Capítulo 2

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Me desperté sabiendo que sería un gran día. Decidí llamar a casa y saber cómo estaban las cosas. Mis padres me echaban de menos, mis hermanos también, pero en especial escuchar a mi hermana Lucía me movió el corazón.

-O sea que ese es tu plan de vida, ¿quedarte ahí trabajando de camarera cuando eres rica? LA verdad es que no sé de que orfanato te recogieron pero debió ser de los baratos. - Sonaba enfadada, ella no había estado de acuerdo en que me marchase. Era la mayor y siempre había sido muy protectora- Entiendo que estés jodida y entiendo que estés dolida. Estamos de acuerdo en que han sido unos cabrones, y que si por mí fuese contrataría un sicario y los haría desaparecer, pero, ¿tan lejos te tenías que ir? Si querías un año sabático podrías haberte quedado en París... Además, cuando acabe tu excedencia ¿que piensas hacer?, decirles: Oh, no señor director... Dejo su escuela porque voy a seguir mi sueño adolescente de perseguir a un actorucho argentino...

-¿Has terminado?-Le contesté resoplando- Este discurso lo he escuchado varias veces, y te he contestado siempre lo mismo: Necesito sanarme, necesito volver a ser yo. No quiero volver y aguantar de nuevo la presión mediática -Luis era un emergente cantante de pop, y su infidelidad había trascendido cuando su amante se quedó embarazada y lo espolvoreó por todo los platós nacionales- y mucho menos ver como son felices después de haberse reído de mí durante dos años. Quiero estar aquí, necesito estar aquí. Desde que he llegado no he llorado por ese imbécil.

-Está bien... Pero prométeme que buscarás otro trabajo... Tienes 25 años, una carrera y cierta experiencia con niños. No lo desaproveches, por favor.

-No, mamá... -Sonreí al decirlo. Nuestros padres habían estado ausente mucho tiempo mientras trabajaban y mis hermanos, que son mellizos, Lucía y David se habían encargado de cuidarme cuando me hizo falta- Estoy bien aquí, además, la suerte está de mi lado, he conocido a...

-Nico Vázquez y a la China... Me lo has dicho diez veces... Ve a arreglarte y a trabajar, o si no perderás el trabajo antes de empezar. Hablaremos de noche, te quiero. 

-Y yo también a ti.

Colgué y me dirigí al baño. Después de 40 minutos estaba arreglada y lista para mi primera noche en el bar. Estaba aterrorizada pero a la vez estaba encantada con la idea de trabajar allí. Cogí un taxi y me bajé en la puerta. Al entrar, vi a Nico con su mujer Gime, y hechas las presentaciones, me envió a la barra. 

A pesar de no haber trabajado como camarera, fui cogiendo práctica sirviendo, y gracias a mi compañera Cande, todo se hizo más fácil. Pasaron los días y llegamos al lunes. Mi "primera semana" en el Marlon había sido un éxito. Estaba descansando en el hotel, ojeando apartamentos, cuando Nico me llamó.

-¡Gallega! ¿Cómo andás?

-¡Nico! Bien, descansando, ¿y tú?

-Bien, te quería pedir una cosa, si no te importa mucho... Hoy a la noche, hacemos una juntada con los amigos y queremos hacer algo tranqui en el bar. Normalmente se queda Cande, pero viste que ayer estaba como medio resfriada y no se lo quise pedir. Te pagaré las horas extra, obvio.

-Sí, claro que no me importa ir. Ya sabes que no conozco a mucha gente todavía, no tenía pensado salir de casa. ¿A la hora de siempre? 

-No, si podés venir un toque más tarde... EL bar cierra hoy ya sabés, antes no va a haber nadie.

-Genial. ahí nos vemos Nico.

-Gracias gallega, te debo la vida. Beso.

Con Nico habíamos empezado a llevarnos muy bien, estuvo siempre muy pendiente de que me sintiese cómoda. 

Me puse mi vestido preferido de flores, ya estábamos a mediados de diciembre y el calor del verano se comenzaba a notar. Me encaminé al bar y empecé a ordenar como llevaba haciendo los otros días.

