pervaya lyubov'

993 88 20
                                    

Tony se encontraba en su taller trabajando en la nueva actualización de Friday, ya era hora de que los antiguos logaritmos base de Jarvis desaparecieran de su sistema, aunque eso le quemaba un poco por dentro, aun siendo una máquina, le echaba de menos, después de todo, fue su leal compañero, protector y amigo por muchos años. Además, se aburría, el brazo de Barnes ya estaba listo a la espera de la llegada de la doctora Cho para su completo ensamblamiento y su investigación para curar la maltrecha mente de su oso polar favorito estaría parada al menos por otras ochos horas hasta que los análisis se completaran. Estaba frustrado. Miró el reloj holográfico que siempre lo acompañaba y suspiro con una ligera sonrisa. En menos de cinco minutos cierto rubio capitán traidor aparecería en la puerta del taller con una bandeja llena de comida, seguramente preparada por él, acompañada siempre de una rosa blanca y un mensaje de disculpa los cuales siempre acababan en la basura, o al menos hasta hace un par de días, que había comenzado a leerlas y guardarlas cuidadosamente. Aún se preguntaba, porque Steve hacia todo aquello, el rubio ya lo había tirado a un lado cuando paso todo lo de Siberia, dejó bien claro que no eran amigos, que él solo era imbécil, una imposición del grupo... No tenía sentido hacer todo aquello por alguien que no te importa. El castaño estaba tan concentrado en sus amargos pensamientos, que no se percató de los avisos de su IA que le advertían de la presencia del capitán en la puerta. Friday al ser ignorada por su creador y quizás "Molesta" por ello, abrió la puerta al rubio desobedeciendo las ordenes de Tony de no abrirle.

Steve entro al taller algo sorprendido, y ¿Por qué no decirlo? Feliz, hasta que vislumbró la figura del pequeño ingeniero tan metido en sus pensamientos y con un dolor tan grande reflejados en sus expresivos orbes castaños, que tuvo que echar mano de todo su auto control para no correr hasta él y abrazarlo y consolarlo desesperadamente. Tragó duro y se forzó a sonreír.

-Te dejo esto aquí. –Murmuró dejando la bandeja en una mesa de metal vacía cerca del dueño del lugar.

La inesperada voz del rubio saco de su ensoñación al magnate con un sobresalto que casi provoca la caída de este de su asiento de no ser por unos fuertes y cálidos brazos que lo sujetaron en el último segundo. Tony tardo unos segundos en darse cuenta de lo que pasaba, levantándose y alejándose del soldado encolerizado.

-¡¿Qué coño haces aquí?! –Chilló con una rabia que ni el mismo entendía.- ¡¿Cómo has entrado?!

-Te traigo comida y Friday me dejo entrar. –Contesto conciso y calmado el capitán alejándose un par de pasos para darle su espacio al castaño, no quería volver a repetir aquella traumática experiencia de hacía apenas mes y algo.- Dicho esto, mejor me voy, me alegro de verte y no pongas esa cara de sufrimiento mientras piensas. –Le sonrió cálidamente desconcertando aún más al tecnólogo.

El rubio se giró dispuesto a salir antes de ser echado a patadas de allí, mucho era haber podido verlo a solas en el día de hoy, pero antes de llegar a la puerta el castaño lo paro con una sola palabra.

-Gracias... -Murmuró bajito e inseguro.

-¡De nada! –Contestó el supersoldado girándose y deslumbrando al filántropo con una brillante sonrisa.- Nos vemos en la cena.

-Hasta la cena... -Balbuceo algo desorientado por lo sucedido viendo al capitán salir del taller aun con aquella brillante sonrisa.

El castaño suspiro y casi se desinfló sobre la mesa "¿Qué acaba de pasar? ¿Esa sonrisa era por y para mí?" pensó notando sus mejillas arder mientras un placentero calorcito subía por su estómago hasta asentarse en su pecho haciéndole sonreír.

A la hora de la cena, todos observaban desconfiados la brillante sonrisa del capitán y el aparente nerviosismo de Tony, que más que nerviosismo parecía vergüenza.

¿Como acabé así? (Stuckony) (Pausada)Where stories live. Discover now