«¿Puedes venir a mi casa esta tarde?», leyó el chico de ojos verdes y cabello pelinegro, sin creerlo. Mordió su labio, se recostó en la cama, suspiró, cerró los ojos y al rato volvió a leer el mensaje mientras mil preguntas y dudas comenzaban a formularse en su mente. No sabía si era bueno o malo el hecho de que Vic, el jodido Vic, le haya enviado eso de un rato para el otro. Quizá su mente le estaba exagerando y solamente lo había invitado a él y al resto de los chicos.
— Maldito Fuentes, ¿qué estás haciendo conmigo? —murmuró para él mismo, mirando el techo azulado de su cuarto.
Como era apenas mediodía, Kellin decidió dar vueltas en la casa en busca de alguna difracción, jugó con su perro, habló con su mamá, comió y volvió a su habitación, notando que no había pasado ni una hora y media. Rodó los ojos y, rindiéndose, se recostó nuevamente en la cama. Sin darse cuenta, mientras pensaba en qué pasaría dentro de unas horas, se quedó completamente dormido.
El molesto tono de llamada comenzó a sonar, sacándolo de su idiota e infantil sueño. Adormilado, como si fuera una alarma, dejó que sus dedos se deslizaran en la pantalla de su móvil y lo llevó a su oído, apenas abriendo un ojo. Mientras intentaba llevar sus sentidos a la realidad, pasó el dorso de su mano por sus labios ya que (como siempre) había babeado mientras dormía. No todo era perfecto y bonito en la vida.
— ¿Estás oyéndome? —preguntó Vic, otra vez, divertido con la situación.
— Eh... sí.
— ¿Qué he dicho?
— Que... —Kellin volvió a titubear y abrió completamente los ojos, notando que no se había dado cuenta de que estaba hablando con Vic—. Ah, ¡Vic! Disculpa, estaba durmiendo y el sonido del móvil me despertó... un poco.
— Me lo imaginaba —rió el moreno—. Entonces, ¿vendrás?
— Ya voy —respondió y cortó.
Kellin se levantó como pudo y corrió a tomar una ducha rápida, luego buscó ropa casual y se la colocó junto con sus simples vans. No le dio el tiempo para hacer otra cosa más y decidió que así estaba bien, por lo que salió de su casa pasado 10 minutos de aquella llamada. La casa de Vic no quedaba lejos de la suya, así que llegó enseguida y tocó la puerta. Unos segundos después apareció Vic, con su típica sonrisa amable, bien vestido y siempre con su gorra puesta al revés.
— Hey —saludó el moreno a su amigo—, pasa.
— Hola —sonrió el pelinegro y luego entró a la casa. Siguió a Vic hasta su habitación y ahí fue dónde preguntó lo que le carcomía la cabeza—. ¿Para qué querías que viniera? ¿Hoy nos juntaremos todos aquí o...?
Para cuando se acomodaron en distintos lugares de la habitación de Vic, el menor en la cama y el otro en la silla de escritorio que giraba y tenía ruedas, se miraron por unos segundos. El moreno sonrió ante la intriga de Kellin.
— Porque quería juntarme contigo, ¿acaso eso no es suficiente?
— Entonces...
— Sí, quería pasar un tiempo contigo nada más. Como en los viejos tiempos —agregó Vic.
— Genial —sonrió el pelinegro.
Ambos se quedaron callados por un momento, sin saber qué decir, y terminaron riéndose de aquello como un par de locos. Un rato después, encendieron la televisión, la playstation 3 y comenzaron a jugar como dos niños pequeños, peleándose uno a otro o burlándose cuando uno ganaba; no parecía que tuvieran 17 años.
— Debo contarte algo —dijo Vic cuando estaban en el medio del juego.
— ¿Qué cosa? —preguntó Kellin medio distraído, pues era complicado para él hablar y jugar a la vez.
— Creo... que le pediré salir a Danielle —soltó sin más, provocando que el pelinegro perdiera. Volteó a verlo con gesto de confusión—, ¿tú qué opinas?
— N-no sé —Kellin murmuró apenas—, me ha... sorprendido. Creí que no hablabas más con ella.
— Sí lo hago.
— Que bien, supongo... —dijo, evitando su mirada—. Ya debo irme. Lo siento, nos vemos luego.
