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Tyler finalmente pudo volver al apartamento, ya no había cintas amarillas de la policía ni agentes por ahí buscando un culpable, habían limpiado la sangre y recogido el único casquillo calibre 22 mm. Le habían dado las llaves nuevamente y de nuevo estaba ahí.

Tenía un par de horas sentado sin hacer, decir o pensar nada, estaba sentado en el suelo con la espalda apoyada en el sofá, una cerveza, un cigarrillo y una cuchilla. Seguía llorando, en silencio, mucho silencio, estaba solo, podía gritar, gemir, hacer todo lo que le ayudara a saciarse, pero no, se quedó en aquel silencio horrible e incómodo. No sabía en qué parte de la casa su novio había sido asesinado, prefirió no preguntar o esa parte en específico le daría terror.

-Tyler... Mírate al espejo.- Él soltó un gemido y gruñó, hundiendo su rostro entre sus manos, recogiendo sus piernas y escondiéndose entre sus rodillas.

-¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? Vete... -murmuró obviamente asustado, tenía un problema, un pequeño desorden de personalidad, comenzó a manifestarse a sus 13 años, más nunca fue realmente algo de qué preocuparse, recibió tratamiento psicológico y cuando Josh llegó a su vida ese chico había sido su medicina.
Con ese problema llegó a tener alucinaciones auditivas, pero nunca una con voz “humana", porque esa voz no podría ser de una persona, era grave y profunda, la típica voz cliché utilizada en las películas de exorcismos y cosas satánicas, pero a Tyler le estaba provocando un terror real, un terror de algo que sólo él escucha, totalmente desconocido.

-Mírate al espejo, Tyler... Te gustará el color de tu piel... El color de tus ojos... El sonido de tu voz... Te gustará ser parte de mi pequeño ejército...-

Tyler se puso de pie y corrió hasta la ventana junto al sofá, la abrió y gritó con fuerza, jadeando mientras cerraba los ojos deseando que su chico lo ayudara cómo cuando recién se conocieron. Al paso de unos segundos se tambaleó y se dejó caer.

-No voy a escucharte.-

-Tienes que hacerlo, yo sé quién asesinó a Joshua... Si me escuchas, tendrás pistas, y tendrás venganza.-

Tyler lo pensó apenas segundos, necesitaba esa información, necesitaba sangre, necesitaba ser saciado; estaba por tomar un espejo de una mesita de centro cuando escuchó una voz más que conocida.

-Amor, no lo hagas.-

Se dió la vuelta y quedó sobre sus codos y espalda, asustado claramente. Ahí estaba, la dulce y algo fornida silueta del amor de su vida, cómo si estuviera vivo, ahí, con su camiseta sin mangas, unos shorts de camuflaje, una gorra negra dejando ver mechones rosados, un piercing en la nariz y dos expansiones, una en cada oreja. Aquel tatuaje tapizando su brazo derecho por completo y otros más adornando el contrario le sacaron suspiros inconscientes, como cada noche que lo veía sin prendas antes de dormir (porque claro, dormían desnudos).

- ¡Jish! ¡Jishwa! Sabía que estabas vivo... Lo sabía. -dijo incorporándose, pero Josh negó, miró hacia la ventana y la cerró, señaló el vidrio y Tyler vio cómo su novio no estaba reflejado en el cristal. Lo miró una vez más y éste únicamente le sonrió cerrando sus ojos y mostrando sus dientes, lo que le recordó a Tyler que le llamaba león en la intimidad, gatito el resto del día, y pequeño gatito al dormir. Era la mierda más cursi que se le había ocurrido, pero Josh lo adoraba.

-Josh... Josh dime quién te asesinó... Te juro que voy a matarlo... No importa quién sea.

Pero sólo desapareció.

Let It Go, Tyler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora