Luck (Luke Hemmings fanfic)

...Y comieron perdices

Os habla la autora. Doy la charla antes del capítulo, en vez de después. Sólo quería daros infinitas gracias por todo como siempre, y he disfrutado mucho escribiendo esto durante estos cuatro meses y medio. He llorado escribiendo las últimas palabras porque se ha acabado. Sé que he arrancado más de una sonrisa y eso para mi, es lo mejor del mundo. Hoy Luck llega a su fin, pero esto no termina aquí. Seguiré dando caña como hasta ahora. Y preparaos porque el cap es muy largo...

Nos leemos en Dandelion http://w.tt/1elkhuc
También podeis pasaros por mis otras dos novelas (están empezando)
Extrasensorial (de Mikey y Ash)
Y Cazadores (no es un fanfic, es de fantasía)
Y comenta todo lo que has sentido con esta novela.
Os quiero una barbaridad.
María.
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El tiempo pasó y, llegó a ser 15 de julio. Lo primero que pensé al despertarme fue: mañana es el cumpleaños de Luke. Lo que daba a entender que no, no lo había superado aun.

Para que el tiempo pesara menos, me dediqué a escribir un diario con todo lo bueno que me pasaba cada día. Cada página que representaba un día nuevo, no ocupaba más de tres o cuatro líneas. Este diario y mi perro, se habían convertido en mi mejor compañía.

Ya no lloraba, pero tampoco me reía como antes. Era ridículo que, de una relación de poco más de seis meses, hubiera surgido ese sentimiento. Solo vi a Luke una vez y porque teníamos un recital gratis.
No podría describiros la atmósfera tan oscura que se formó cuando me lo crucé en el back stage. Todo era como si fuese a cámara lenta. Él llevaba el pelo hacia arriba como siempre, con una guitarra eléctrica en la mano. Venía caminando en sentido contrario al mío y me lo encontré justo de frente. Nuestros ojos se cruzaron pero no hicieron el esfuerzo de aguantar la mirada más que unas décimas se segundo. Sin embargo, me dio tiempo a contemplar lo guapo que estaba. Y a buscar en su mirada la felicidad, que tampoco la encontré. Hubiera dado lo que fuese por saber si había sentido lo mismo que yo.
Lo único que sabía de él era lo que Calum me contaba. Que había empezado a ir al gimnasio, que no hablaban de mi, que su madre le había obligado a ir al médico por un simple resfriado... Poco más. Por más que intentara olvidarme de él, no era posible.

Cuando me desperté la mañana-tarde del 15 de julio, Michael, Ingrid, Ash y Holly estaban abajo, en el salón armando ruido.
-¿Qué hacéis? Les dije.

Inflaban globos y las chicas intentaban parar la guerra de confeti de los chicos. Y yo por todos lados, veía el nombre de Luke escrito. Cuando llegué se callaron y pararon en seco, como si fuese tabú hablar del tema.

-¿Estáis preparando el cumple de Luke, no?
-S..sí- me contestó al final Holly, con cara de circunstancia como todos los demás.
-No pasa nada, -Les dije sonriendo. (Mis estudios de teatro daban su fruto) -¿Qué le habéis comprado?

Los chicos empezaron a contarme sus regalos y a pelearse por cual le gustaría más pero la verdad es que no los escuché muy bien. ¿Qué le hubiera regalado yo si todo fuese como antes? Era su 18 cumpleaños, su mayoría de edad. Sin duda le hubiera hecho algo grande. Una guitarra nueva, a lo mejor. Aunque eso sería poco original. Los papeles de adopción de Weasley, seguro que le haría ilusión... Decidí irme a fantasear a otra parte.

Me di una ducha de agua fría para espabilarme y por el calor que hacía en Australia en pleno julio. Después, me fui al cuarto de Dan y decidí robarle una peli mala que no tuviera nada que ver con el romanticismo, para pasar el rato. Decidí ver "300". Ya sabéis, la de la guerra de los espartanos. En "bajo la misma estrella", una novela que me leí poco tiempo antes, salían hablando de esa película. Así que me decanté por esa. Mala, lo que se dice mala, no era. Estaba bastante bien hecha y tenía un realismo increíble, lo que te hacía vivirla intensamente. Pero para mi opinión, demasiados muertos. Una muralla de muertos. Me parecía exagerado. Puse los ojos en blanco cuando volví a ver otro chorro de sangre salpicar desde una espada enorme. A lo tonto, se me hicieron las siete de la tarde, y aun no había terminado de ver la dichosa película. Pero había algo más importante. Mi móvil empezó a vibrar y casi no podía creer el nombre que ponía en la pantalla.