Kellin se levantó rápidamente, hizo un gesto de despedida con la mano y caminó hacia la salida, sin prestarle atención a los llamados de Vic. Ahora mismo se sentía horrible e idiota al pensar que sus amigos tenían razón y Vic gustaba de él; era obvio que no. Sólo eran mejor amigos y eso no iba a cambiar. Sin darse cuenta, terminó yendo a la casa de Alan. Pensó si entrar o no, pero al final terminó acercándose a la puerta principal para presionar el timbre. Minutos después un tipo alto, al que Kellin reconoció como el hermano de Alan, abrió.
— Hola, ¿está Alan? —preguntó con algo de temor ya que casi nunca había tratado con él.
— Pasa, está en su habitación —dijo simplemente.
Kellin asintió y pasó hacia la gran casa, subiendo las escaleras y pasando por algunas puertas hasta encontrar la que tenía un cartel afuera que decía «Prohibido pasar, muerte y después vuelve». El pelinegro tocó la puerta y al rato apareció un pelirrojo despeinado, sin camiseta y con un simple pantalón de pijama.
— ¿Estabas durmiendo?
— Quizá —sonrió Alan, pero luego se hizo a un lado y lo dejó pasar—. ¿Qué te ha ocurrido que tienes esa cara? —preguntó apenas cerró la puerta y puso algo de música.
— Vic...
— ¿Qué hizo el negro? —preguntó rápidamente.
— Pues... él gusta de la pelirroja, Danielle, ¿la recuerdas? Y al parecer planea pedirle salir, que sea su novia —contó Kellin, desganado—. Y parece que sigue sin recordar cuando el maldito me metió su pene.
— Espera, ¿qué? ¿Cuándo pasó eso y por qué yo no lo sabía? Oh dios, follaron. Kellic fue real —murmuró Alancomo idiota mientras miraba a Kellin sin poder creerlo.
— Uh, lo siento. Fue el día de la fiesta y sólo le conté a Chris la otra vez, luego no se lo dije a nadie...
— Pero, ¿qué mierda? ¿Tan ebrio estaba como para no recordar tu lindo culo? —preguntó, haciendo que Kellin sonriera y bajara la vista.
— ¿Cómo siquiera sabes si mi culo lo es o no? —cuestionó el pelinegro con una risa.
— Sólo lo sé —contestó luego de haberse encogido de hombros—. ¿Quieres hacer algo o quieres que nos quedemos haciendo nada?
— Nos quedemos haciendo nada —dijo Kellin antes de acercarse a la cama y acostarse en ella, siendo acompañado por el pelirrojo.
El ambiente fue llenado gracias a Oasis, así que sólo permanecieron con los ojos cerrados mientras estaban recostados en la cama. El sol poco a poco comenzaba a ocultarse y la temperatura a descender, por lo que Alan le propuso bajar a comer a Kellin, quien aceptó con una sonrisa. Una vez en la cocina, el pelirrojo calentó las porciones de pizza que habían sobrado del amuerzo, sirvió dos vasos con jugo y llevó a su amigo al comedor.
— ¿No te hablas con tu hermano? —preguntó el pelinegro y después dio una mordida a la porción.
— No nos llevamos tan bien... —murmuró Alan.
— Ustedes son muy diferentes, ¿no es así?
— Supongo.
Cuando terminaron de comer, dejaron las cosas en la cocina y al pasar por la sala de estar, Alan pudo ver a su hermano con uno de sus amigos. Le hizo una seña a su amigo para que lo esperara arriba y se acercó a Austin, quien enseguida lo vio.
— ¿A qué hora llega mamá y papá? —le preguntó al castaño.
— En una hora, ¿por?
— Sólo quería saber. Cuando vengan, hazme el favor de decirles que estaré en mi habitación con Kellin —pidió y luego se dio la vuelta para dirigirse a las escaleras.
— ¿Ese era tu hermano? —preguntó el tatuado a Austin.
— Ajá. Pero ni lo pienses, Mitch —advirtió antes de cambiar de canal.
— Aguafiestas —se quejó el nombrado, apoyando su espalda en el respaldo del sofá—. De todas formas, está bien bueno tu hermanito.
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fatal optimist [cashby ft. others shipps]
Fanfiction❝en tus ojos veo las preguntas a las que no tengo respuestas para levantar mentes sospechosas.❞ 29052017; -fronzilla.