comenzó a hacer un berrinche.

—A la cama, vas a cagar más y ambos no queremos esa wea.

—Manu, dame amorsh.

Martín abrazó a Manuel por la cintura inclinando sus labios mientras acercaba estos a los contrarios, la mano de el ojos miel se interpuso. Podía jurar que su esposo se veía verde de lo mal que podía estar y si lograba contagiarlo sería peor. Sólo dejó que Martín abrazara de él e hiciera mimos a su pancita.

—¿Quieres sopa? –Preguntó Manuel.

—Ya, mamá.

—¿Tú madre te pide qué te pongas en cuatro? –contestó con sarcasmo.

—Mi hijo saldrá y ya verás como vas a morder almohadas. –alzó ambas cejas con una cara de perversión mal hecha.

Manuel carcajeó y respondió: –Mejor anda ha acostarte en el sillón.

—¡Quiero un beso, che! Que hace rato que no me los das.

—No me quiero resfriar, ¿tay weon?

—Huevón por vos.

Se sentó en el sofá y cambió de programa la televisión, recibió una manta por parte de Manuel y un beso en su frente. Este argentino no podía extrañar los mimos que le entregaba su esposo, pero amaba que su ojos miel se preocupara por él.
En poco rato le entregó una bandeja con un jarro para sopas; se veía deliciosa y el olor que emanaba era autentico... Todo perfecto.

—Comestible. –mencionó Hernandez en broma mientras se ponía serio.

—Yaaa. –Alegó Manuel.

Pronto el embarazado se sentó junto a él con la misma bandeja y mismo jarrón. Ambos comenzaron a disfrutar de su calientita sopa, afuera llovía fuertemente y la televisión daba una película para estos momentos; era un ambiente increíblemente agradable, y para incrementar la alegría entre esos dos podían descansar todo lo que quisieran.

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El día finalizó y Martín era tratado por la finas, y suaves manos de Manuel, a el argentino le subió de forma repentina la fiebre y rápidamente acuñó de su esposo. Ahora mismo se encontraba en cama y con paño en su frente, el cual lograba relajar bastante, y un termómetro se encontraba bajo su hombro.
Sus claros ojos admiraron de Manuel, quien se encontraba en pijama e intentaba encontrar unas pastillas para calmar la fiebre. Una vez encontradas quitó del termómetro y miró la larga linea que media la temperatura hasta el grado 38.5°, Manuel se inquietó y rápidamente fue a buscar un vaso con agua para dar las pastillas.

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—Puta la wea.

Se quejó Manuel mientras que acariciaba la cabellera de Martín, este tenía los ojos cerrados relajado por las acaricias de su esposo. Sus mejillas estaban finamente sonrojadas por su alta temperatura.

El ojos miel suspiro antes de hablar.

—Obligado a llevarte al médico. –sonrió con malicia.

—No, che. Amorcito de mi vida, no me hagas esta pelotudez. –se alarmó Martín abriendo lo más posible sus ojos.

—No me queda otra opción.

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¿Qué podrían pensar los demás en el hospital con tal grito que dio Martín?

Maratón 2/5

Positivo [ArgChi] MPREGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora