🍼Empezando 7° mes

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—¡Manuelito! Venga ha almorzar —Llamó la nanita.

—¡Nooo! —solloza.

—Manuel, po. Venga.

—Quiero a Martín. —Ahoga su llanto en la almohada.

—Te he hecho lasaña, ¿Quieres postre o no?

El chileno asomó su cabeza, su pancita era tan notoria que juraría que ya no puede crecer más de lo necesario. La melancolía aún estaba aferrada a Manuel y con el ánimo que le da, seguramente será así hasta que se demuestre lo contrario.

Una exquisita lasaña se posó en la mesa, las capas de carne eran abundantes y la salsa sobresalía para darle un aspecto apetecible, el servicio ya estaba listo y una ensalada liviana estaba en un plato aparte. Agua fue lo único que le recomendó ha tomar su matrona y por primera vez Manuel pensó que tenía a Salfate en persona, la bebida le hinchaba tanto que decidió no tomar más entre sus últimos meses de embarazo.
Manuel, finalmente, bajó hasta el comedor, sentándose en la silla que conectaba directamente con la mesa.

—Oh, weon, que rico. Doña María, estoy que me divorció y me caso con usted.

Provocó carcajadas sucesivas y al guiñarle un ojo esta decayó para toser. El tiempo se concentraba en el frío, se recordaba que es primavera solo por las mayorías de plantas y árboles están florecidas... Y fue de suerte que la casa de Manuel esté más bellas que nunca por la decoración que les daba sus flores.
El chileno esperó la indicación para que se pudiera servir, pero al ver que ella sólo lavaba platos; se levantó semi irritado por volver a discutir con ella.

—Señora María, venga y almuerce conmigo. No le quiero repetir, usted se está adentrando a nuestra familia.

—Manuelito, no lo quiero molestar, después voy ha almorzar.

El mencionado infló sus mejillas.— Entonces no almuerzo.

La señora se cruzó de brazos y dejó de hacer lo que hacía para secarse las manos, y girar hacía Manuel

—Ya, cabro de mierda. Vamos ha almorzar. —Ambos sonrieron y juntos fueron a disfrutar de la comida.

🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼

Martín alegremente entraba a la casa, argentina había ganado una vez más y eso ponía su felicidad al límite. Quería darle tantos mimos a Manuel, que tan solo verlo se tiraría encima de él.

—¡Amooor! —musitó llamando a su esposo.

—¡Andate a la CTM!

—¿Kieee? Manuel de mi amor. ¿Otra vez? —replicó con su ceño fruncido dejando sus cosas en el sillón.

—Pues, si, bebé. —intentó un tono cubano.

—Che, por la remil puta. ¿Volviste a ver Caso Cerrado?

—¿QUIÉN YO?

—No, mi pija. —dijo mientras subía las escaleras para encontrar a Manuel.

—Shaaaaa.

—Prefiero que veas «Lo que callamos las mujeres».

—Repitieron el capítulo, amor. Ah, oye.

—¿Qué?

Al abrir la puerta quitó de su corbata, admiro de Manuel acostado en pijama y al sacarse los zapatos; se tiró libremente hacia la cama.

—Me podi' matar junto a la guagua. Me tocai y ya te veré en el tribunal.

—Adivina quién gano hoy.

—Brasil.

—No, mi equipo, mi corazón, mi vida... Argentina.

—Adivina quien se está a punto de tirar un peo.

—¡Por la mierda!

Risas exageradas se escuchaban en la habitación y un Martín actuando de la misma manera salió tapándose la nariz. —Oh, weon. Realmente me cagué.

—¿Me estás haciendo de pelotudo?

—¡MARTÍN SACAME POR LA CRESTA Y ABRE LAS VENTANAS!

Me sentí inspirada en lo último ndjsna

Positivo [ArgChi] MPREGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora