Capitulo 15: La visita

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Luego de mandar el mensaje hubiera deseado no haberlo hecho. Que pasaría si me decía no por la bromita del café? Estaba tan asustada y segura de que me diría no que, literalmente tire mi bolso al suelo para hacer una almohadita. Entonces mi celular vibró:

De acuerdo. Quieres qué pase por ti?
Samuel.

Conteste:

No Gracias yo iré.
Mia

A los pocos segundos me respondió un mensaje largo:

Crees que soy idiota como para dejarte ir sola? Pasó en 20 minutos. Repíteme la dirección por favor y espérame en la recepción.
Samuel.

Le di la dirección de mi edificio y me alegro. Creo que está vez la que se portó como una cretina fui yo. Espere 20 minutos exactos y me llego si mensaje:

Ya estoy afuera. Baja por favor.
Samuel

Camine al ascensor y baje hasta recepción y efectivamente, en la entrada estaba su Audi negro. Wow. Hoy definitivamente viajaría a gusto. Lo vi estacionado y volteo a verme. Que vergonzoso. Abrió la puerta con un botón y subí. Le agradecí el viaje y todo el camino fui en silencio. Esto era tan incomodo que me daban ganas de abrir la puerta y aventarme a la carretera, pero pensé en las probabilidades de que mi cabeza girará por completo y decidí no hacerlo. Llegamos luego de 25 minutos aproximadamente y se estacionó frente a un enorme edificio. El mío era de pobres comparado con el de el, pensé.

Solo dio las llaves de su auto al recepcionista y me hizo señas con su mano para que fuera con el. Mia compórtate. Subimos el elevador hasta el último piso y sacó una tarjeta que deslizó en un aparato al lado de la puerta. La abrió y aprecio su bello hogar. Era hermoso. Todos los muebles negros y las paredes de madera caoba. Era una mezcla muy acogedora que me encantó. Muy serio el estilo para alguien de su edad pero hermoso.

–Si quieres dormir hay tres habitaciones subiendo las escaleras. La primera puerta es el baño, la segunda mi habitación y las demás están libres. Toma cualquiera de esas dos. Por favor no abras la puerta del fondo... Es un poco privada para mí.–dejo sus llaves y chaqueta en la barra de un mini bar– Iré a ducharme.

Subió las escaleras que eran de metal negro y madera barnizada. Todo era precioso: En la entrada a la izquierda estaba la sala, con increíbles aparatos y Bien acomodada, por la derecha estaba el comedor negro y atrás de el comedor con vista al frente estaba la cocina. Luego había un pasillo al lado en el que estaba un baño abajo y tenía muebles llenos de libro en esas paredes y a la izquierda estaba la escalera que subía al piso de arriba. Era un hermoso lugar. Deje mi bolso en la sala y discutí conmigo un momento acordando su subía o no. Tal vez solo dormiría en el sillón, no lo sabía.  Me senté en el un rato y de nervios me desprendí todo el pinta uñas rosa de los dedos. Justo cuando iba a subir, Samuel bajo con una toalla enrollada en la cadera y con agua escurriendo por todo su torso, ese hermoso torso, bronceado y Bien tonificado, con su tatuaje en el brazo y unas pequeñas letras en el pecho derecho. Me morí por 10 segundos en ese momento pero pronto acabo todo.

—Porque no subes?– pregunto dudoso señalando con su pulgar hacia la escalera– Salí de la ducha y no te vi ¿Pasa algo?

—No simplemente... Estaba pensando– tartamudeo no aparezcas por favor– Subiré, gracias– pase a su lado y subí las escaleras en espiral con el detrás de mi. Llegue arriba y recordé sus indicaciones. No sabía si elegir la segunda habitación o la tercera: Si era la segunda estaría más cerca de la suya y si era la tercera estaría más alejada lo cual sería lo más ideal. Elegí la segunda.

Entre y cerré la puerta. Era un cuarto grande y se veía muy vacío. Había una cama café con negro, un fotón grande con una pantalla y sonido, un clóset a la izquierda cerca de la cama y la ventana de persianas blancas a la derecha. Era grande y acogedor. Lo necesario. Me quité los tenis y me descanse tirándome totalmente a la cama. Cerré los ojos cansada cuando tocaron la puerta. Me paré y abrí la puerta. Era Samuel con ropa doblada.

—Amm traigo ropa para ti. Es un pantalón de pijama mío y una playera mía... Espero que te sirvan.

Agradecí el detalle y cerré la puerta. El pantalón era gris de cuadros. Las rayas de los cuadros eran azules y negras. La playera era solo blanca de cuello en V, simple. Pensé ponérmela, pero me sentía demasiado sucia: estaba llena de grasa de las hamburguesas, papas fritas, entre otras cosas y de jabón y agua sucia de los platos. Asco. Salí de la habitación y llegue a la de él, en donde toque la puerta. Salió rápido.

—¿Puedo darme una ducha?... Amm... Estoy muy sucia del trabajo–explique lo último rápidamente.

—Si. Es la primera puerta. Hay toallas limpias y todo lo que necesites.

Volví a agradecer y me dirigí al baño. Me desvestí rápidamente y me duché. Tenía tina y regadera fija y de teléfono. Iba a ser un buen baño.
Me tomé un tiempo adentro para desestresarme un poco y luego de casi 20 minutos salí. Me vestí dentro. Su playera olía un poco a él y a suavizante de ropa, era cómoda, pero el cuello me quedaba algo grande y apenas y se me veía algo de pecho, era algo malo, no podía estar enseñando todo en su casa. A diferencia de la playera, el pantalón me quedo enorme pero era cómodo. Enrollé mi cabello en la toalla y salí con mi ropa sucia hecha bola tapándome el pecho. Camine rápido y sin distraerme hasta el dormitorio que me había prestado. Me metí a la habitación y puse el seguro. Justo cuando iba a meterme a la cama, Samuel toco la puerta.

—Va todo bien?–estaba ansioso, lo noté por los pequeños brinquitos que daba.

—Si- Por primera vez no estaba nerviosa de verlo- Algo más?

—Quieres algo de cenar? Puedo pedir lo que sea– mi estomago tenía demasiada hambre, no comí nada en todo el día.

Asentí con la cabeza y salí del cuarto, aunque los pantalones de pijama se me resbalaban de lo grandes que estaban, estaba realmente cómoda en su departamento.

—Tienes gusto en especial de algo? Puedo pedir lo que quieras... Sushi, Hamburguesas, Tacos, Pizza...? Tú solo dime.

—Lo que puedas pedir–dije indiferente. Me sentía muy nerviosa, iba a comer al lado de Samuel, usando su ropa y en su departamento. Si alguien nos viera pensaría que tenemos una relación, porque básicamente eso parecía. Aunque sabemos que no pasará.

Luego de alrededor de 15 minutos tocaron el timbre. Llegó un repartidor de pizza que traía dos cajas grandes llenas de vida y grasa. Samuel pasó todo y agradeció. Dejo la pizza encima de la mesa, mientras se dirigía a traer los platos para que comiéramos, luego se sentó a comer y no dijo nada. Tomé una pieza de pizza eh hice lo mismo que el, pero más intranquila que el.

— ¿Por qué siempre olvidas las llaves de tu departamento?- pregunto de pronto tomándome por sorpresa.

–Está vez no las olvide. Alguien en el trabajo las saco de mi bolso. Estoy segura.

–Mmm- dio un gran bocado a su rebanada y después de mascar y tragar casi todo hablo– tienes suerte de tenerme. La cuidad ya es muy insegura.

Baje la mirada para seguir comiendo. Sabía que era muy peligroso no era una imbecil.

– Pero estoy alegre de que me hayas llamado. Eso me hace sentir... Especial. Oh al menos sé que me tienes en cuenta en caso de que tengas un problema.

Lo mire y el ya estaba comiendo. ¿¡Que!? Esto que dijo realmente me hizo ponerme totalmente roja. Fue una insinuación o un eso parecía. Estaba roja y solo sonreí y seguí comiendo.

Terminamos de comer juntos y decidí que ya era hora de dormir.

– Ah y Mía, acerca del trabajo puedes entregármelo cuando puedas pero tampoco tardes tanto– asentí y deje mi plato en el lavadero.

De pronto tocaron el timbre. Me quedé parada sin hacer nada, era tan tonta, se supone que debía esconderme para que nadie nos viera pero fue tarde.
Cuando abrió la puerta un alta y hermosa chica rubia apareció con dos maletas.

–Amor eh vuelto.

Tentación prohibida© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora