—Buenos días Madison—saludó Holly al llegar al spa. Aun no entraba a su turno, pero siempre le gustaba estar temprano.
—Buenos días Holly—contestó devuelta Madison.
—Estaré atrás por cualquier cosa—sonrió Holly antes de irse a los camerinos a dejar sus cosas. Se amarró el cabello en una coleta alta y se acomodó el uniforme. Odiaba su uniforme porque le quedaba muy apretado. Tal vez es porque tenía unos pechos grandísimos y unas curvas anchas. Eso hacía que el uniforme la hiciera lucir a punto de reventar. Escuchó su teléfono sonar y sonrió al ver el mensaje de Justin.
Buenos días pequeña Holly :)
Él no había dejado de enviarle mensajes toda esta semana. No es cómo sí a ella le molestara. No le molestaba en lo absoluto. Sobre todo no le molestaba las llamadas de por la noche cuando él le decía lo duro que estaba y que lo ayudara a liberar a su amigo. Ella no se quedaba atrás y le respondía a los coqueteos. Incluso llegaba a susurrarle cosas para que este gimiera y se viniera. Él también lo hacía. Le pedía fotos de cómo se iba a dormir, de sus bragas, de sí estaba mojada o no y ella se las enviaba. No sabía porque, simplemente encontraba excitante sus llamadas calientes y sus gemidos cuando ambos se tocaban a la vez. Estaba segura que ella en persona jamás sería así. Jamás se comportaría así, pero era a través de una pantalla y eso le daba la valentía demostrarse atrevida. Era donde únicamente se sentía una chica sexy. Él la hacía perder la cabeza con sus palabras, con sus susurros y sus pensamientos sobre ella. Era él la que la incitaba a tocarse, la que le decía que se masturbara pensando en él. Era él quien le decía cosas sucias para que ella perdiera la cabeza y gimiera de placer. Era él quien le enviaba fotos de su amigo a punto de reventar en los boxes, pero sobre todo era él quien la llamaba por video llamada para que viera cómo se corría. Suspiró guardando su teléfono en el casillero sin contestarle. No le hacía bien tenerlo encima y leer las conversaciones de ellos. No, definitivamente no. Le encantaban las llamadas y las fotos calientes, pero se sentía incomoda y avergonzada cada vez que caía en cuenta que él era un extraño que había conocido en su trabajo. Se avergonzaba de comportarse así cuando él prácticamente era un desconocido. Aunque claro, ella ya había investigado sobre él y era cierto cuando este dijo que todo el mundo lo conocía en la ciudad. Era uno de los empresarios más poderosos de Seattle. Era conocido por su empresa de servicios de transporte privado, pero también por sus inversiones en diferentes negocios. Era inversionista de pequeñas compañías, tenía algunas fundaciones de beneficencia y era dueño de muchos locales de la ciudad entre ellos el spa. Sin duda todo un multimillonario. Nunca ha tenido novia seria y tiene una larga lista de amantes. Ella había visto las diferentes fotos con las chicas que había salido. Ninguna era cómo ella. Todas eran rubias, pelinegras o pelirrojas. Ninguna castaña y eso la hacía preguntarse si ella no era la primera en su lista de amantes. ¿Lo era? Esperaba que no. No quería ser amante ni un juego para nadie. Ella había venido a la ciudad a trabajar y a dejar el pasado atrás comenzando una nueva vida con su mamá. Lo menos que quería era pasar por una relación en donde terminaría lastimada y eso era lo que iba a pasar si seguía hablando con Justin y haciendo las cosas que hacían. Era obvio que él quería sexo con ella, ella también ¿Pero solo sería eso? No, al menos no para ella. Ese tipo de mujeres que salían con el chico y tenían sexo convirtiéndose en su amante de paso no iba con ella. No era así, ella no era ese tipo de mujer. Y sabía que si seguía haciendo lo que hacía con él por las noches este tendría una idea equivocada de lo que ella era y de lo que quería. Cerró su casillero y se dirigió a su habitación a esperar a los clientes. Abrió la puerta y se quedó muda al ver la persona que estaba esperándola. No podía creerlo. ¿Qué hacía ahí? ¿Cuándo había llegado?
—Hola preciosa Holly—sonrió Justin viéndola y esta negó incrédula. No podía creer que él estaba ahí. ¿Qué hacía ahí?
—¿Qué haces aquí?—preguntó ella sorprendida y Justin se mordió el labio viéndola de arriba abajo. Amaba ver como el uniforme se le ceñía perfectamente a su cuerpo. Él muy bien sabía lo que ese uniforme escondía. Muy bien sabía lo que había debajo de este. Conocía perfectamente el cuerpo de ella a pesar de nunca haberlo tocado o verlo en persona. Conocía muy bien cada curva de este. Y moría por recorrerlo como tantas veces había estado soñando estos días. Moría recorrer esas curvas que lo habían estado torturando todo estos días. Él no se reconocía. No reconocía la manera en la que había estado actuando estos días. Él nunca fue un chico de masturbarse, tampoco de tener muchos sueños eróticos corridos hasta ahora. Se había estado comportando como un crio precoz por ella. Podía cerrar los ojos e imaginarse todo lo que habían estado haciendo estos días. Podía recordar las video llamadas en donde ambos se mostraban como Dios los trajo al mundo. Escuchar los susurros de ella pidiéndole que se toque para ella. Podía escuchar los gemidos de ella llamándolo mientras se masturbaba con su vibrador. Joder! Tenía todo grabado en su mente como si de ayer se tratara. Las llamadas, los mensajes, las fotos, los susurros, los gemidos. ¡Todo, absolutamente todo! Y eso lo hacía perder la cabeza. A cada segundo sentía que su bulto explotaría. ¡Debía controlarse! No era un crio precoz para estar haciendo esas cosas y sentirse que en cualquier momento perdería la cordura. No, él era un adulto y debía comportarse como tal. Pero no podía evitarlo, no cuando Holly West era la culpable de que él se comportara como un crio. Excitándose de una manera inexplicable. No cuando era ella la que lo hacía perder la cabeza. Así se sentía cada vez que oía su voz todas las noches cuando le preguntaba por su día y terminaba tocándose íntimamente mientras gemían el nombre del otro. No, definitivamente debía dejar los jueguitos atrás. No podía irse más con rodeos. Ambos eran adultos y tenían muy claro la gran tensión sexual que había entre ellos. Así que, ¿Por qué atrasar algo que ambos en el fondo quieren que pase? Era obvio que él quería dar el siguiente paso y por eso había ido a verla al spa temprano en la mañana. Se acabaron los juegos. Iba a invitarla a salir y dejar que la noche fluyera. No quería tampoco arruinar las cosas con ella. Era una chica increíble y le encantaba ver lo diferente que era ella cuando hablaban por teléfono comparada con la sexy, pero tímida chica qué tenía al frente. Sin duda dos personalidades, una misma persona. Además, no estaba seguro que podría soportar otra noche masturbándose pensando en esos grandes pechos que ella tapaba con su uniforme, no, no iba a soportarlo más. Moría por recorrerle ese delicioso cuerpo con sus manos y sus labios.
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Hands Of Love {Justin Bieber Short Story}
Short StoryJustin Bieber y Holly West sentían una fuerte atracción sexual por el otro. ¿Pero solo era eso o algo más? ¿Ella era simplemente la conquista del momento o algo más? ¿Él era más que una ilusión o algo más? Ella era la nueva masajista de su spa favor...