Los invitados empezaron a llegar. Algunos tenían cara conocida, seguro los había visto en alguna serie, y otros no. Llegó mi querida Euge, que durante todos estos días me había acompañado a cerrar, y había compartido conmigo alguna que otra copa, y alguna que otra confidencia. Todos me saludaron muy amables, excepto un grupito de hombres que no se dirigieron a mí para nada. Al notar esto, yo decidí hacer caso omiso de ellos. Me dediqué a servir y así pasó la noche. Cuando estaba recogiendo la comida, derramé la salsa en el mantel, me disculpé y continué preguntando si querían algún trago, ahí fue cuando ocurrió lo que todos estos días estuve deseando: me encontré con los ojos verdes más bonitos que había visto en mi vida. 

Como todo en esta vida, no podía ser perfecto, y acompañando a esos preciosos ojos había una boca que decidió echar por tierra la belleza de sus compañeros.

-Ah bueeeeno, ¿no había una camarera mejor en la agencia amigo? Mirá como dejó todo... -Agregó en todo de chiste, pensando que no lo escuchaba- En España no deben tener mucho pulso, digo, mirá la que formó con un poco de peso en las manos. Capaz que es de la realeza, viste... Si algún día Macri viene, por favor, contratá a otra camarera eh...

-¿Podés cerrar ese baúl que tenés por boca, Peter? Lleva cuatro días acá, es nueva, está nerviosa... De repente la mandamos al frente a servirle a un famosito de cuarta como vos... Deberías ser más educado, te digo...

-Perdonaaame hermanita-la cogió por los cachetes riendo, y luego la abrazó- Igual, no hay de qué preocuparse... No nos está escuchando.

-Más te vale, comportate, es buena mina... No podés tratarla así.

Me encaminé a la mesa y, en un arranque no muy maduro por mi parte le tiré a Peter una de las copas sobre la camisa blanca (impoluta)

-Perdón... Es que, verás, en palacio no nos enseñan cómo servir a maleducados, entonces se conoce que mi mano dejó de funcionar al verte, es una especie de radar. Lo siento -Me fulminó con la mirada. Euge y Gimena comenzaron a reírse en alto. En las caras del resto de los invitados asomaba una sonrisa. Peter iba a decir algo pero se calló en cuanto me giré para dirigirme a Nico- Siento haber sido tan irrespetuosa, pero no voy a dejar que me falten al respeto. Entiendo que no quieras que siga trabaj...

-¿Qué decís? Nada que ver, Peter se propasó con los comentarios -Me interrumpió Nico- De todas formas, justo ahora te iba a pedir perdón, ¿o no? -Me giré para ver a Peter. La camisa se le pegaba al cuerpo, y por un momento casi olvido mi enfado anterior.

-Obvio. Perdoname, princesita. -Sonrió con arrogancia, y yo le correspondí la sonrisa entrecerrando los ojos-

-No pasa nada, plebeyo.

Me retiré a la barra a recoger. La noche fue pasando, sirviendo tragos, escuchando música. Nico me había invitado a unirme pero era demasiado vergonzosa. Me quedé mensajeándome con mi hermana, hasta que Euge se acercó a por una copa, sobresaltándome.

-No le des bola, lleva unos meses insoportable preparando un guión. Paga sus inseguridades con los demás, pero no es un mal tipo. Seguro hoy fue un mal día para él. - Simplemente la miré y reflexioné sobre lo que dijo. No parecía un mal tío, pero su comentario fue idiota. Se llevó la copa a los labios y se fue sonriendome. Al rato escuché como Peter y sus amigos hacían una apuesta.

-Una cena a que la invito a salir, y en 5 segundos se mete en mi cama. -Habló Peter con mucha seguridad.

-Ni en pedo, ¿vos viste cómo te miró? Boludo, te tiró una copa encima. -Agregó un moreno, alto, ojos color caramelo. A su lado estaba un chico muy parecido a él, más bajo pero igual de atractivo.

-Franco, no le des más ganas de hacerlo, por favor. Dale, dejala en paz, es obvio que la ofendis. Aparte, ¿apostar una cena? ¿Sos boludo o te hacés? No es un premio, es una mujer. -Al escucharlo hablar supe que iba a llevarme bien con el inmediatamente.

-Daaaale, yo les voy a demostrar que es como todas, seguro ya me conoce, con eso tengo casi todo ganado.-Se acercó a la parte de la barra y se dirigió a mí- Hey, gallega...


Lo tenga o noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora