XXII

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Estaba profundamente dormido hasta que sentí unas manos acariciar mi pecho, lo que por algún motivo me había hecho sonreír.

Lentamente abrí mis ojos encontrándome con lo que menos esperaba: Un chica.

Estaba sentada encima de mi a la altura de mi abdomen, con una pierna a cada lado, totalmente desnuda mirándome coqueta.

Frunci el ceño ante su presencia.

—¿Que mierda?—exclamé.

—No creí que despertarás tan pronto—sonrió.

—Me estabas acariciando, obviamente iba a despertar—rodee los ojos.

Miré la hora en mi muñeca izquierda.

¡Mierda! 7: 30 a.m.

Solo tenía medía hora para llegar a la escuela.

Tallé mis ojos con el dorso de mis manos y me incorporé.

—Debo irme—hablé hostil.

Con mis manos moví  a un costado a la chica, quien se había quejado por lo brusco que había sido.

Me levanté rápidamente y comencé a buscar mi ropa en toda la habitación.

No sabía cuanto tiempo me llevaría en eso, pues, la habitación era un total desastre.

Podía sentir un leve mareo acompañado un dolor de cabeza.

¡Jodido alcohol!

—¿Por qué te vas amor?

¿QUE?

Automáticamente solté una fuerte carcajada.

Dejé de buscar mi ropa y dirigí mi atención hacia ella.

— No soy nada tuyo.

Vi que iba a decir algo más pero decidió no hacerlo.

  Seguí buscando mi ropa, encontrándola después de unos segundos. La junté en mi mano izquierda.

—Harry...

Rodee los ojos.

¿A caso no podía cerrar la maldita boca?

Me acerque a ella quedando de frente.

—Nada gatita, sólo fue un polvo. Ni siquiera estoy seguro que haya sido bueno porque no lo recuerdo—sobé mi frente.

—¡Eres un...

—Si, si, si. Ya lo sé. Hazme el favor de irte. La resaca esta por aparecer y lo menos que necesito es una gatita en sus días de hemorragias y sentimentalismo—interrumpí con brusquedad.

De un momento a otro sentí un fuerte mareo obligándome a recargarme sobre lo que tenía mas cerca, que era el buró color hueso.

¡Mierda!

Ligeras ganas de vomitar comenzaban a aparecer en mi organismo.

Solté mi ropa y como pude me dirigí al baño de la habitación, ignorando totalmente los insultos y maldiciones que la chica me decía.

Abrí la puerta y la cerré tras de mí. Me inque frente al retrete y abrí la tapa.

Las arcadas comenzaban a hacerse presentes aumentando rápidamente. Una tras otra.

Ya había olvidado esa horrible sensación que antes era más recurrente en mi.

Sin darme tiempo a nada, el vómito salió sin pudor alguno por mi boca en gran cantidad.

69 All day and all night <L.S.>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora