Capítulo 10: Una noche en Onill. (D.d.M)

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Continuando, ya cayendo la noche, hacemos una ultima formación en el jardín de infantería, el líder de los ochenta bloques, Milo Yanakovic, la mano derecha de Suminoe, nos prepara para salir, Suminoe aparece, todos hacemos la venia, esperamos unos minutos a la orden de nuestro Maestro.
Tiempo después nos dan la orden. En cuestión de segundos veo como casi todos mis compañeros desaparecen en las sombras, veo cómo saltan de cinco a diez metros, me concentro e inicio la misión.

Nuestro entrenamiento especial nos permite correr y saltar a niveles exagerados, dificiles para un Androniano promedio, aprovechando esto, logro saltar de rama en rama, como si los árboles fueran simples muebles, debemos tener cuidado en estos saltos, ya que algunas ramas no resisten nuestro peso, llevo varios años entrenando mis saltos, así que para mi es igual a un parque temático.
La luz de luna cobija todo el bosque y nosotros penetramos esa oscuridad entre los árboles, en mi ajetreado recorrido alcanzo a ver uno o dos ninjas, pero en realidad son más de ochenta ninjas, haciendo un buen uso de su entrenamiento, nuestro atuendo y velocidad juntas nos hace invisibles en la noche, el viento golpea más fuerte mi rostro.

Los árboles se acaban, y entramos a un llano, veo como todos los ninjas desaparecen en el pastizal, sin darme cuenta, he llegado a la aldea más cercana, la más grande también, la aldea Onill, los hogares son simples chozas, no tienen puerta y es demasiado raro ver esto, lo ignoro y continúo escabulliendome entre la aldea, decido acceder a un hogar, veo como descansa la familia, sigo sin saber si nosotros somos los buenos, hay un niño, parece de 3 años, se encuentra dormido al lado de su madre, abrazandola, me acerco lentamente hacia el niño, mi mente se detiene, me he paralizado escuchando la respiración del niño, una lágrima cae de mi y en ese momento me doy cuenta que no es bueno lo que hago, salgo del hogar, corriendo de vuelta al bosque, veo como varios ninjas pasan a mi lado con niños en sus hombros, dormidos por una técnica que nos habían enseñado, otros con bebés en sus manos, mientras veo todo esto, pierdo mi concentración y me resbalo de una rama, no puedo controlar la caída, mi cuerpo impacta fuertemente con el suelo.
El golpe hace que quede inconsciente, trato de levantarme, pero finalmente me desmayo.

He despertado en una cama de una choza que se encuentra en medio del bosque, mientras recupero mis fuerzas, escucho que alguien entra a la choza, es una bella mujer, con un balde de agua en sus manos, deja el balde en el suelo y me habla...
-¿Te sientes mejor?- me pregunta mientras del balde saca un paño.

-¿Quien eres?- le respondo con una pregunta.

-Una buena samaritana.- responde ella con sarcasmo.

Mientras le preguntaba que me había ocurrido, observaba su cuerpo, un atuendo del campo, pero a la vez una humilde belleza, sus ojos azules y cabello rojizo, absolutamente no es de Ponam, ni siquiera parece de este continentaurus, pues sus ojos son grandes, una belleza extranjera a venído a rescatarme, esto cada vez lo veo más inusual.
Después de recobrar mi memoria con la ayuda de la bella mujer, llamada Joanne, salgo de la choza para orientarme.
No reconozco el lugar, ni siquiera logro ver el templo, lo cual es raro, pues el templo Chon-Ji está sobre una gran montaña.

-¿Donde estamos?- le pregunto a Joanne mientras la veo salir de la choza.

-En un bosque de la ciudad de Himmel- responde ella con voz suave.

-¿Himmel? Imposible, porque esa ciudad está en...- ella me interrumpe.

-Granfar, así es querido, bienvenido a tu hogar.
Estoy muy desconcertado, desorientado, aún me faltan recuerdos, no sé lo que sucedió después de desmayarme, necesito respuestas.
Y ahora.

Imagination I: La Caída de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora