XXI

431 34 104
                                    

—No, no quiero — acepté.

Si las miradas matarán habría muerto en el momento que el chico escuchó eso.

Me dio una cachetada haciendo que inmediatamente me sobara con mi mano y salió de la habitación con un gran portazo.

Por alguna razón su repentino golpe me había hecho sonreir. Recordando a la otra persona que me había dado una bofetada: Louis.

¡Valga hombre!

Me acerqué al frigovar de la habitación, saqué una botella de Bell's y tomé un pequeño vaso del dispensador que reposaba a un lado del frigovar.

Me dirigí a la cama y me senté.

Abrí la botella, me serví en mi vaso y me lo tomé de un tirón haciendo una mueca al sentir raspar mi garganta.

¡Exquisito!

Repetí la acción unas cuatro veces más o hasta que mi vaso cayó al suelo dándome mucha risa el pensar en levantarlo o hasta que perdí la botella de Whisky.

Llevé mi mano a mi entrepierna sobando por encima de la tela.

Cerré mis ojos dando paso a que los momentos mas eróticos de Louis se hicieran presentes:

Cuándo nos besábamos cómo unos jodidos desesperados.

¡Sus labios!

Cuando besaba mi cuello haciéndome gemir.

Las veces que estuvimos a punto de follar pero siempre interrumpían.

Cuando nos masturbamos en su coche.

Había sido tan jodidamente excitante, nadie me había hecho una paja de eso magnitud.

Un gemido escapo de mis labios.

Desabroche mis jeans, los bajé junto con mi ropa interior liberando mi miembro semi-erecto.

Mis manos comenzaron a acariciarlo todo haciendome soltar varios suspiros.

Nuevamente él apareció en mis pensamientos:

Cuándo besaba mis pezones.

Cuando me cargo en su departamento haciendo rozar nuestras erecciones.

Cuando ambos estuvimos desnudos.

Cuándo había entrado en él.

—¡Mierda! Necesitó follarte—susurré.

Seguí moviéndo mis manos por todo el falo dandome placer para deshacerme de la dolorosa erección que me había provocado pensar en Louis.

Me recoste por completo en la cama y seguí con mi trabajó.

El sonido del celular en mis jeans interrumpió el momento de amor propio.

Bufé.

Saqué el aparato y acepté la llamada sin ver quién era.

—Ma-s vale que...estén a pun-to de cas-trar a alguien— hablé hostil.

—¿Estas arriba o en un motel—río.

—¡Jo-der! Estoy arriba...en algo importante, negro—dí un vistazo a mi erección.

—Entiendo. Parte en dos a lo que sea que estes por follar, bro.

—Me ofendes — hipé.

Ambos reímos levemente.

Nos despedimos y colgué.

El celular quedo en mi mano con la vista fija en el historial de llamadas.
Deslice mi dedo hacia abajo y me sorprendí cuando el nombre de Louis apareció en uno de esos lugares.

69 All day and all night <L.S.>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora