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Una vez visualizamos el campamento de la bruja, un fauno le lanzó una flecha al lobo para que no pudiera avisar. Bajé del caballo y me coloqué al lado del centauro, la oscuridad de la noche junto con el espeso bosque nos ayudaba a mantenernos escondidos.

-Ahí están- dijo Orius señalando a Ed y a Norte, estaban lo suficientemente cerca del campamento para poder ser iluminados por el fuego de su hoguera, pero lo suficientemente lejos para poder escabullirme a desatarlos sin que se dieran cuenta, amarrados a un árbol cada uno. Habría jurado que Edmund se vería asustado, pero no era así, tenía una mirada intensa, analizando con nerviosismo sus alrededores, mientras que Norte parecía dormir.

-Ve, te cubrimos- me animó Orius, así que lentamente me fui acercando a gachas hacia donde estaba Norte, se veía delgado y golpeado; pude ver marcas de rasguños y mordidas en sus brazos y piernas

-Oh mi pobre Norte ¿Qué te han hecho? - susurré haciendo que despertara; al verme pareció recuperar un poco de vida.

-Oeste- susurró cuando le quite el trapo que tenía en su boca, su ojo derecho tenía un moretón y tenía una cortada en su labio inferior, me dolía verlo asi.

-Shhhh, vamos, ve con Orius - le dije mientras lo desamarraba, lo ayude a levantarse y lo encamine hacia donde estaba el centauro, una vez segura de que podía mantenerse en pie por sí solo, fui por Edmund el cual se alteró al ver que me acercaba y parecía buscar a Norte con la mirada, habían estado de espaldas y separados por un pino de distancia -Tranquilo, soy yo, Oeste- le susurré y una vez que vio mi cara se tranquilizó, él estaba en mejor estado que Norte, estaba flaco pero no tenía marcas de más que un par de moretones y una cortada en su labio inferior.

Terminé de desatarlo cuando se escuchó un alboroto que venía del campamento

- ¡Mierda! Debemos irnos ¿Puedes caminar bien? - le pregunté y él asintió, íbamos a empezar a correr, cuando llegó Orius con Norte montando en él y mi caballo sujetado por las riendas

- ¡Los prisioneros escapan! - gritó un minotauro mientras se escuchaban las pisadas de los demás seres de la bruja. Ayudé al chico a subir al caballo para acto seguido subir yo y todos salimos rápido de ahí.

Cabalgamos rumbo al campamento a galope, no podíamos dejar que nos alcanzaran; podía notar que Edmund estaba muy nervioso debido a que sentía sus manos temblando alrededor de mi cintura

- ¿Te sientes bien? - pregunté volteando a verlo rápidamente y pude notar que estaba muy pálido

- ¿Qué me harán? - tartamudeó, podía entenderlo, los únicos narnianos con los que había convivido lo habían maltratado

- ¿Qué me van a hacer cuando lleguemos? - preguntó nervioso y un poco alterado, uno de sus dedos se resbaló por la tela de mi blusa, dejándome sentir su piel helada. Me detuve un momento, me quité mi capa y se la coloqué al chico

-Nada, no dejaré que te hagan nada, lo prometo- le dije tomando su mano mientras con la otra tomaba la rienda del caballo para hacerlo volver galopar, había dejado que se fuera y por mi culpa estaba así de mal; no dejaría que eso volviera a pasar.

- ¿Por qué eres tan amable? - su voz se había suavizado un poco -Soy tu guardiana, me encargaré de ti, no te preocupes- le contesté y voltee para darle una sonrisa -Eso lo explica todo- susurró -Y. ¿Qué es una protectora? - preguntó a lo que reí -¿Siempre haces tantas preguntas?- la tensión del ambiente se iba disipando

-Soy curioso por naturaleza- dijo con una sonrisa, desde que lo conocí nunca lo había visto sonreír -Te lo explicaré más tarde- respondí

-Ahora intenta descansar, ya estás a salvo- añadí acariciando suavemente su mano a lo que él respondió aferrando su abrazo lo cual hizo que mi corazón saltara y un cálido escalofrío recorriera mi piel

LATIDO/ El león, la bruja, la profecía y los guardianes (LCN#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora