Luhan tenía una libreta azul, quizás no era la más nueva pero era lo suficientemente necesaria para albergar todos sus pensamientos. Pero un día su libreta ya no se encontraba dentro de su casillero como la había dejado, y comenzó a desesperarse cua...
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—Hola, Luhan —saludó el único chico en las bancas de descanso tras verlo llegar.
—Buen día, Min-Hyung —devolvió el saludo con un bostezo, sentándose junto a éste al sentir sus piernas pesarle.
Minseok se rió, acariciándole el cabello.
—¿Qué te sucedió?
Luhan resopló ante el recuerdo, provocando que su ceño se frunciera por ello.
—El animal del director casi me lleva encima con su auto —entrecerró los ojos—. Al parecer ha olvidado sus lentes en casa porque por poco me arrolla.
—Tal vez no te vio —defendió un poco sonriente.
Luhan se muerde la lengua cuando intentó soltar algo mordaz delante del sobrino del director. Minseok no era parte de su grupo de rebeldes, él era más una persona seria y puesta en el estudio, como un Kyungsoo pero uno más amable y cariñoso.
—Sé que quieres decir algo de mi tío —lo acusó él sin quitar la sonrisa de sus labios.
Luhan se removió un poco, mirándolo a los ojos.
—No, hyung, no podría decir algo de su tío cuando lo tengo en frente —sopesó con honestidad, sonriéndole un poco—. Aunque la próxima vez debería tener más cuidado.
Minseok asintió como si él fuera el culpable y volvió a poner sus ojos en el libro que estaba leyendo antes de que Luhan llegara. Abrió en donde lo habían dejado y prosiguió a adentrarse en la lectura. Luhan, por otro lado, se quedó observándolo en silencio, preguntándose el porqué de que un chico tan amable y bonito como su hyung aún no tenía novio. ¿Quizá tendrá algún crush que no le pusiera la mirada?
Llegando a pensar en eso, le entristeció el corazón. Sehun luego de la cita o salida ya no volvió a invitarle. Había pasado dos días de ello y su crush estaba mucho más distante, se ocultaba cuando Luhan pasaba por su curso o cuando se encontraban por los pasillos el más alto solamente le saludaba amistosamente y luego se marchaba. Lo típico de un chico popular.
Se había mantenido depresivo por esos días, mirando siempre en un punto fijo solamente para ignorar el dolor en su pecho. Ya ni recuerda su libreta, aquella que aún debería seguir en las manos de Sehun. Cómo la extrañaba. Tenía tanto a sentimiento encontrados que necesitaba alguna superficie privada en la cual escribir todos su pensamientos, pero se abstenía por el simple hecho de que tenía tanta mala suerte. Seguramente si escribía otra, ésta terminaría en manos ajenas una vez más.
—Minseok hyung, usted se ve como un chico sin problemas —murmuró.
El nombrado se giró a mirarlo con una ceja enarcada, sin entender qué traía tan deprimente al chico. Decidió cerrar su libro y escuchar lo que Luhan debía tener en la puerta de la garganta.
—No soy bueno dando consejos, pero haré el intento contigo —habló suavemente. Luhan hizo un mohín junto a sus ojos brillantes, dolidos. Aquella imagen tan miserable del chico a Minseok le estaba mortificando más que una nota baja en química.
