Hoy sencillamente, estuve más alarmada que nunca. Mientras descansaba Mafuyu, estaba preparada para atacar en cualquier momento, le daba vueltas al iglú y observaba a todos lados inquieta.
Sí... todo por aquella orca.
No me daba buenas sensaciones. Presentí que el sería ese terror que hizo temblar al mar.
Pero mi impaciencia podía conmigo, no me resistía a querer hacerlo desaparecer.
Tal vez este siendo un poco cruel... pero si al final acaba siendo quien yo creo, tendremos serios problemas.Justo cuando Mafuyu se empezaba a desperezar la lleve junto a Peraco y sus hermanos para que la vigilasen.
No podía llevármelo junto a mí hoy. No me arriesgaba a perderla.
Me notaban alterada y se preocupaban por ello.
No debían hacerlo. Yo estaba bien, solo necesitaba quitarme esas malas sensaciones respecto a esa orca.Sin ningún obstáculo más me dirigí a la la roca donde se solía colocar Rock, aunque sorprendida, me fijé que Idate no estaba allí.
Lo que estuviera haciendo.. no sería bueno, desde luego...
Sin ningún preámbulo me fijé en preguntarle por su paradero.
El también me notó tensa, le recordaba a esa antigua yo que siempre estaba manchada de sangre y no quería parar de herir a los demás.
Un descontrol. Un cuerpo sin consciencia era yo.
En eso también me había fijado... estaba volviendo a un antigua rutina que no me gustaba nada.
Aunque sin querer entrometerse en mi camino (supongo que por miedo) me indicó que Idate se encontraba alrededor de la montaña central de la Isla, donde se encontraba la cueva de Shirogane.
Esta sería mi oportunidad. Mi oportunidad de demostrar que Idate era cruel y malvado, que esas sensaciones mías estaban en lo correcto.
Por que... ¿Quién no se resistía a meterse con Shirogane? Ese lobo cobarde tan fácil de maltratar.
Era el momento de limpiar Isla Iceberg de forasteros sospechosos.
En mi carrera hacia la cueva, vi a esa orca apoyada contra la entrada de la cueva fumando y al no ver a Shirogane con el, sospeché por lo que pudo haberle hecho.
Creí que siempre podría llegar a la razón, que con una mirada podía saber cómo era alguien.
Pero por primera vez me equivoqué...
Lo acorralé contra la pared y con mis afiladas garras rocé su cuello mientras aquel idiota me miraba impotente con una sonrisa.
Sin dejarle reaccionar completamente a la situación le empecé a acribillar con preguntas sobre lo que hizo.
En todas me respondía con algo completamente diferente que me desconcertaba y cada vez, aumentaba más mi enfado.
"Bonitas garras peludas", "Ese lobo tiene una cola muy larga, ¿Te fijaste?", "¿El clima aquí siempre es el mismo?".
No podía aguantar más mi ira y a punto de desgarrarle el rostro, me detuvo con sus manos negras y me dirigió a mí contra la pared, en aquella misma posición que le había dejado yo.
Si pretendía matarme las llevaba clara... acabaría yo antes con ese cretino.
Moriría por poner a salvo Isla Iceberg, pero siempre quedaba el tema de Mafuyu, Peraco... los habitantes de la Isla me necesitaban, tanto como yo a ellos.
No me hirió, pero si me advirtió. Una amenaza que me puso los pelos de punta.
Me advirtió sobre que le dejase en paz, que no se metiese en sus asuntos. Quería que no interfiriese en lo que fuese que estaba haciendo.
Y eso me daba más apoyo para seguir con ello.
Si quería que parase, significaba que yo podía ser un obstáculo difícil para el.
Si soy la oportunidad para el futuro de Isla Iceberg, me lanzaré a ello aunque muera.
-Rocma
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Las páginas perdidas de Rocma
FanfictionEste es el diario de Rocma. O eso parece. De su día a día, de una buena y también mala vida. De lo que ocurre en torno a ella. Pero no todo es paz. -------------------------------------------------------------- Una historia de la particular vida de...