El hecho es dar por hecho

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Enraizada en la tierra que se seca
por el tiempo con la espera de frutos,
que aunque fueran jugosos no saben bien.
¿Porqué habría de ser una desilusión mayor? ¿Seré yo quién engañó a mis raíces?
Aunque... yo no fuera quién sembró los ideales de una planta más hermosa de lo que es.

Y ahora ésta se marchita,
es consumida por los señalamientos y desilusiones que nunca quiso crear.
Ahora acepta y declara las flores marchitas,
incluso cuando aún tenían salvación.

Ahora se ahoga en dar por hecho los hechos,
valga la redundancia,
jamás fueron reales y destruyeron poco a poco las verdades
espectativas de un ente tan simple que nunca deseo ofrecer.

Ésta confusa situación no se puede dar por hecho
a menos que alguien más lo declare,
a menos que una persona ajena lo diga.
Entonces será cuando crea que no está marchita la esperanza de volver a florecer.
Pues así es la vida, un hecho no es un hecho hasta que se dice que es.

Siendo un árbol y alguien más dice ser un mueble de ornamento, a quién se imaginan que daremos la razón ¿A uno mismo o a alguien más?

Así es cómo aprendí a ver lo real de lo irreal, —cuando alguien que no sea yo— lo da por hecho.
Sin embargo, termino por hundirme en la complacencia de las circunstancias que me solicitan o que son declaradas.
Filosofando a la deriva de una vida que me fue asignada,
más no bien recibida o deseada.
Y aún así me hago presente,
Emergiendo de mi dicha ausente
y asimilando que los hechos son simples,
solo me queda aceptarlos aunque no me gusten.

Recolectando Fragmentos De Mi Alma RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora