Imagina

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La imaginé, necesitaba ilustrarla, recorrer su silueta al filo de mi lápiz, sentí el éxtasis de su desnudes y en un ataque de envidia cubrí sutilmente su belleza, pues no quería compartir aquel despertar de mis sucias intenciones. 

La imaginé por cada palabra en la que me deleité leyendo sobre ella. La imaginé posando para mí y —porque la imaginé— tenía que dibujarla. 

Al pasar el pincel rozaba su piel, al acercarme al lienzo perfeccionada sus labios, y al final nunca fue perfecta, pero era mía, estaba en mi mente y esa ilusión sería mi única pertenencia de ella. Porque solo puedo desearla, no tocarla, ni dañarla, solo imaginarla.

Recolectando Fragmentos De Mi Alma RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora