CAPÍTULO 1: LA NOCHE QUE TODO ACABÓ... O EMPEZÓ (PARTE I)

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N/A: Aquí traigo un nuevo Seblaine... Creo que el primer capítulo va a ser el mejor resumen... O al menos, eso espero... No va a ser MPreg, esta vez lo aviso desde el principio... Espero que os guste...

MI SALVADOR

CAPÍTULO 1: LA NOCHE QUE TODO ACABÓ... O EMPEZÓ

Blaine no podía creer que en toda la ciudad de Nueva York no hubiera ni un solo teléfono público. Entendía que con los teléfonos móviles hubieran disminuido, pero llevaba casi una hora buscando uno. Además, para su mala suerte, comenzó a llover y no llevaba paraguas. Era casi una pesadilla.

Aun tardó veinte minutos más en encontrar una cabina, por lo que para cuando entró en ella estaba empapado. Durante su búsqueda había estado pensando a quién llamaría. Su primera opción era Sam, su mejor amigo, esa persona que siempre había estado ahí para él. Sin embargo, al estar en Lima, lo único que podía conseguir era preocuparlo. En la misma situación estaba Tina, a la que se imaginaba subiéndose al coche totalmente alterada para llegar a Nueva York cuanto antes para estar a su lado, incluso si eso suponía un riesgo para ella porque podría sufrir un accidente por culpa de los nervios.

Por otro lado, necesitaba estar con alguien, no quería pasar la noche solo después de lo que había ocurrido. En NYADA había hecho tres amigos, pero sus proyectos hacían que estuvieran fuera de la ciudad. Por eso sólo podía recurrir a una persona.

–¿Diga?

–¡Jeff!

–¿Blaine? ¿Desde dónde me llamas?

–Llamo desde una cabina.

–¿Eso sigue existiendo?

–No tengo mucho tiempo. No tengo ni mi móvil, ni mi Tablet ni mi portátil en estos momentos y necesito un sitio donde dormir esta noche. No me siento bien y no quiero estar solo... ¿Crees que podría ir al apartamento de Sebastian? –El moreno preguntó, con algo de miedo. No sabía cómo lo recibiría su antiguo amigo. Hacía poco más de cuatro años y medio que no había hablado con él. La última vez había sido cuando le había ayudado en la proposición. ¡Cuánto habían cambiado las cosas!

–Claro, ahora te doy la dirección.

Sebastian no se podía creer lo que acababa de decirle Jeff. Acababa de terminar su conversación con él y no había apartado su mirada del móvil. ¿De verdad estaba Blaine Anderson de camino hacia su apartamento? ¿Qué había pasado?

Sólo había una cosa clara, Kurt y él no estaban en buena posición o de lo contrario jamás permitiría que estuvieran en la misma sala más de dos minutos seguidos. Sin embargo, lo último que había sabido de Blaine fue cuando Wes declaró oficialmente que lo habían perdido porque, al parecer, se había casado con Hummel. Algo raro porque hasta pocos días antes ellos no eran ni pareja, pero jamás entendió la relación de esos dos. Siempre pensó que Blaine era demasiado bueno para ese intento de actor que más que estrella se había estrellado.

Miró a su apartamento como si buscara un lugar que no estuviera perfecto. No tenía una obsesión con la limpieza y el orden, pero tampoco era desordenado. Sin embargo, le gustaba que no hubiera nada fuera de su lugar cuando recibía visitas.

Se levantó y tardó tan solo cinco minutos en retirar todo lo que no estaba en su sitio y se sentó a esperar frente a la ventana, viendo como la lluvia caía con fuerza. No era la mejor noche para que alguien estuviera en la calle y eso le preocupó.

Media hora después el timbre sonó y Sebastian fue rápidamente a abrir la puerta. Allí estaba Blaine, empapado desde la cabeza a los pies. Su mirada reflejaba dolor y desolación, con esos hermosos ojos dorados que en ese momento estaban rojos e hinchados.

–Blaine... –El castaño apenas pudo susurrar. No podía ver al otro así y no se le ocurrió mejor manera de consolarlo que abrazarlo con fuerza.

–Te estoy mojando. –El moreno intentó apartarse, pero el otro lo apretó más fuerte contra su pecho.

–No me importa.

Estuvieron un rato así, sin importarles que el agua caía de la ropa del más bajo al suelo o que el pecho del joven de ojos color verde también se estaba empapando, en parte por el agua que el otro traía, en parte por las lágrimas que estaba derramando.

Un escalofrío recorrió el cuerpo del ojimiel, lo que alertó al otro. Rompió rápidamente el abrazo y fue corriendo a su habitación. Allí buscó algo de ropa y una toalla antes de volver junto al otro.

–Date una ducha o acabarás resfriado. –Smythe comentó con dulzura mientras le entregaba lo que acababa de recoger.

–¿No vas a preguntarme qué hago aquí? ¿O por qué he venido? –Anderson lo miró intrigado.

–Lo primero es que te pongas cómodo y evitar que enfermes, luego podremos hablar. –El más alto sonrió de manera cálida, muy lejos de esa sonrisa pícara y descarada que solía poner cuando intentaba ligar con el joven que tenía frente a él. Ese cambio agradó al ex miembro de New Directions, que siempre había estado intrigado por ese comportamiento de su antiguo amigo. No podía creer que siempre hubiera sido así.

–Gracias.

Cuando Blaine volvió al salón, lo encontró vacío. Le intrigó dónde estaba Sebastian y decidió buscarlo. No había visto el resto de la casa todavía, pero sabiendo que el castaño había ido a por ropa en una dirección, decidió ir a una de las otras dos puertas que había. Al abrir se dio cuenta de que era la cocina y allí estaba él, totalmente doméstico, preparando algo que, si era sincero, parecía delicioso, al menos por el olor que desprendía.

–¿Qué haces? –El moreno preguntó con voz suave. No quería sobresaltar a su amigo y sabía que no se había dado cuenta de su presencia.

–Estoy preparando unos sándwiches de pollo. Pensé que tendrías hambre. –El más alto se encogió de hombros.

–Gracias. –El ojimiel dijo sinceramente.

–No es nada. –Smythe lo miró con una sonrisa.

–Es mucho. No estaba preparado para estar solo esta noche y tú me estás ayudando. Hace años que no hablábamos y me presento en tu casa a casi las once de la noche y ni siquiera me has presionado para saber qué ha ocurrido. Por supuesto que tengo que agradecerte mucho. –Anderson comentó y se dio cuenta de que había sobre la mesa varias cosas para preparar una ensalada y decidió ayudar.

–Fuimos amigos hace tiempo y en parte fue culpa mía que no lo siguiéramos siendo. Me gustaría retomar esa amistad... Siempre que a Kurt no le importe, desde luego. –Sebastian no quería traer a Hummel tan pronto en la conversación, le gustaba pensar que no existía y que tener a Blaine ahí con él era el primer paso para volver a ser amigos.

–Lo que Kurt piense o deje de pensar ya no me afecta. –Las palabras de Blaine, frías y distantes, sorprendieron al otro.

–¿Quieres hablar de lo que ha pasado? –El castaño ofreció, realmente intrigado.

–Si no te importa, primero quiero comer algo. Después de cenar te cuento todo...

Mi Salvador (Seblaine boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora