Nuevos problemas

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Los cuatro ya se encontraban viviendo juntos y era algo que al omega mayor le fascinaba, no sólo por tener a su pareja, sino también por ver lo feliz que era su amigo con su pareja.

Otabek, desde que vivían juntos, no se separaba de su lado y le encantaba. Cada vez se llevaban mejor. Pero a pesar de llevar dos meses de novio no habían tenido intimidad. El kazajo sabía que su pareja aun no se sentía lista y es por eso que esperaría hasta que lo estuviera, pero esto también causaba inseguridades en el omega.

Un día el pelinegro iba camino a su siguiente clase cuando vio a su pareja, apresuró el paso para saludarlo pero cuando se acercó vio que estaba platicando amenamente con una omega bastante linda, pues tenía muy buen cuerpo, delgada pero con sus atributos muy marcados, su cabello rojizo, piel blanca, ojos azules. Comenzaba a sentirse poca cosa al verla junto a su alfa por lo que decidió hacer como que no los había visto y seguir su camino pero su pareja sintió su aroma y decidió llamarlo.

-Yuuri- dijo el kazajo y cuando el nombrado se acercó notó la tristeza en su aroma-¿Estás bien?

El pelingreo sólo asintió. Mientras la omega se pegaba más al moreno y miraba de arriba a abajo al omega, lo cual no pasó desapercibido para el pelinegro. Pero su estado empeoró cuando notó que la omega había tomado del brazo al alfa y éste no la había alejado.

-Lo siento, debo irme- dijo el nipón y se fue.

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El ruso y el rubio estaban en la sala cuando vieron al pelinegro entrar a toda prisa y correr a su habitación, se encerró sin decir nada.

Aunque habían decidido dejarlo en paz al principio, decidieron ver como estaba al cabo de un rato que no había hecho ningún ruido. Se acercaron a la puerta y escucharon los sollozos del omega. Cuando estaban por tirar la puerta para averiguar que sucedía escucharon que alguien entraba al departamento.

El rubio corrió para saber si el kazajo sabía algo, más al acercarse notó en el un olor demasiado dulce. Ahora entendía porqué de la actitud del nipón.

-Apestabas a omega barata- dijo el rubio y se fue sin decir más y el kazajo no sabía que decir

-¿Qué hiciste?- preguntó bastante molesto el peliplateado, pues no permitiría que volvieran a engañar a su mejor amigo, sin importar quien fuera.

Eres mi omega, ¿o no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora