Nunca me han gustado las discusiones. Siento que no hacen más que arruinar las relaciones que tardan bastante tiempo en construirse. Para pelear como lo están haciendo Bailee y Ronald ahora solo se necesitan palabras y estas en más de una ocasión funcionan mucho peor que la agresividad. Me refiero a que saben hacer mucho más daño, saben llegar al punto débil del prójimo si son utilizadas con inteligencia. Y, si hablamos de Bailee, sabemos que es la indicada para herir con palabras. Podría ganarle a quien sea sin usar la violencia física.
Voy a intentar aclarar la situación lo más que pueda.
En alguna parte de este gran comedor hay cámaras grabándome ahora mismo. No sé si, en realidad, esas lindas maquinitas se dedican a grabar cada almuerzo o persona que entre y salga de aquí, pero esto tampoco me importa demasiado. Lo más probable es que en todo el papeleo que me hicieron firmar al ingresar haya estado ese tipo de información, y que por ende haberme dedicado a leerlo en lugar de firmar sin más me habría salvado de la sorpresa que acabo de llevarme hace un rato. Por otro lado, lo que sí interesa es el hecho de que, ahora mismo, ese insignificante detalle me está inquietando más de lo que debería. Estoy en problemas y no hablo de cualquier estúpido dilema de preadolescente como no saber qué usar durante una fiesta importante. No. Yo estoy hablando de serios problemas, de esos que deberían quitar el sueño porque podrían joder tu futuro.
Seré sincero y lo diré sin más. Tengo mucho miedo ahora mismo.
—¿Es eso verdad, Ronald?—pregunta el chico guapo observando al aludido—. ¿Le hiciste eso en el ojo a William?
Deben de ser casi las ocho de la mañana. A las primeras clases de todos los estudiantes aún les quedan muchos minutos que malgastar, pero mientras tanto nosotros estamos aquí. Y creo que ninguno termina de entender el exacto porqué.
Vuelvo a observar, como todos, a William, y no puedo evitar mirar su ojo. Hoy vuelve a verse la herida mucho más presente que ayer, lo cual no me deja lugar a dudar. Estaba usando maquillaje para no alterarme. Y eso, ahora, me altera todavía más. Que lo oculte solo deja cada vez más en claro que hay algo que no me está diciendo pero yo ya no sé cómo actuar frente a ello si, cada vez que lo intento, pasa algo peor que me obliga a olvidarlo.
—Sí—admite Ronald, y no puedo creer que lo está haciendo. Me giro para verlo directamente pero, de todas formas, una parte de mí no consigue captarlo del todo. Me había dicho que las cosas entre nosotros estaban bien. Nunca me trató mal por lo de Danielle. ¿Cuál es su puto problema?—. Pero tenía mis razones.
—No existe ninguna razón para hacer esto a nadie, imbéc...—dice Bailee, pero se detiene justo a tiempo.
Así que era eso. Esto. William estaba siendo silenciado. No me cabe duda, así que intento que nuestras miradas conecten pero este no hace más que evitarme. No puedo creerlo. No puedo...
—Lo hice porque estaba seguro de que la cuenta era suya—explica Ronald—. De que él y Cameron lo hacían. Y yo...
—¿Cómo podías estar seguro?—cuestiona Luce.
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Toquemos las estrellas ©
Teen FictionCameron es el tipo de persona que: A, es expulsado luego de intentar "defender sus derechos". B, no deja de comer y aún así no engorda. C, está perdidamente enamorado de alguien a quien no puede querer.