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Nunca había tenido la oportunidad de ver que a Jeff le apasionara algo de la noche a la mañana. No era algo muy común en él, pero estaba resultando bien todo el asunto del juego de futbol de esta noche. No tengo porque saber realmente sus motivos o sus problemas mentales, pero estaba seguro de que mi hermano había hecho muy bien su trabajo, la misión que posiblemente se propuso hacer, conseguir que Jeff comenzara a interesarse por este deporte. Además, supongo que desde que mi mejor amigo se enteró sobre lo de su padre, hubo un pequeño interés que fue creciendo con las horas, con los días y con los golpes que fue recibiendo en el camino.

Tampoco estoy diciendo que envidio a Jeff por este nuevo interés, ya que yo no necesito aprender del futbol. Lo poco que conozco ha sido ingresado a mi cabeza de manera forzada, sin mi conocimiento. Mis intereses van más allá de observar a Eleazar jugar futbol en el televisor de mi hogar, la mayoría de tiempo. La que siempre ha tenido que ser fanática de él es mi madre. También, de manera obligatoria. Las madres siempre tienen que apoyar a sus hijos, aunque yo desearía tener más ayuda de la realmente he necesitado por varios años.

Observé a mi madre a través de los cabellos de Jeff que se encontraba a mi lado, y entre los gritos de las personas, ella se veía feliz, más contenta de lo que habitualmente está por observar a Eleazar lanzar un balón por el aire. Resultaba muy complicado distinguir a Eleazar dentro de los demás chicos del equipo, pero cuando mi madre podía verlo, sonreía y sus ojos se iluminaban.

¿Quién no se sentiría feliz del único orgullo que tiene nuestra familia?

Esa es la realidad de la situación. Y aunque quisiera, mi excelencia académica nunca estará al nivel del deporte que practicó mi padre en su juventud, eso está fuera del límite familiar.

—¡Entonces! —exclamó Jeff, acercándose a mí para hablar—. ¿Si hacen una anotación más, las ballenas blancas podrían ganar el partido?

Era demasiado complicado poder escuchar la voz de Jeff a la perfección, pero algo conseguí a entenderle todavía.

—¡Estás en lo correcto! —le grité—. Si consiguen hacer las diez yardas necesarias, le sumarian seis puntos más a su marcador. Y así, sobrepasarían de nuevo a Los Bulldogs.

Ya estaba comenzando el último cuarto del partido, y los marcadores estaban muy parejos. Los Bulldogs tenían dieciocho puntos en su marcador, y las ballenas blancas estaban al tope con veintidós puntos.

Este partido en particular, puede que sea uno de los más reñidos que ha tenido el equipo de Eleazar durante toda la temporada de futbol. Y es que lo más oportuno del caso es lo definitorio en sus marcadores pasados, donde la diferencia en puntos ha sido lo bastante clara para ganar rotundamente, pero esta noche le han dado pelea.

Los comentaristas del partido se volvían cada vez más locos e impacientes.

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Oliver Waissemberg: «Los Bulldogs consiguen empatar con un increíble Touchdown, y Las Ballenas Blancas deberán de enfrentarse más técnicamente, si lo que quieren es ganar este partido. Un partido tan decisivo para ambos equipos.»

Wayless ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora