CAPÍTULO 4: SEBASTIAN TOMA LAS RIENDAS (PARTE I)
–¿Estás seguro de que es lo que debo hacer? –Blaine miró a Sebastian, todavía dudaba del paso que iba a dar.
–Claro que sí. La mitad de ese dinero es tuyo y tienes que reponer lo que te ha roto Kurt. Sólo espero que él no haya congelado las cuentas. –El castaño comentó antes de entrar al banco. El otro lo siguió, no queriendo quedarse solo en ese momento.
Caminaron hasta el mostrador, donde una mujer les atendió muy amablemente. Sacaron el dinero que le correspondía a Anderson y entregaron la tarjeta de crédito que tenía vinculada a esa cuenta y solicitó que Hummel fuera el único titular, desvinculándose totalmente de la cuenta que tenían en común.
–¿Estás seguro de que estará bien? –El más bajo insistió al salir del banco.
–Lo peor que puede ocurrir es que el juez determine que debes devolverle ese dinero a Kurt, aunque no creo que lo haga. He leído el acuerdo prematrimonial que me pasaste...
–¿Cómo lo has hecho? ¡Te lo entregué anoche! –El actor estaba sorprendido.
–Digamos que he dormido poco porque quería ayudarte... –El más alto explicó.
–Has sido muy silencioso, el sofá no era muy cómodo y yo no he podido dormir, pero no te he escuchado. –Anderson estaba sorprendido.
–Yo a ti sí te he escuchado dar vueltas... Intentaremos encontrar una solución a eso. –Smythe pasó su brazo por el hombro del otro.
–¿Qué ibas a decirme sobre el acuerdo que firmamos Kurt y yo cuando nos casamos? –Blaine preguntó.
–¡Ah, sí! El acuerdo establece que las cosas que estén a nombre de uno de los dos le corresponderán únicamente al propietario y lo que esté a nombre de los dos será dividido en partes iguales. Tú sólo coges tu parte cuando la necesitas. Relájate, ese dinero también es tuyo. ¿Has pensado qué tipo de móvil y de ordenador vas a querer? –Sebastian intentó cambiar de tema. Lo que estaban haciendo era legal, simplemente se oponía a hablar del que pronto sería el exmarido de su mejor amigo.
–No creo que me llegue para mucho. A lo que me pueda permitir. –El moreno se encogió de hombros. En la cuenta de la que había sacado dinero no tenía mucho, sólo era para pagar los gastos comunes. En la suya personal tampoco tenía mucho, apenas había acabado sus estudios, por lo que no tenía suficiente para dos gastos tan grandes y tan inoportunos.
–Bueno... Yo te debo unos cuantos regalos de cumpleaños... –El castaño propuso.
–No voy a dejar que pagues por mi teléfono o por mi portátil. –El más bajo comentó tajante.
–Blaine... Tú tienes problemas económicos y yo tengo dinero de sobra. Deja que te ayude. –Smythe suplicó.
–¿Cómo un estudiante puede tener dinero de sobra? No vives en un apartamento barato, la zona es inmejorable y todavía no has terminado la carrera y no puedes ejercer como abogado. –El actor lo miró extrañado.
–Cuando mi padre y yo comenzamos a tener problemas, mi abuelo materno me apoyó sin condición. Cuando él murió, me dejó en herencia todas sus pertenencias. Dinero, empresas, inmuebles... Cuando cumplí 18 años, puse varias viviendas en alquiler y las empresas están en buenas manos, por lo que recibo dividendos anuales. Con ese dinero es con el que vivo y aun así consigo ahorrar algo cada año. –Sebastian explicó, casi indiferente.
–Siento la mala relación con tu padre y lo de tu abuelo. ¿Cuándo murió? –Anderson se interesó.
–Cuando tenía 16 años. –El castaño mostraba la tristeza que todavía le producía recordar a la persona que más había querido.
–¿Cuándo empezaste en Dalton? –El moreno preguntó.
–Dos meses antes. Había estado viviendo con él en Paris desde los 12 años, después de salir del armario. Mis padres seguían sin querer ocuparse de mí, por lo que me mandaron a Dalton. –El más alto se secó una lágrima.
–Ahora entiendo todo...
El actor comprendía lo que había pasado en aquella época, en ese año en que su amigo había hecho muchas locuras. Salidas nocturnas, numerosos amantes, ganas de demostrar que era el mejor, costase lo que costase... Cualquier cosa para llamar la atención de unos padres que no querían atender a su hijo homosexual.
–Vamos de compras y olvidémonos de eso.
–Seb...
–¿Seb? –El castaño lo miró extrañado.
–Sebastian es muy largo... ¿No te gusta? ¿Prefieres Sebas? ¿O Bas? ¿Bastian tal vez? –Anderson propuso rápidamente.
–Seb está bien... –El más alto sonrió. –¿Y cómo te puedo llamar a ti?
–Blaine es corto. –El moreno tenía miedo de lo que podía decir el otro.
–Podría volver a llamarte Killer, hace años te encantaba. –Smythe propuso.
–Nunca dije que me gustara. –El más bajo frunció el ceño, haciendo reír al otro.
–También te puedo llamar B... –Sebastian sugirió.
–Ese me gusta.
–Cuando no me apetezca llamarte Killer*. –El castaño sonrió.
–Seb...
–No es malo, Killer. Eres una persona especial para mí que merece un apodo especial...
–En ese caso, yo debería buscar un apodo para ti... ¿Charming*? –Anderson sonrió con malicia.
–¿Desde cuándo soy un príncipe azul? –El más alto no estaba acostumbrado a que lo llamaran así.
–Para mí, ahora mismo lo eres.
–Vamos a comprar antes de que te vuelvas loco de verdad.
Entraron a una tienda de tecnología y comenzaron a mirar todos los teléfonos y portátiles que ofrecían. Sin embargo, mientras Blaine estaba ocupado leyendo las características de dos ordenadores que entraban en su presupuesto, Sebastian le entregó su tarjeta a un trabajador para que le preparara el mejor portátil y el mejor móvil que tenía en la tienda.
Para cuando el moreno quiso darse cuenta, su amigo tenía entre sus manos los dos objetos. Durante todo el camino a casa estuvo intentando convencerlo de que no le importaba, pero supo que Anderson iba a agradecérselo de todos modos, sin importar que para él no supusiera ningún esfuerzo... Y eso que todavía no sabía que iba a hacer algo más por él.
*Veo las series en VOS, por eso no sé cómo o si se llegó a traducir Killer en el doblaje en español. Además, he elegido Charming por Charming Prince (príncipe azul).
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Mi Salvador (Seblaine boyxboy)
FanficBlaine ha tenido una fuerte discusión con Kurt y recurre a Sebastian sin saber que ese paso le cambiará la vida...