Solo quiero tenerte feliz

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Hace algún tiempo te prometí que estaría aquí contigo si es que te pasara algo malo. Que no te dejaría sola con esa enfermedad que carcomía tu vida lentamente. Y que por más que el sueño y la nostalgia invernaban en mi mente, no terminaría de alegrarte una noche más como ya me tenías acostumbrado en mi día en día.
Sé que cuando te levantes de esa cama sonreirás de nuevo como lo hacías conmigo. Llorarás, te emocionarás y sentirás que todo lo malo ya está culminado. Tendrás ese maletín de ropa y volveremos tranquilamente a nuestra casa. Sin ningún ser maligno que nos atormente, y ninguna discapacidad que nos pueda separar.
Ayer le pregunté al doctor si estabas lista para entrar a la sala de operaciones. Éste me dijo que sí. Que lo único que faltaba era coordinar algunas cosas para que la operación salga exitosa. Me dijo que no pierda las esperanzas de volverte a ver. Me recalcó que lo que tenías dependía más de ti misma que de tu cuerpo. Que las ganas y las fuerzas era lo único que te podía salvar ahora. Que lo único en que te podía ayudar ahora mismo es dándote fuerzas para seguir adelante, sin ninguna desesperación y sin ningún temor.
Tú y yo sabemos lo cuán difícil es sobrellevar una relación con una enfermedad de por medio. Y por más que me lo niegues un sinfín de veces, déjame decirte que al final siempre fuiste más fuerte que yo. Aguantando siempre las lágrimas que te provocaban romper en llantos y darte por vencida. Esas fuerzas que solo lo veía en mamá y ahora lo veo en ti.

Falta alrededor de unas cuantas horas para que comience la operación. Y me dijeron que no podía estar contigo al momento de despertar. Que lo más recomendable es que tú, al ser paciente en cuidados intensivos, puedas descansar unas cuantas horas sin interrupciones. 
Es por eso que quiero que revises lo que hay debajo de tu almohada.
Muévala tranquilamente y date cuenta de lo que está ahí debajo.

¿Acaso lo recuerdas? Sí, yo creo que sí.

Es la rosa que te regalé por nuestro primer año juntos.

Sé que no fue el detalle más costoso del mundo. Tú sabías mi situación económica en ese momento. Sabías que me costaba trabajo conseguir dinero para la rentabilidad de nuestro hogar. Pero aun así, sabía que no podía quedarme con las ganas de sorprenderte en ese día especial. En ese día por el cual mi vida dio un giro inmenso. Desde las tinieblas hasta la luminosidad de la vida.

Así es que espero que con eso sientas las fuerzas necesarias y quiero que sepas que estás libre de todo mal. Que si bien es cierto, nunca te lo dije, pero esta rosa me la entregó mi abuela antes de fallecer. ¿Y sabes? Me dijo que se la entregara a la futura madre de mis hijos, y en este caso señorita... esta creo que eres tú.

No sabes cuánto te extraño en casa. Verte estudiar en el escritorio, hacer tus deberes y estudiando día a día. Extraño escuchar las canciones que cantábamos antes de irnos a dormir. Extraño contarte historias que si bien es cierto, marcaron una infancia neta en un pasado.
Simplemente amada mía. Extraño tenerte de nuevo en mi vida.

Y para dejarte descansar más. Para terminar de una buena vez y dejarme de cursilerías... Déjame decirte que desde hace algunos años empecé a dejar de creer en Dios, pero al verte pasar por mi vida, me di cuenta que los milagros existen. Tú fuiste uno de esos. Y prácticamente me salvaste de ese camino sin salida.

Sé que despertarás y volverás conmigo. Aunque la ciencia no lo acepte, yo sé que lo que sientes por mí puede romper leyes y teorías. Porque sé que más allá de las hipótesis y creencias de algunos biólogos acerca de la divina sanación, tengo en claro que el deseo y el amor que sentís por mí te hará tocar de nuevo nuestras sábanas. Que por más que los doctores me digan que no hay esperanza alguna, aún sigo teniendo esa fe que me diste desde que nos despedimos en la sala de emergencias. Sigo sintiendo que aparte de ser mi futura esposa, siempre seguirás siendo mi mejor amiga.

Sabes que si necesitas algo de mí, solo debes llamar a la enfermera y darle autorización de que me dejen ingresar. Yo estaré afuera sentado esperando noticia alguna.

Y para terminar. Antes que nada quiero darte las gracias.
Darte las gracias porque me enseñaste que para madurar no se necesita dejar de ser alegre, y para creer en los demás primero debes creen en ti mismo.

Aunque esta puede ser la última despedida de nuestras vidas. Sabes que siempre estarás guardada en mis recuerdos y en mis noches de inspiración.

Te amo, y siempre lo hice desde el primer momento en que te conocí.

Tuyo siempre,

Allen

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