Entrenamiento.

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"¿Qué estoy haciendo?" Se preguntó Curudil mientras la cola avanzaba.

A su alrededor se extendía uno de los patios frontales del palacio. La cola, sin embargo, le daba la vuelta entera a este. Al final de esta, estaban Elrond y su secretario; Lindir.

La mayoría de los elfos conversaban entre ellos, otros, entre ellos Curudil; estaban visiblemente nerviosos. Unos
cuantos, mantenían el semblante adusto. Como el elfo que estaba delante suya, tenía el pelo negro, largo y estaba...Pensativo, supuso Curudil.

-Hola...-empezó a decir "¿Qué se supone que estoy haciendo? " Se preguntó "Necesito hablar con alguien, sino, me volveré a sumergir en un incesante torbellino de cavilaciones sin salida." El elfo del pelo negro lo miró con el ceño fruncido.

-Hola. -dijo él. "Genial, ahora me toca a mí iniciar la conversación"

-Me llamo Curudil ¿Y tú?

-Daegor.- contestó fríamente. Se hizo el silencio. - Y dime, ¿Qué te trae por aquí Curudil? -Curudil suspiró, y se apresuró a responder.

- Lo mismo que todos, para... Poder estar en la batalla. - Daegor lo miró arqueando las cejas.- Bueno... Y ya que estoy allí, tomar cartas en un asunto relaccionado con mi investigación. ¿Y tú? -se apresuró a añadir.

- Vengarme. -Curudil lo miró, sorprendido- Mi padre, murió a manos de los orcos. La mayoría de estos elfos- prosiguió- van para buscar fama y dinero.
>>Mercaderes que buscan comerciar en otros sitios, gentes que buscan fama.... Y, al parecer,-dijo con una macabra sonrisa- académicos que buscan su propio beneficio.

Curudil apartó la vista azorado e indignado a su vez. ¿Pero quién se creía que era ese Daegor para meterse con él tan deliberadamente? Él tampoco tenía madre, ni padre y no sólo iba para hacer avances. En los últimos días se había convencido de que también iba para ayudar.....

De repente, las campanas sonaron, indicando que ya había pasado una hora. Entonces, se produjo el cambio de guardia.

Los guardias apostados en las entradas dieron media vuelta e inmediatamente fueron sustituidos por otros con las mismas armaduras y sendas lanzas en los brazo. El elfo de uniforme que se encontraba detrás de la mesa de Elrond se cambió por uno de igual uniforme pero de cara conocida, su hermano.

Este, le sonrió al llegar y le guiñó un ojo, Curudil sonrió a su vez. Entonces el semblante de su hermano se tornó grave y se puso derecho. Y Curudil se recordó a sí mismo que estaba trabajando y que no deseaba que le molestaran.

Fue entonces cuando se dió cuenta de lo poco que faltaba para llegar al final de la cola. Estaba a tan sólo cuatro elfos de la mesa. Un nudo se formó en su estómago.¿Estaba seguro de lo que hacía?¿Estaba haciendo lo correcto?  ¿Era muy tarde para darse la vuelta y volver a su casa?

Apartó todos estos pensamientos de su cabeza, ya había pensado en esto innumerables veces. Y la respuesta siempre era la misma: Sí, Sí, Sí.

Era el turno de Daegor. Curudil vio como respondía a varias preguntas, antes de darse media vuelta, dirigirle una sonrisa desdeñosa y desaparecer tras el arco que llevaba al recibidor frontal del palacio.

-El siguiente- dijo el secretario, Curudil tragó saliva al darse cuenta de que ese era él, dio un paso hacia adelante.

-Bienvenido. -empezó Elrond- Antes de contestar a las siguientes preguntas debes saber que si deseas dar la vuelta y no participar en la batalla, esta es tu última oportunidad. -Curudil le dirigió una mirada nerviosa a su hermano.

-De acuerdo. -dijo. ¿Qué se suponía que debía decir? - Adelante con las preguntas, pues.

Elrond sonrió antes de decir:

-¿Nombre?

-Curudil, Eran.- respondió con toda la firmeza que le fue posible.

-¿Edad?

-1763- Lindir, el secretario lo apuntaba todo en el pergamino que tenía delante.

-¿Familiar o amigo al cuál debamos informar si hay algún percance? - Un escalofrío le recorrió la espalda. Eso de percance no sonaba muy bien...

-Areithel Eran.-respondió casi automáticamente.

-Tienes un hermano muy valiente, teniente.- le dijo Elrond a su hermano.

-No lo dudo,-dijo su hermano- aunque más que valiente, yo diría.. Impulsivo- sonrió divertido. Elrond, soltó una risita.

-Pasa al recibidor del palacio, por favor- le pidió Lindir.

Curudil se fue, un tanto abochornado. Fue entonces cuando llegó  al recibidor ,todos los elfos que iban delante suya en la cola estaban allí  e incluso más.  Los que llegaron antes que él, supuso.

Se sentó en una silla no muy lejos de las puertas, a su lado,  se encontraba un joven elfo pelirrojo y de cabellos rizados este, le sonrió con  timidez cuando se sentó.

Al cabo de un rato, apenas se podía estar en la sala.  Y Curudil,  no hacia otra cosa que no fuera preguntarse, cuánto tiempo tendría  que permanecer allí sentado.  De pronto,  Elrond seguido de Lindir, de Areithel y varios guardias irrumpió en la sala
Todas las conversaciones cesaron y todas las cabezas voltearon al ver a Elrond "Por fin." pensó.

-Elfos de Imladris, hoy os hemos congregado aquí  para saber quiénes serán  voluntarios a participar en la batalla que se librará  a las puertas del enemigo.- Curudil oyó cómo el elfo pelirrojo tragaba saliva. O ¿Quizás había  sido él?

-Todos vosotros, habéis sido registrados. Durante la próxima semana, os entrenareis. Mañana a esta hora habéis de venir a este mismo lugar. Ya podéis iros.

Todos los elfos salieron de la sala.  Curudil, sin embargo, se quedó  en la puerta esperando a su hermano. Cuando todos los elfos salieron del recibidor él se acercó .

-A decid verdad hermanito, -empezó  a decir Areithel- No pensé  que fueras a ofrecerte voluntario.

-¿Tan impulsivo soy que parezco hasta cobarde? -dijo el menor, haciéndo  énfasis  en la palabra impulsivo. 

-No, en absoluto. -dijo el mayor- Y perdona lo de antes, no era mi intención  ofenderte.  Aunque no me puedes negar, que eres un tanto impulsivo.- Curudil frunció  el ceño, ¿Por qué su hermano nunca se equivocaba?

-Supongo- farfulló.

-Que ganas tengo de que comience el entrenamiento .

-¿Por qué?

-A, que no lo sabes.-Areithel sonrió - Yo voy a daros clase de esgrima.

Las ruinas de Beleriand.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora