capítulo 8: rumores en el aire

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6 de octubre de 1772. Al regresar a Versalles, el rey lucía algo indispuesto, por así decirlo, se tambaleaba para los lados, no caminaba del todo bien, lucía bastante torpe para ser honesto.
Eran las 01:00 de la tarde cuando decidieron salir de caza, el rey no asistió, pero si el resto de la corte.

-oh! Mirad! He Cazado un gran faisán!

Dijo Adélaïde

-impresionante madame!

Dijo el duque
Las prácticas de caza en schönbrunn de su infancia se hacían evidente, era una fantástica cazadora y una excepcional amazona¹

El talento de Antonieta tampoco iba a pasar desapercibido

-He cazado un pato!

-Yo he Cazado otro Faisán!

Eran sin duda unas talentosas cazadoras. El duque y el delfín no quedaron afuera de todo esto, ambos cazaron 6 faisanes.
Luego de la caza, se plegó una gran mantel de encaje sobre el pasto, donde se preparó una especie de picnic. Los faisanes y codornices colgaban de la rama de un árbol y los perros eran sostenidos por los enfants de la Chasse².
Comieron varias especies de frutas azucaradas y carnes frías. Regresaron en caballo y algunos a pie al palacio, pero no de sentía una sola voz, solo el toser del rey.
Las señales eran evidentes para la corte, pero el duque y el delfín, sus nietos, solo creyeron que sería un resfriado.
Antonieta y Adélaïde cenaron solas en su gabinete privado, pero ninguna sabía dónde se hallaban sus esposos, y a ninguna le importaba
Adélaïde no termino de comida, se sentía nauseabunda, todo le generaba repulsión, lo cual la extrañaba, debido a que no podía hallar su origen.

Lunes, 12 de octubre, el toser del rey se detuvo repentinamente, sus hijas, las mesdames, creyeron que se había ahogado, pero al llegar a sus aposentos, el vestía una bata de terciopelo bordó, se encontraba frente a la ventana, mirando el cour de Marbre³ mientras bebía chocolate caliente. Lucía como si nunca le hubiera pasado nada, pero en el tocador habían varias hojas de opio y tres estuches de rape, ellas creyeron que era por fumar, pero era por otra cosa, solo que el logro disimulaba a la perfección, pero lucía bastante demacrado.

El rey no apareció durante la hora de su visita protocolar en la galería de los espejos. Los murmullos y rumores se esparcían por todo el salón, la atmósfera era tan densa que se podía cortar con cuchillo

-¿Y el rey?¿Donde se encuentra su majestad?¿Que le ocurre? Murmuraba la corte

-¿Donde se encuentra su majestad, messier? Dijo Adélaïde al duque

-No lo se mademoiselle, debe de estar vistiendose. Dijo el duque, el cual lucía bastante preocupado. Madame Victoire, junto al duque y al delfín se dirigieron a los aposentos del rey, pero al entrar, el no se encontraba, solo estaba su valet, al cual madame Victoire le preguntó

-¿Y su majestad, que le ha ocurrido?

-Vuestra majestad se encuentra en el consejo de estado

-¡Pues enviad al Bastonero a que avise el retraso del rey a su visita protocolar!

Victoire y los hermanos se retiraron a la galería de los espejos a esperar al Bastonero, ambos se preguntaban por qué habría de convocar al consejo de estado a tales horas de la mañana.
El Bastonero golpeó el bastón contra el suelo, al grito de

-Su majestad! El rey!Se encuentra en dificultades para atenderos el día de hoy!

La corte miró extrañada, pero los murmullos persistirán y hacían eco en los cielos rasos abovedados de la galería de los espejos.
La corte prosiguió con la rutina del rey, solo que sin el.
El rey prosiguió con el consejo de estado hasta las 08:00 de la noche, solo un sirviente con té y masas entro, pero solo el salió. Esta privacidad excesiva extrañó con razón al delfín, y sobre todo al duque, el cual conocía en detalle su desagrado por el encierro y el protocolo, lo que se notaba, a través de sus múltiples amantes y tiempo invertido en los jardines durante el día.


Amazona¹ mujer que practica equitación
Enfants de la chasse² infantes de la caza, ayudantes de caza
Cour de Marbre³: patio de marmol, entrada al palacio

Adiós, Adélaïde Donde viven las historias. Descúbrelo ahora