"Mi mala decisión"

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-Como podría casarme con una mujer así, como podría desposar a una mujer así, como podría enamorarme de alguien así, de una simple prostituta.
Todos tenían la decepción, la sorpresa en sus ojos y el desagrado, comenzaba a reflejarse en los ojos de los asistentes.
-"¿Como llegué a esta situación? "- pensaba-" hace poco era una estudiante graduada de secundaria, lista para ver el mundo, luego una chica pobre, después una prostituta y ahora, de una mujer perfecta y aclamada, soy una decepción para todos"-agacha la cabeza- "intento recordar como empezó esto, pero me es difícil, pero si, ya recuerdo, a mi padre diciéndome que debía dejar de ser una carga, que debía comenzar a trabajar y no sólo esperar. Si ahí empezó todo, justo ahí"...
-¡No podemos seguir manteniendote!- gritaba el padre de Miho- es demasiado para mí y para tu madre, ya somos mayores y estamos enfermos, no podemos seguir trabjando- decía sin detenerse- debes conseguir un empleo y mantenernos, es tu deber de hija.
-Si padre, así lo haré - dice Miho- ahora mismo, iré a buscar uno- dicho esto sale corriendo de su casa.
Recorre las calles sin saber a donde ir, veía en las paredes, anuncios que solicitaban trabajadores, pero el rechazo era inmediato, si no era rechazada por ser mujer, lo era por ser joven y si no, por ser inexperta, era tan difícil todo esto.
-Ya te dije amiga - dice Kim- estos tiempos son muy difíciles para todos, no hay dinero, ni trabajo y el hambre nos orilla a hacer cosas que no queremos- la toma de las manos y la obliga a mirarla- pero hay otras maneras.
-¿Cuales? Ya intenté en oficinas hasta cantinas y solo logre que me hicieran sentir como una- se detiene al hablar, sabía que Kim se dedicaba a lo que estaba a punto de usar de ofensa- perdona, estoy preocupada, mi padre me exige cada día que debo mantenerlos, que soy una carga y que ellos nos pueden más.
-Lo se amiga- dice Kim- pero ya te di una opción.
-No, no Kim, cualquier cosa menos eso- dice Miho sintiendo vergüenza y miedo.
-Se que es difícil empezar pero una vez que te acostumbres será mucho más fácil - dice Kim- yo ganó mucho dinero con cada cita- recalca - puedo mantenerme a mi y a mi familia, tengo hasta para darme un gusto - ríe.
-Pero yo no puedo, no quiero convertirme en eso- dice Miho sin ánimos de ofender a su amiga.
-Solo toma- le da una tarjeta negra con un dibujo de un gato en ella y atrás un número - él es quien nos hace citas, la paga es buena, si te animas, házmelo saber- dice y se va corriendo.
Miho sostiene la tarjeta y arrugado la la guarda en su bolsillo de mala gana.
Si aceptaba ese trabajo, perdería su honor, sin él no sería nada, no valdría nada.
La noche había caído y Miho no había logrado encontrar nada. Se encamina a casa y va a pie. No tenía dinero para tomar el tren o un taxi.
Su madre había enfermado y su enfermedad le costó mucho dinero, dinero que se acabó a penas en la compra de medicinas para ella.
Luego de que padre sufrió una caída de una maquinaria que conducía, no podía caminar, ambos se habían postrado en cama y los sueños de estudiar de Miho se habían extinto de inmediato.
Llevabam casi una semana sin comer bien, la deuda con el casero se había hecho kilometrica y si no pagaban a tiempo, serian echados de ahí.
Al llegar a la puerta de su edificio, escucha a su padre gritando el nombre de su madre, rápidamente corre y abre la puerta.
Las lágrimas y la desesperación surgen de Miho.
Su madre yacía en el suelo, había sufrido un desmayo y su padre recostado en el suelo por no poder sostenerse en pie, lloraba a lado de su madre intentando reanimarla.
Esa era la gota que haría rebalsar el vaso.
Una vez que la ambulancia se había llevado a su madre y padre, Miho llama al número de la tarjeta.
La voz de un hombre la atiende, ella le explica la situación en la que estaba y él la acepta de inmediato.
-Arreglate muy bien, ponte linda y ven a verme en el lugar que te dije- dice el hombre al otro lado de la línea - yo te conseguiré in cliente hoy mismo.
-Gracias - dice Miho y cuelga.
Va a su armario y busca una falda corta, una camisa blanca y unos tacones blancos. Se recoge el pelo y me pone un poco de maquillaje.
Al ir caminando por la calle de la ciudad buscando el lugar, no podía dejar de pensar en que esa sería su primera vez con un hombre, ella perdería la pureza y el honor al mismo tiempo, pero no podía dar marcha atrás. Su madre necesitaba la atención médica y los médicos necesitaban el pago.
Llega al lugar, era un edifico con un gato en la entrada, parecia elegante, sin nada de rastro de ser el lugar que era.
Al entrar es recibida por un hombre que hacía guardia, ella le enseña la tarjeta y este la deja pasar.
-Querida- la saluda el hombre que había contestado el teléfono - Kim me habló de ti, no creí que vendrías tan pronto pero me alegra, llamame señor Kusakabe, seré tu jefe, el trato es simple, la paga que te darán se dividirá en 40-60 - dice - el porcentaje más alto para mi, porque pagaré un seguro médico para ti y la familia que tengas, ah y lo más importante, te conseguiré clientes importantes- seguía hablando - No aceptamos cualquier tipo de cliente, todos son exclusivos y muy importantes - dice sonriendo.
Llegan a una oficina presentable y el le acerca una hoja.
-¿Qué es? - pregunta Miho.
-Tu contrato, debes cumplir al menos con cien citas para pagar el primer desembolso de seguro que es mensual y las citas que iré acordando para ti.
-Yo necesito que eso sea rápido, mis padres - explicaba la situación.
-No, no, no deseo oír tu historia, solo dame tus datos, los demás asegurados y firma aquí - le indica con el dedo- una vez que firmes, el dinero será pasado al hospital que indiques.
Miho mira el contrato y luego la ventana, donde estaban algunas chicas, bailando para unos hombres. Era una decisión que marcaría su vida, todo estaba en riesgo, en especial su honor.
-Vamos niña, firma- insiste Kusakabe - y todos tus problemas desaparecerán.
Miho cierra los ojos y solo piensa en su madre y padre, sin dudar más, firma el contrato.
-"Dios, ¿Qué acabo de hacer?...

Un objeto sin valor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora